A 50 del festival OTI, se necesita la conciliación entre dos generaciones 
Contextos

Reportero egresado de la UNAM, formó parte de los equipos de Forbes México y La-Lista. Con experiencia en cobertura de derechos humanos, cultura y perspectiva de género. Actualmente está al frente de la Revista Danzoneros. X: @arturoordaz_

A 50 del festival OTI, se necesita la conciliación entre dos generaciones 

El público lanzó decenas de rosas al escenario, el Teatro Ferrocarrilero de la Ciudad de México estaba a punto de ebullición. El 25 de marzo de 1970, José José cantó “El triste” de Roberto Cantoral en el segundo Festival de la Canción Latina. Tras la derrota del “campeón sin corona”, dos años después se instauró el Festival OTI de la canción para reconocer a los mejores intérpretes iberoamericanos.

El pasado 6 de diciembre, el Auditorio Nacional recibió un homenaje por los 50 años de este festival, donde estuvieron grandes voces que participaron a lo largo de estas 5 décadas. Estuvo presente Imelda Miller, la primera mexicana ganadora del OTI en 1973, así como Carlos Cuevas, el penúltimo compatriota que se coronó con la primera posición en 1990 con la canción “Bolero”. 

Esa noche se vio desfilar desde personalidades como Enrique Guzman, Krystal, Laura Zapata y Rocío Banquells hasta nuevos tales como Josué Sosa y Michelle Franco, jóvenes ganadores del último Festival de Música Tradicional Mexicana. Dicho festival, el OTI, se llevó a cabo por última vez en Acapulco en el año 2000, ese fue el fin de una era para la música romántica en español. 

La trascendencia de este festival está en las personalidades que emergieron a partir de él, como José José, Lupita D’Alessio, Estela Núñez, José María Napoleón, Eugenia León, Ana Gabriel y otras ya mencionadas. La década de los años 80 fue el cenit para la industria de la balada romántica. ¿Qué pasa ahora? ¿A las nuevas generaciones ya no les interesa este género musical?  ¿Por qué apostar a mantener el mismo estilo de hace 40 años? 

Hay disposición de los jóvenes en este ritmo musical, esto quedó demostrado en 2020 cuando Spotify informó que el 37% de los escuchas de José José en esta plataforma tenían entre 18 y 27 años, mientra que el 41% de los seguidores eran personas entre los 28 y 44 años. Todo ello un año después del fallecimiento del cantante. 

Aunque Juan Gabriel no participó en este festival a nivel internacional, también fue contemporáneo de estos grandes artistas. Después de su muerte, la presentación de su bioserie y su último álbum a dúo con varios famosos, hoy en día cuenta con 9 millones de oyentes mensuales en Spotify, así como más de 27 millones de escuchas a lo largo de 2022. 

Luis Miguel es otro claro ejemplo de cómo las baladas románticas, boleros y música ranchera de hace 4 décadas es vigente entre las nuevas generaciones. Tan solo este año, “El sol” se posicionó en el lugar 9 de los 10 artistas más escuchados en México. Varios jóvenes conocen hoy en día, en voz de Luis Miguel, éxitos de Victor Iturbe “El pirulí”, Los Panchos, José Alfredo Jiménez, Álvaro Carrillo, entre otros. 

Durante el evento por los 50 años de Festival OTI se desdeñó al reggaeton y a las nuevas formas de expresión de la juventud. Se les invitó a las nuevas generaciones a retomar el romanticismo musical de hace 50 años y escuchar las canciones de los artistas que se presentaron esa noche. La fórmula no va por ahí, no es justo encasillar a un género musical actual como el único responsable de difundir la violencia de género, porque este tipo de contenido ha estado en todos los ritmos musicales desde hace muchas décadas, porque las agresiones de género es un tema sistémico, no de composición de líricas. 

Más allá de atacar las nuevas formas de expresión y apelar a que solo las antiguas son las correctas, se necesita conciliar y crear nuevas propuestas. Las baladas y boleros son ritmos que pueden permear en los más jóvenes, pero primero hay que escuchar a esa generación para saber qué siente y quiere decir, para que después estos géneros los hagan suyos y den paso a nuevas creaciones. 

Es válido y necesario rendir homenaje a quienes en su momento marcaron una época, pero para que perduren esos ritmos se necesita conciliar y ser más empático, eso le hace falta a la industria musical. No hay que ver como enemigos a gigantes como el reggaeton, ni a las generaciones que lo escuchan, solo comprenderlos y compartir las herramientas musicales para que las hagan suyas como en su momento lo hicieron los rebeldes de los años 70. 

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