¿Estás a favor de la esclavitud?
Espacio mindfulness

Es escritora –cuatro libros publicados y dos en camino–, periodista, cantautora –más de 160 canciones–, experta en respiración, yoga y meditación. Dirige el Yomu Institute, es mamá de tres hijos y pionera en el arte de materializar ideas innovadoras. Es la creadora y fundadora del sistema Enciende tu corazón para inspirar la alegría en el despertar de la conciencia. Instagram: @cynthiazakofficial

¿Estás a favor de la esclavitud?
Inauguración del Mundial de Qatar 2022. Foto: EFE/EPA/Ronald Wittek

Madhu Bollapally tenía 43 años y vivía en India con su mujer Latha y su hijo Rajesh. En el 2013 salió de su país a trabajar en la construcción de los estadios para el mundial de futbol en Qatar y no volvió nunca más.

Como Madhu, más de 6 mil 500 inmigrantes han muerto en Qatar desde 2010, cuando este país se hizo con el derecho de ser anfitrión de la famosa Copa del mundo.

Principalmente de India, Bangladesh, Nepal y Sri Lanka, miles de trabajadores dejaron sus hogares y familias en búsqueda de una posibilidad de trabajo estable y la mayoría de ellos pagaron a intermediarios para que les consiguiera esta “oportunidad”.

¿Cuántos asientos ocupan en el Mundial de futbol 6 mil 500 humanos? Quiero que visualices esta cantidad de gente.

Imagina parte de esas gradas, de esos asientos que ellos mismos construyeron llenos de más de 6 mil 500 personas ahí observando, respirando, sintiendo, recordando a sus seres queridos, a los olores de comida de sus madres, pensando en sus hijos, cantando en sus lenguas, esperanzados.

Por un momento, entre partido y partido haz el ejercicio de poner toda esta gente en los estadios que ellos mismos levantaron en condiciones deplorables, tratados como esclavos, viviendo hacinados en lugares irrespirables, soportando temperaturas asfixiantes de sol a sol.

La investigación sobre el número de muertos en las construcciones de los estadios y de toda la infraestructura para recibir el ‘mundial’ ha sido publicada inicialmente por el periódico británico The Guardian y avalada por investigaciones de organizaciones de derechos de humanos como Naciones Unidas o Fair Square Project, que se dedica a derechos de trabajadores en el Golfo Pérsico.

Según estos datos, el número de muertos es significativamente más alto porque no incluye el número de trabajadores de Filipinas o Kenia que enviaron miles de personas a participar de estas obras.

¿Esto que te cuento no te recuerda esos dibujos que viste en los libros de historia de los esclavos en Egipto arrastrando las piedras para construir las pirámides?

A mí sí me lo recuerda, con la diferencia que estas imágenes de miles de muertos y sus condiciones de trabajo miserables no han sido diseminadas por los medios, nadie sabe: ojos que no ven, corazón que no siente.

Entonces te invito a leer nuevamente mi pregunta del título. 

Sé tu respuesta, querido lector o lectora.

Sé que no estás a favor de la esclavitud, que eres una persona de bien, que te importan los derechos humanos, que piensas que eso ha sido abolido y que si aun existe se puede modificar.

Pero vuelve a leer mi pregunta.

Olvídate de la respuesta automática y comienza a entender profundamente lo que esto significa dentro tuyo y en el exterior.

Esclavos modernos, seres sometidos a circunstancias inhumanas, obligados a trabajar por monedas, prisioneros de un sistema blindado. 

Apoyando la esclavitud estamos de manera sutil cuando compramos ropa hecha por niños en países del tercer mundo, cuando ciegamente nos sentamos frente a la tele a ver los partidos de futbol del mundial, cuando solamente escuchamos una campana, miramos con prejuicio al vecino, tiramos migajas a quienes más necesitan y fundamentalmente cuando nos autoesclavizamos siguiendo como ovejas lo que nos dicen los medios, la publicidad, los gobernantes de turno.

Desde el 2010 que las calles de Doha se llenaron de gritos de alegría por ser sede del ‘mundial’, un promedio de 12 inmigrantes han muerto por semana y aún no hay datos de fallecidos y gente que quedó discapacitada este año, la mayoría trabajadores muy jóvenes que forman parte de la fuerza laboral de dos millones de personas contratadas para la construcción de estas “pirámides” modernas.

No es mi ánimo ser aguafiestas ni oscurecer esa ‘pasión de multitudes’, tampoco decirles que no alienten a su equipo, pero sí quiero recordarles que estamos en un mundo nuevo que pide evolución de ideas, despertar de la conciencia y responsabilidad con cada uno de nuestros pensamientos.

No es mi ánimo romperles la ilusión de la “victoria en la cancha de tu país”, sino recordarles que todo eso de las banderas, vencedores y perdedores no hace más que dividirnos, fomentar la competencia, marcar estereotipos burdos, fortalecer los muros, enriquecer a los ricos y empobrecer nuestras emociones.

Seamos público consciente, elijamos cuándo, cómo, dónde consumimos.

Nos eduquemos a mirar más allá, a leer entrelíneas, a dar un paso y mirar la gran película, a cultivar espiritualidad en cada respiración sin pretensiones de ser gurús o maestros.

En cada instante, tú y yo podemos ser el gran cambio que pide el mundo y este es un buen comienzo, una punta del ovillo que nos saca del laberinto del minotauro para ponernos a vivir nuestra grandeza. Hagámoslo por Madhu, por los miles de fallecidos en la construcción de estas obras, por los prisioneros que no ven el sol, por los esclavos anónimos y sobre todo por ti mismo, por tu familia, por abrir la oportunidad a que entre la luz y la comprensión con otro nivel de conciencia en cada uno de tus latidos.

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