México y EU, bajo fuego
Breve, pero a fondo

Periodista por convicción y formación. Con una trayectoria de 30 años, desarrolló su carrera en distintos medios, entre estos, Worldwide Television News, United Press International y Notimex. Fue corresponsal en Centroamérica, Colombia y EU. Ha realizado coberturas en México y el mundo. Colaboró por 20 años en El Universal. Coautor del libro Haití, Isla Pánico. Twitter: @jlruiz10 

México y EU, bajo fuego
Cruces instaladas en memoria de las víctimas asesinadas en la masacre de la escuela primaria Robb, en la plaza central de Uvalde, Texas. Foto: EFE

A lo largo de la historia reciente, México ha sido objeto de ataques de diversa intensidad por parte de Estados Unidos, aún retumban en nuestros oídos aquellas frases insolentes y racistas del expresidente Donald Trump, quien aseguraba que los mexicanos que llegaban a su país no eran los mejores, sino criminales y hasta violadores, e incluso los consideraba responsables de homicidios en su frontera.

Los recientes acontecimientos en Uvalde, Texas, donde un joven de 18 años irrumpió en una escuela primaria y asesinó a 19 niños y dos adultos demuestran la trágica realidad que atraviesa ese país, en el que se está suscitando algo así como un terrorismo doméstico, lo que quiere decir en pocas palabras que los perpetradores de esos crímenes horrendos son de casa, no de otro lugar.

Ese acontecimiento es solo la punta del iceberg, pues en lo que va de este 2022 se han registrado 246 tiroteos o mass shootings en Estados Unidos, la misma cifra con la que cerró el 2021, lo que significa que, de no tomarse las acciones necesarias y contundentes, el país alcanzará un nuevo récord.

Si miramos de cerca el problema podemos ver con claridad de qué tamaño es. Solo el pasado fin de semana murieron asesinadas 17 personas y otras 70 resultaron heridas.

La cadena de noticias CNN explicó con incredulidad que 13 tiroteos se registraron en solo tres días en lugares tan insólitos como fiestas de graduación, centros comerciales y hasta en funerales.

Eric Wallace, gerente de una tienda de armas en Georgia, aceptó en una entrevista con la televisora estadounidense que la semana pasada las ventas de rifles de asalto se triplicaron, lo cual significa que lejos de que estas masacres desalienten el crimen, está sucediendo todo lo contrario, la población se está armando.

Si hacemos una relatoría de los casos ocurridos después de la masacre de Uvalde, nos daremos cuenta de que estos no han cesado y que contrariamente se han intensificado. En junio, por citar los más cercanos, se suscitaron tres incidentes: en un hospital en Tulsa, en un cementerio en Wisconsin y en una zona de entretenimiento en Filadelfia. En total, se registraron siete muertes y al menos 16 heridos.

Esto ha hecho que la hoguera del debate sobre el control de armas se haya avivado, sin que en realidad nadie tome acciones decisivas para enfrentar a los poderosos fabricantes de armas, incluso la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF por sus siglas en inglés) está atada de manos por las leyes permisivas que existen en ese país.

Se calcula que en todo el territorio estadounidense circulan más de 390 millones de armas de fuego, cifra que es alarmante si tomamos en cuenta que, de acuerdo con el más reciente censo de población, en el país hay alrededor de 372 millones de habitantes, lo que significaría, viéndolo de esta forma, que cada uno de ellos –desde recién nacidos hasta gente de edad avanzada– tendrían un arma.

De toda esta vorágine de violencia sí ha habido ganadores, todos dentro de la industria de las armas en Estados Unidos, que no solo alimentan con sus productos al consumidor estadounidense sino también a las armerías que acaban vendiendo abiertamente miles de piezas de todos calibres a organizaciones criminales, incluyendo las mexicanas. Por supuesto, que los conflictos armados son fuente importante de ingresos para este sector que es intocable.

Es de reconocer el litigio que lleva el gobierno de México contra empresas de armas en Estados Unidos en una Corte Federal de Distrito en Boston. En la demanda se les acusa de negligencia al facilitar el tráfico ilegal de armas que son utilizadas por el crimen organizado.

Las autoridades mexicanas calculan que cada año llegan al país medio millón de piezas de distintos calibres, en su mayoría de alto poder, principalmente de Estados Unidos.

En los últimos tres años, en México se han cometido más de 100 mil homicidios dolosos, en los que se echó mano casi siempre de armas de uso exclusivo del Ejército, convirtiendo al país en uno de los más violentos del mundo.

Lo que estamos viendo ahora y padeciendo millones de personas nos hace pensar que tanto México como Estados Unidos se encuentran bajo fuego, y que ni uno ni otro de estos territorios se salva de actos criminales en los que las armas juegan un papel protagónico, por ello, no es ocioso decir que es importante controlar la venta, pero también una cooperación bilateral que ayude a cerrar su tráfico.

Decir que México es ejemplo mundial de violencia es un exceso, porque ahí están los 246 tiroteos masivos en la Unión americana en solo cinco meses, es decir, en menos de la mitad del año, así que más que acusar y discriminar hay que ponerse a trabajar para terminar con esta espiral de muerte.

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