Esclavos y reyes: Sobre los tiempos de Dios
Zinemátika

Escribió por una década la columna Las 10 Básicas en el periódico Reforma, fue crítico de cine en el diario Mural por cinco años y también colaboró en Reflector, la publicación oficial del Festival Internacional de Cine en Guadalajara. Twitter: @zinematika

Esclavos y reyes: Sobre los tiempos de Dios
Esclavos y reyes. Dir. Pablo Moreno

El verano cinematográfico tiene sus propias peculiaridades. Siempre está lleno de grandes películas, precedidas por cada vez más agresivas campañas publicitarias que aparecen por allí por donde pongamos los ojos. Pero, como dicen, los tiempos de Dios son justos y sus actos misteriosos, como lo demuestra el estreno de Esclavos y reyes.

Muy de vez en cuando, esas tremendas tormentas de cine popular y, claro, muy disfrutable, dejan algunos fines de semana sin grandes estrenos, en los que los pequeños proyectos pueden asomarse como si fueran deliciosos hongos que nacen tras la tormenta. Es el caso de la película Esclavos y reyes, dirigida por Pablo Moreno.

Durante la década de los 30, el escritor y filósofo José Martínez “Azorín” recibió una primicia: el famoso cura Antonio María Claret, arzobispo de Cuba y confesor de la reina Isabel II, no era quien decía: habían ciertas mentiras en su historia.

Incrédulo como sus otros compañeros de la Generación del 98, en la que se incluyeron pensadores y poetas como Miguel de Unamuno o Antonio Machado, Azorín pone manos a la obra para descubrir la verdad detrás del fundador de los Claretianos, una de las órdenes misioneras con las que cuenta la Iglesia católica.

El resultado es una película de buena manufactura, que sigue al catalán Antonio María Claret desde su llamado religioso, en su juventud, su periplo durante las Guerras Carlistas y su ida a Cuba, donde llegó a ejercer como arzobispo e intentó defender los derechos de los afrodescendientes de la isla.

También retrata, de manera más o menos dramática, la forma en la que cae en cuenta que la mejor manera de hacer la obra de Dios en la Tierra es llenarla de misioneros que, como sus hermanos de la Compañía de Jesús, no temieran a ensuciarse las manos sembrando los campos, literalmente, mientras realizan su prédica.

En términos cinematográficos, Esclavos y reyes es una película bien lograda: la fotografía es luminosa y alude a varios momentos históricos, entre los que resaltan las Guerras Carlistas y la Guerra Civil Española, las cuales son retomadas desde el punto de vista del clérigo, quien vivió entre distintos conflictos bélicos.

El personaje principal, por sí mismo, es de un gran interés periodístico. Sobreviviente de siete atentados mortales, buscaba la justicia para los más pobres, mientras trataba de escapar de la corte de la reina Isabel II. Por eso no es de extrañar que Azorín, uno de los grandes maestros del periodismo, le dedicará tanto tiempo a su historia.


Obviamente tiene algunas fallas: el tono grandilocuente de algunos diálogos y el hecho de que, finalmente, se trata de una figura religiosa, hacen que sea una película que se tenga que ver sin prejuicios. Pero ambas cosas son pecata minuta y siempre se agradecerá que haya opciones en el cine que sean historias más “pequeñas”, pero con un gran mensaje que nos ayuda a regresar del territorio fantástico de los blockbusters del verano.

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