El petróleo de ayer es el gas natural de hoy
Enernauta

Especialista en política energética y asuntos internacionales. Fue Secretario General del International Energy Forum, con sede en Arabia Saudita, y Subsecretario de Hidrocarburos de México.
Actualmente es Senior Advisor en FTI Consulting.

El petróleo de ayer es el gas natural de hoy
Foto: Pixabay

Los reportes de prensa sugieren en ocasiones que el mercado petrolero vive un momento similar al que el mundo vivió en los años 70, cuando dos guerras –la árabe-israelí y la de Irak e Irán– dislocaron la oferta de crudo.

La comparación suena sensata en principio. Nuevamente un país petrolero inicia hostilidades contra un vecino, el precio se dispara y aumenta su volatilidad, y la narrativa interpretativa se enfoca en la incertidumbre. ¿Cuánto durará la guerra? ¿Hasta dónde las sanciones de Estados Unidos y sus aliados terminarán afectando la capacidad productiva de Rusia? ¿Hay suficientes sustitutos a la oferta rusa de petróleo?

La comparación más cercana quizá no sea entre el mercado de crudo de hoy y el de hace 50 años, sino entre el mercado de crudo de entonces y el mercado de gas actual.

Durante las hostilidades de los 70, la oferta de crudo interrumpida como porcentaje del total era mayor a la actual. Durante la guerra árabe-israelí, el embargo petrolero árabe alcanzó 4.3 millones de barriles diarios (aproximadamente 2.5 veces la producción total de México en 2022). Entonces, la oferta mundial de crudo alcanzaba 58.5 millones de barriles diarios. Es decir, el embargo afectó a poco más del 7% de la oferta total.

Cuando Irak e Irán se enfrentaron bélicamente en 1980, el tamaño del mercado mundial llegaba a 66 millones de barriles diarios, mientras la producción interrumpida fue de 4.1 millones. La proporción respecto de la oferta mundial cayó levemente, a 6.5%. Con eso ha bastado para un disparo en el precio.

La invasión de Rusia a Ucrania todavía no se refleja en un efecto significativo sobre la producción mundial de crudo. Si Rusia dejara de producir los más de 10 millones de barriles diarios, lo cual es bastante improbable, significaría una pérdida de aproximadamente 10% de la oferta total de 100 millones de barriles diarios, un golpe mayúsculo al mercado petrolero y la economía mundial. Pero Rusia sigue produciendo casi a su capacidad previa a la invasión y ha aprovechado sus opciones para enfrentar el embargo europeo vendiendo a China e India crudo que originalmente se habría destinado a Europa.

Como es sabido, el precio del petróleo responde a un sinfín de factores. Esta vez, más que reflejar las consecuencias de los enfrentamientos bélicos en Ucrania, expresa la dificultad de algunos miembros de la OPEP para elevar su producción aún dentro de las cuotas acordadas. Angola y Nigeria están autorizadas a producir más pero no han podido superar sus problemas para lograrlo. Irán, Libia y Venezuela no están sujetos a las cuotas y tampoco están en condiciones de aumentar su oferta significativamente.

La barrera de los 100 dólares por barril no significa lo mismo que antes. Medido en dólares de hoy, el precio del crudo ha superado esta cifra entre 1979-1982 y 2006-2014, excepto por el sobresalto de 2008 asociado a la crisis financiera internacional. Es decir, el precio de los últimos meses no es inédito, ocurre bajo un mercado 40% más grande que el de hace 50 años y con una economía en expansión, aunque con riesgo de recesión. Se parece al precio que acompañó temporalmente a la guerra Irak-Irán, pero la economía mundial lo supo manejar pronto –los precios de hecho se desplomaron– y no detuvo el crecimiento sostenido.

Y el mundo depende menos del petróleo que antes. El consumo por persona de petróleo es hoy un 30% del consumo energético total, que incluye a todas las demás fuentes de energía. Hace 50 años esta proporción alcanzaba 50%. Así que ni el precio del crudo ni el consumo por persona se ubican en niveles inéditos. Lo que ha cambiado es la perspectiva, dominada por una mayor incertidumbre.

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Es en el mercado de gas natural, mucho más que en el petróleo, donde las similitudes con los 70 son todavía más claras. En 1973, los sustitutos al crudo de Medio Oriente eran pocos y era enorme la dependencia europea de esa región. Tomó casi una década desarrollar nuevas fuentes dentro y fuera de Europa. En 2022, los sustitutos inmediatos al gas natural ruso brillan por sus limitaciones. Rusia envía por ducto 30% del gas que la región importa. Tomará una década para que nuevos proyectos de gas natural licuado lleguen a su etapa madura y puedan en efecto sustituir al gas ruso, aunque a un precio significativamente mayor. Mientras tanto, Europa empleará más carbón y energía nuclear, y continuará con la transición energética.

Como ocurrió a partir de los choques petroleros de los años 70, de esta crisis surgirá una nueva estructura de los mercados de gas natural. Los tres principales –de Norteamérica, Europa y Asia– se interconectarán más que nunca. Aunque queda trecho por recorrer para su integración, es razonable esperar que los precios de las tres regiones empiecen a comportarse de manera similar a medida que el comercio intercontinental de gas natural licuado aumente y los contratos de compra-venta de gas natural empiecen a responder más a la competencia entre suministradores de gas que a un índice ligado a precio del petróleo.

Las crisis son propicias para el cambio. La petrolera de los 70 detonó inversiones e innovaciones a lo largo de la cadena de valor, incluidas la gobernanza y la fijación de precios. La actual hará lo propio para los mercados de gas natural.

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