El reto de la mujer es volver con vida
Breve, pero a fondo

Periodista por convicción y formación. Con una trayectoria de 30 años, desarrolló su carrera en distintos medios, entre estos, Worldwide Television News, United Press International y Notimex. Fue corresponsal en Centroamérica, Colombia y EU. Ha realizado coberturas en México y el mundo. Colaboró por 20 años en El Universal. Coautor del libro Haití, Isla Pánico. Twitter: @jlruiz10 

El reto de la mujer es volver con vida
Hay algo demencial que está sucediendo en el país, algo patológico que nadie ha logrado explicar con certeza. Foto: Alexa Herrera/La-Lista.

La muerte de Debanhi Escobar nuevamente puso la tragedia del feminicidio en México en el centro de la atención pública, e incluso colocó a nuestro país en la mirada del mundo, no solo por lo escalofriante del caso, sino por los cientos de mujeres que son asesinadas y desaparecidas en un fenómeno criminal imparable sin precedentes.

La cifra por sí misma estremece, demuestra el horror que viven decenas de familias en el país. Solo en el primer trimestre del año, de este aún joven 2022, se han registrado por lo menos 229 casos de feminicidios.

Sin duda, cualquier padre de familia se pone a temblar cuando su hija sale a trabajar o a pasar algún tiempo de esparcimiento fuera de casa, porque salir a las calles representa un desafío que puede costarles la vida.

México se ha convertido en la meca de la violencia contra las mujeres, y esto se confirma al revisar los datos de la Secretaría de Seguridad Pública Federal. En lo que va del año, 857 mujeres han sido asesinadas, de las cuales el 27% son investigadas como feminicidios.

Hay algo demencial que está sucediendo en el país, algo patológico que nadie ha logrado explicar con certeza ni mucho menos desentrañar, las estrategias políticas y sociales para combatir esta tendencia han sido insuficientes y, uno de los sectores que debería ser el más preciado y protegido, o sea el de las mujeres, continúa siendo el más golpeado, el más vulnerado.

En estados donde se supone debería permear la seguridad y el desarrollo ocurre todo lo contrario. Ahí tenemos los casos del Estado de México y Nuevo León, ejemplos de industrialización y derrama económica. Sin embargo, ambas entidades se encuentran en el pináculo de esta tendencia; el primer caso suma 39 feminicidios durante los primeros tres meses del año; mientras que, en el segundo, la cifra asciende a 21 agravios. Sorprendentemente, Veracruz, una entidad turística y famosa por su riqueza natural y diversidad de recursos, también se ha convertido en punto de esta epidemia criminal con 21 casos, mientras que la Ciudad de México, “la ciudad de la esperanza”, como versa la propaganda oficial, ocupa la cuarta posición con 15 incidentes.

Así, si nos vamos estado por estado, ninguno se salva, a excepción de Colima y Nayarit. El país está ahora teñido por la sangre de esposas, hijas, madres y hermanas.

Recuerdo al director francés Luc Besson en su clásico filme: León, el perfecto asesino, que hace referencia a ese código de honor inviolable incluso por el protagonista de la película, León (Jean Reno), un despiadado asesino a sueldo que cumple a carta cabal “ni mujeres, ni niños” en sus actos criminales precepto que fue respetado históricamente también por ejércitos en batallas y guerras.

Sin embargo, esta regla no escrita quedó en el pasado y un ejemplo de ello es México, pues no solo se asesinan mujeres adultas a diestra y siniestra sino también adolescentes y hasta niñas en una vorágine de violencia de la que nadie escapa. Nuestro país está, pues, marcado con el sello trágico del feminicidio.

En estos días parece que es todo un reto para la mujer salir a las calles, y lo es más aún volver con vida. Si no fuera una realidad inexorable, parecería una distopía plasmada en alguna novela de ficción.

Otra cifra que ilustra el drama por el que atraviesa el país son los cientos de casos de violación registrados de enero a marzo de este año, en el que el Estado de México nuevamente se coloca como la entidad con mayor número de incidentes, al sumar 819.

La Ciudad de México le sigue con 589 ataques a mujeres, mientras que Nuevo León, tierra natal de Debanhi, alcanzó 354 violaciones en el mismo periodo.

Dígase lo que se diga, este gobierno no ha logrado entender el fenómeno, mucho menos definir algún plan de acción, un programa social, que de manera efectiva contenga esta espiral de violencia, que sin duda atenta contra las mujeres de todo el país. 

Lejos quedaron aquellos tiempos en los que los feminicidios, que ni siquiera eran tipificados como tal, prácticamente se cometían solo en Ciudad Juárez, colocando a este punto fronterizo como la capilla mundial del asalto y el crimen contra la mujer. Ahora todo México pareciera ser la catedral.

Creer que, con desviar la atención hacia otros temas, se oculta este drama sería como querer tapar el sol con un dedo. El caso de Debanhi deja muy en claro que el ataque a la mujer es hoy uno de los principales problemas que enfrenta el país.

Es una pena que México no sea un referente de buen gobierno, de desarrollo y progreso, de vanguardia y buenas políticas públicas, más bien es un ícono del retroceso, de una involución que está llevando a la sociedad a estadios monolíticos y retrógradas.

Es tiempo de la reflexión y de la acción, pero también de la educación como vía y herramienta eficaz para acabar con la discriminación y la violencia contra la mujer. Es impostergable dar ya un portazo a los feminicidios.

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