Debanhi
La presencia de su ausencia

Coordina la Red Eslabones por los Derechos Humanos, que atiende asuntos de justicia, principalmente personas desaparecidas. Es consejera ciudadana de búsqueda en la Ciudad de México, Estado de México y a nivel federal. Con estudios de periodismo, derechos humanos, derecho y otros. Facebook: Red Eslabones por los Derechos Humanos Nacional.

Debanhi
El chofer de la aplicación de DiDi dijo que intentó ayudar a la joven. Foto: Facebook / Debanhi Escobar

El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional.

Todos esos días te buscamos, Debanhi. Estamos tristes por tu muerte, pero felices porque tu familia no tendrá que seguir buscándote y dejar en el camino del tiempo los jirones de sus vidas. Ellos te han podido recibir y despedir, podrán vivir su duelo.

Las familias de personas desaparecidas hemos estado presentes en tu búsqueda, porque cuando desgraciadamente desapareciste, tu familia contó con instrumentos legales e institucionales que hace años no había y que ahora hay porque miles de personas hemos luchado incansablemente para que existan herramientas para buscar a las decenas de miles de personas desaparecidas en México.

Cien mil sueños

Hoy somos al menos cien mil hogares anónimos que existimos entre la desolación y la esperanza, el lugar en medio de esta pesadilla en que estamos perdidos, desde el instante en que tu desaparición estalló en el centro de nuestros sueños.

Odio decir que desapareciste, porque es colocarte como en un acto mágico donde no hubiera responsables de que no estés, justificar que nadie se haga cargo de buscarte, encontrarte y devolverte a nuestros brazos que anhelan cubrirte de besos y lágrimas de felicidad por tu regreso.

No desapareciste, alguien te arrancó de nosotros, te amputó de tu libertad para decidir tu vida. Ahora solo soñamos con volverte a ver, abrazarte y llenarnos de ti, con mirarme en el fondo de tus ojos y amarte… y no estás y no sé dónde estás.

Entonces me carcome el miedo de no volverte a ver, de no encontrarte nunca, de envejecer y morir sin saber qué te pasó, me consume la culpa por no haberlo podido evitar, por no lograr rescatarte y estar aquí secándome por dentro de tanto intentar y llegar al mismo lugar donde tengo las manos vacías.

Pensamientos, sentimientos y emociones permanentes que suman años y en su paso nos van llenando de impotencia, desesperación y reproche, se nos forman por dentro nudos duros que nos ahogan, que atrofian nuestra mente, cuerpo y espíritu.

En cada noticia sobre las muchas maneras inhumanas para esclavizar a una persona o deshacerse de su cuerpo, te veo y quiero salir corriendo a seguir en tu búsqueda, pero ya no encuentro más caminos.

Soy de las familias que no supimos cómo “viralizar” tu desaparición, agitar a las autoridades con periodicazos, hacer marchas masivas, no fuimos noticia nacional, solamente buscamos a ciegas las oficinas del ministerio público para que a regañadientes iniciaran una carpeta de investigación, suplicamos por las acciones de investigación y búsqueda, soy de las que tenemos que esperar a que nos toque el turno para tener peritos o policías de investigación.

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Solamente somos de las cien mil familias que somos miradas “en bulto” como “los desaparecidos en México”, la materia prima del fenómeno de desaparición, los casos que documentan las organizaciones para hacer reportes, análisis o informes que usan para meter proyectos y bajar recursos. En alguna medida sí ayudan a que esta pesadilla sea relevante para la agenda nacional e internacional, pero la mayoría persigue principalmente fama y fortuna, sin opciones aceptamos ser usados, aceptamos lo que sea con tal de buscarte.

Abrazamos solidariamente a las familias de las desapariciones “emblemáticas”, pero ante la atención institucional desbordada por algunos casos que se hacen muy mediáticos a los que hasta los gobernadores o el presidente atienden, a las demás familias “del montón” nos queda una sensación de que hay víctimas de primera y de segunda… incluso búsquedas vip (very important person), donde se destina sin límite lo que a otros se nos niega.

Es un abismo de diferencia para cada familia investigar y buscar exhaustivamente y no encontrar, que no encontrar y saber que no se agotaron todas las posibilidades para lograrlo.

Es muy importante que comprendan, especialmente las autoridades, que todas las personas desaparecidas son igual de importantes, que a cada familia nos hace falta nuestro ser amado, que los necesitamos para seguir viviendo, que nos urge buscarlos, encontrarlos y recibirlos de vuelta, que hay que usar todos los recursos humanos, tecnológicos, científicos, materiales y políticos para investigar y buscar. Eso solamente se logrará con verdaderas políticas públicas de investigación y búsqueda masiva con o sin vida, que cuenten con todo el presupuesto necesario y la indispensable operación política a nivel nacional.

Siempre esperamos encontrarlas con vida, pero también sabemos que tenemos que buscar entre más de 53 mil personas muertas que se encuentran en los espacios forenses de los gobiernos y no han sido entregadas a sus familias, por eso exigimos que ya se apruebe la iniciativa que presentó la presidencia, para que se construya de inmediato el Centro Nacional de Identificación Humana, que por años hemos pedido las víctimas, que es recomendación de organismos internacionales y sería la muestra fehaciente de que el actual gobierno es congruente con su dicho de respetar el derecho humano de toda persona desaparecida a ser buscada.

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