¿Qué es una TERF y cómo identificarla?
Deuda Histérica

Feminista, se identifica como chicana por haber nacido en Estados Unidos y crecer en la frontera de Tijuana. Activista por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Abogada, presentadora de televisión, analista política y columnista. Conductora de La deuda histérica en La-Lista.

Twitter: @EstefaniaVeloz

¿Qué es una TERF y cómo identificarla?
Imagen: Majito Vázquez / La-Lista

Recientemente en México se ha estado hablando, particularmente en redes sociales, de un grupo de mujeres dentro del movimiento feminista que no acepta a las mujeres trans como mujeres y, por lo tanto, las excluye de espacios feministas. Aunque esto podría parecer un fenómeno reciente, no lo es. El llamado feminismo radical trans-excluyente –también conocido como TERF– puede ser rastreado hasta el año 1979 cuando la autora estadounidense Janice Raymond publicó el libro El Imperio Transexual: la construcción del maricón con tetas

Tras la publicación de dicho libro, muchas feministas como la profesora, artista y activista Kate Millet criticaron no solo la postura discriminatoria del feminismo trans-excluyente, sino también la imprecisión del término mismo: llamarle radical a una feminista que discrimina a otra mujer feminista es una contradicción, pues lo que hace radical al movimiento es precisamente adherir todas las disidencias del patriarcado. Es claro que una persona desertora del género masculino asignado al nacer es la mayor afrenta al patriarcado falocentrista que existe, sin embargo, algunas feministas no están de acuerdo con ello y tienen la intención de hacer que todo el mundo lo sepa, lo cual hace aún más fácil identificarlas.

Una trans excluyente será siempre la primera en acosar sistemáticamente a mujeres trans en redes sociales y cuestionar su presencia en espacios feministas. Comúnmente basan su argumento principal en la infancia, pues afirman que las mujeres trans se criaron y se les socializó como hombres, creciendo con privilegios masculinos y, por lo tanto, no son mujeres. El error aquí es que está aseveración deja de lado las experiencias de mujeres trans que transitaron desde muy pequeñas, fueron socializadas como mujeres y, por ende, discriminadas. 

Una feminista trans-excluyente dirá siempre que la identidad de género es un invento del sistema opresivo sobre el sexo biológico, el único criterio que puede definir a las mujeres. Sobre esto puede decirse que estas feministas reducen el ser mujer a una categoría biología y niegan el componente cultural de la construcción de una identidad femenina. Aquí, las feministas trans-excluyentes se vuelven a contradecir, pues si uno de los argumentos es que una mujer es mujer por ser criada así desde la infancia, entonces no importarían los genitales, pero si según ellas lo más importante son los genitales, ¿una mujer trans que modifica su cuerpo para tener vagina no es entonces una mujer? Una feminista trans-excluyente te diría que no y ahí desnudaría por completo lo que subyace en el desprecio a las trans: la incapacidad de gestar. 

La postura reproductivista de las trans-excluyentes asevera que la capacidad de reproducirse es lo que define y oprime a las mujeres. Lo anterior de nuevo deja de lado a muchas mujeres, por ejemplo, las que nacen sin útero o que no menstrúan. Esto poco ayudaría a la lucha contra la penalización del aborto, siendo un razonamiento conservador aquel que obliga a las mujeres a parir por ser su destino biológico. Esto deja ver muchas coincidencias de las feministas trans-excluyentes con el conservadurismo.

Una feminista trans-excluyente dirá también que el ser mujer no es un sentimiento, pero hace mucho tiempo que las estudiosas del género establecieron que mujer es una categoría social que no puede ser explicada por completo por la biología. Y eso dejando de lado a Simone de Beauvoir que dijo: “mujer no se nace, se hace”, figura que por cierto ya fue “cancelada” por las trans-excluyentes. Además, si esta corriente excluyente pretende radicalizarse bajo la teoría biológica, recordemos que en la década de 1960 la medicina dejó claro que el sexo tiene distintos componentes como el sexo hormonal, el sexo genital, sexo cromosómico y el sexo psicológico.

Por último, cabe decir que es muy probable que una feminista trans-excluyente sea abolicionista, lo cual hace más absurda su discriminación contra las mujeres trans, cuando la mayoría son víctimas del sistema prostituyente.

El feminismo extremista se enquista tergiversando información con prejuicios machistas y alejando a una generación joven dispuesta a deconstruir la idea de una sociedad binaria y resultando en la separación de un sector de las mujeres muy precarizado. Ejemplo de esto fue el foro virtual “Aclaraciones necesarias sobre las categorías sexo y género”, organizado por la UNAM y moderado por Aimée Vega Montiel y Angélica de la Peña, donde llamaron a despojarse del término “discurso de odio” mientras deshumanizaban a las mujeres trans, las patologizaban y hasta criticaban a las teóricas del género, convirtiendo a este foro una peligrosa expresión antiderechos.

Llama la atención que dentro de la izquierda se defiendan posturas de derecha, profundamente teocráticas y conservadoras que buscan mantener la idea de “mujer” que durante tantos años han constituido alrededor de la reproducción y el capitalismo. 

La identidad del feminismo de izquierda es igualmente hacer que la justicia llegue para todas las personas y desmarginalizar a la sociedad, es por eso que la naturaleza es la colectividad que no se construye rechazando a otras mujeres. 

No podemos olvidar que la idea de que el género debe ser binario se sujeta de los estereotipos que determinan que a cada sexo le corresponde un género y que la masculinidad y la feminidad son algo regido y mutuamente excluyente, naturalizando así la heterosexualidad, dándole paso al pensamiento transfóbico. 

El respeto y reconocimiento a las mujeres trans es el esfuerzo de abolir el sistema jerárquico dicotómico que reduce el género a dos, a una binariedad, lo que de ninguna manera significa eliminar el género. Un feminismo que plantea derrumbar el patriarcado no lo puede hacer con las reglas impuestas por el mismo, ni apostándole a la construcción de la hegemonía a costa de la imposición sobre un movimiento que por naturaleza es plural. 

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