Narcogobierno SA de CV
#LaCasadelosEspejos

Periodista. Editor de Política en La-Lista.

Narcogobierno SA de CV
Foto: @SEDENAmxOficial.

No puedo decir dónde ni cuándo, pero he podido ver cómo funciona un narcogobierno.

Aunque es de menor escala, cuando uno lo observa aún con distancia parece cuando te paras debajo de un edificio de 40 pisos y lo miras hacia arriba, inacabable. Por eso nadie o pocos lo denuncian, pues por un lado forma parte del paisaje y, por el otro, tiene ojos que también te ven.

En un narcogobierno manda alguien que no es elegido democráticamente. Alguien que está detrás del telón, donde los actores políticos son títeres que hay que ir cambiando cuando ya no sirvan, pero que son necesarios e indispensables porque encarnan el rostro que el público y la prensa ve. 

En un narcogobierno sí importan las elecciones, no para conocer la voluntad popular, sino para que el pueblo conozca quién es ese nuevo rostro, ese nuevo personaje que dice que manda, pero al que lo mandan es a él.

En un narcogobierno todo lo que no suena lógico, suena metálico. Y a quien manda solo se le tiene contento con efectivo.

A quien no cumple, se le mata y luego se le olvida, porque el pueblo va perdiendo la conciencia desde el momento en que ya consiente vivir en el mismo espacio que el enemigo. 

Ante un narcogobierno, la sociedad pierde cualquier ánimo de luchar porque el narco es como una hidra, con una cabeza en el narcotráfico, otra cabeza en la política, otra cabeza en las Fuerzas armadas y una cabeza social. 

Recordaba todo esto cuando esta semana Francisco Labastida y Porfirio Muñoz Ledo acusaron un narcogobierno de Andrés Manuel López Obrador. ¿Por acción o por omisión?, les preguntaría. 

No tienen pruebas para demostrarlo, reconoció por lo menos el priista. 

El exmorenista, quien le colocó la banda presidencial al hoy presidente, seguramente tampoco las tiene, sino que hace un análisis político y, en cierto punto, inferencias. 

Muñoz Ledo dice: “Debe entender Andrés Manuel López Obrador que su contubernio o alianza con el narcotráfico no es heredable, porque estos como lo han hecho siempre y en todas partes, en todas plazas políticas, se entienden con el que va a llegar, ya no va a necesitar el narco del presidente”. 

¿Qué lleva a dos personajes así a coincidir en un mismo diagnóstico, incluso el mismo día? 

Esto puede ser la conclusión a la que llegaron por información privilegiada que no comparten con el resto. O es parte de una idea que se busca sembrar desde la oposición sobre el actual gobierno a unos días de las elecciones. O a final de cuentas es un mero análisis que ellos hicieron una noche de reflexión, a lo que los medios les damos espacios como si se trataran de verdades absolutas. 

Pero aún así, un narcogobierno no solo debe ser denunciado, sino probado y exhibido. El tema es que en México nadie se atreve a tanto.

En el sexenio de Felipe Calderón, solo Anabel Hernández denunció públicamente los vínculos de Genaro García Luna con el narco y los expuso en su libro Los señores del narco.

Nadie más nos advirtió que vivíamos un narcogobierno con Felipe Calderón, aunque ahora él y sus defensores argumentan que el jefe no sabía lo que hacía su empleado.

Aún me alarma que no hubo un analista, un político, nadie, que nos previniera o denunciara lo que estaba pasando en nuestras narices: el secretario de Seguridad Pública trabajaba para el narco.

En el lugar del que hablé al principio, tampoco hay nadie que se atreva a señalar o probar el narcogobierno. Y si no me fallan las cuentas, este lleva casi una década en “funciones”.  

Cuando uno observa de cerca un narcogobierno, la sensación es parecida a cuando uno ve desde abajo un edificio gigante, lleno de empleados y sin salida de emergencia.

Espejos rotos

Me preguntarán quienes votan hoy: ¿entonces para qué voto? Creo que rendirnos es lo último que podemos hacer. A fin de cuentas el edificio no es nuestro pero el país sí.

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