La presidencia que viene en 2023 para la Suprema Corte
Libertad bajo palabra

Periodista y abogado con más de 35 años de trayectoria. Reportero, comentarista y consultor experto en temas jurídicos. Premio Nacional de Periodismo José Pagés Llergo 2011. Especialista en el Poder Judicial de la Federación y analista político.

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La presidencia que viene en 2023 para la Suprema Corte

Los plazos se cumplen inexorablemente, vienen las evaluaciones de un ciclo que concluye en el Máximo Tribunal con los aciertos y errores propios de la naturaleza humana, que siempre deja su sello en las instituciones que están más allá de las ambiciones personales. El ministro Arturo Zaldívar deja una Corte que sobrevivió a la autocracia que ve en los jueces federales adversarios destructibles.  

Ante un presidencialismo abusivo, ya es un logro en sí mismo que el Tribunal Constitucional siga teniendo las atribuciones que acotan al Ejecutivo y puedan revertir leyes absurdas emanadas de un Congreso avasallado. Suponiendo sin conceder que este hubieses sido el objetivo primordial de Zaldívar en los últimos 4 años, habría que reconocerle un logro, sin embargo los costos han sido elevadísimos para una Corte que ha perdido terreno en autonomía y ha sido omisa en la defensa de juzgadores honestos que fueron amedrentados. 

Queda durante este periodo que concluye el precedente de la dimisión inexplicable de Eduardo Medina Mora, amenazado para abandonar la toga sin la explicación de la causa grave que exige la Constitución en ese supuesto. Este cuatrienio se recordará por la marca de la cicuta que bebió Zaldívar para intentar prolongar un periodo en la presidencia de la Corte y el Consejo de la Judicatura Federal. Haber alimentado esa posibilidad durante varios meses sin dar paso lateral, fue un grave error que le restó credibilidad. Ahora vendrá el año más difícil para un presidente de la Corte, el quinto regresando a la ponencia.  

Este jueves 15 de diciembre con el último Informe Anual de Labores, se cierra un capítulo en la víspera del arranque de uno nuevo en el que se deberá fortalecer a una institución que exige neutralidad.

Para enero se alimenta la esperanza de un gobierno judicial más incluyente, que comunique sin trivialidades, deje de lado el autoelogio y cohesione al pleno de ministros respetando los disensos propios de la pluralidad, sin descalificaciones. Vendrá la oportunidad de establecer una relación sin complacencias obsequiosas hacia el Presidente de la República para construir de forma inteligente ejes de respeto mutuo en una relación que debe guardar sanos y deseables equilibrios.  

Es claro que los énfasis en las líneas generales de trabajo de quienes aspiran con posibilidades reales a encabezar los esfuerzos de la impartición de justicia federal, basan su esencia en la idea de no cometer los mismos errores que se atribuyen al presidente saliente.  

Yasmín Esquivel Mossa, Alfredo Gutierrez Ortiz Mena y Javier Laynez coinciden en la necesidad de un gobierno judicial incluyente, en el que se tome en cuenta a todos los integrantes del pleno. También señalan el rumbo de un Poder Judicial en el que se refuerce la independencia, hablan de una estrategia que muestre empatía con juzgadoras y juzgadores federales basada en el respaldo institucional y la corresponsabilidad.

Los documentos que se encuentran publicados en la página de la Corte, expresan la propuesta básica de cada aspirante. Como lo expresé la semana pasada, veo sólo a 3 con posibilidades en la recta final para lograr mayoría simple en la madre de todas las votaciones de cada 4 años.

Los mencionaré en orden alfabético: 

Yasmín Esquivel Mossa presentó un texto de 80 páginas en el que se delinea su idea de un gobierno plural, independiente e inclusivo. “Conformar una administración cercana a todas las personas juzgadoras, capaz de escucharlas y atender las necesidades propias de su labor. Propiciar condiciones necesarias para garantizar independencia judicial”.

Visualiza áreas de oportunidad en el Consejo de la Judicatura y la Corte para alcanzar mayor pluralidad en la toma de decisiones. “El acceso a la justicia no depende sólo de la obtención de una resolución apegada a derecho, requiere eficiencia operativa al interior de la institución que la imparte”, ofrece integrar una comisión de ministras y ministros en retiro para aprovechar y potenciar su experiencia en el gobierno interno, una idea novedosa e interesante. De ser favorecida con la votación mayoritaria se convertiría en la primera mujer en la historia en presidir la Suprema Corte, un escenario sugerente.

Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena puso a consideración un documento de 40 cuartillas, un plan que tiende la mano a sus colegas para la toma de decisiones. “Este plan les reserva (jueces, magistrados, consejeros y ministros) una participación activa en distintas decisiones que se tomarán durante mi gestión”. También anticipa mayor cercanía y solidaridad con los impartidores de justicia “Aspiro a hacer evidente que magistradas, magistrados, juezas y jueces no están solos, que somos todos o ninguno; eso sí, siempre y cuando nos apeguemos a la disciplina moral y la mística judicial que nos hacen fuertes”. Propone una planeación estratégica medible y evaluable con objetivos claros a 4 años. Ofrece una revisión indispensable “se propondrá que el Poder Judicial de la Federación lleve una bitácora del cumplimiento de las sentencias de amparo y elaborar un padrón anual de autoridades omisas y contumaces”. El ministro Gutiérrez Ortiz Mena presenta un plan coherente que se ubica en el centro de 2 perfiles que podrían considerarse antagónicos. 

Javier Laynez Potisek se muestra abiertamente como el emblema del grupo más adverso a Zaldívar, cuyas posibilidades de resultar favorecido por la mayoría simple de sus colegas causaría inmediatas inquietudes en el sector más radical del Ejecutivo. En 17 páginas, muestra una propuesta que destaca la neutralidad. “La independencia del Poder Judicial únicamente es sostenible, si convierte a la neutralidad política en la guía absoluta para su actuación”. El ministro Laynez también tiende la mano a sus pares para ofrecer un gobierno incluyente. “El Presidente de la Suprema Corte es primero entre pares, nunca debe olvidarse esa condición de servicio a sus compañeros y compañeras. Puente y gestor para construcción de consensos y la búsqueda de equilibrios positivos dentro del Poder Judicial de la Federación”. Y definió así el cargo al que aspira “No es un cargo del ejercicio individual, ni puede traducirse en un proyecto personal”.

De alguna de estas 3 propuestas se construirá mayoría en el pleno de la Corte para elegir a su titular durante los próximos 4 años, en los que veremos una elección presidencial, el final del mandato de AMLO y el inicio de otro gobierno con una nueva integración en las Cámaras en el Congreso de la Unión.

El timón del Tribunal Constitucional es un asunto de la mayor trascendencia para nuestro país. Necesitamos una Suprema Corte firme en su autonomía, consciente de su papel histórico en la defensa del orden constitucional y democrático. Un Poder que ejerza un gobierno ajeno a intereses políticos para erigirse como el último dique de contención ante la arbitrariedad y el desdén por el Estado de derecho.       

Ojalá que el proceso cíclico que vivirá en los próximos días fortalezca su unidad a pesar de la competencia interna para encabezarla, que suele desgastar las relaciones personales entre sus integrantes. 

Formalmente es una decisión que se tomará entre los 11 integrantes del pleno. ¿Quién y cómo logrará los 6 votos necesarios? En 18 días lo sabremos. 

EDICTOS

Amables lectores de Libertad Bajo Palabra, esta columna tendrá un breve receso. Tomaré unos días de vacaciones para volver el jueves 5 de enero de 2023 y celebrar los primeros 2 años de La-Lista. Deseo salud y bienestar para ustedes en estos días de reflexión y festejos familiares. Agradezco su generosidad para acompañarme en este ejercicio de opinión periodística en un medio orgullosamente independiente.

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