Necesitamos más baile queer en los ritmos tropicales
Contextos

Reportero egresado de la UNAM, formó parte de los equipos de Forbes México y La-Lista. Con experiencia en cobertura de derechos humanos, cultura y perspectiva de género. Actualmente está al frente de la Revista Danzoneros. X: @arturoordaz_

Necesitamos más baile <em>queer</em> en los ritmos tropicales
Foto: Elviss Railijs Bitāns / Pexels.

En mi cuenta de TikTok, donde el tema central es el danzón, me preguntaron si conocía lugares de baile queer con esta música, “donde parejas del mismo sexo bailen o enseñen” este ritmo de baile. No supe qué contestar porque no sé de un sitio donde tengan esta apertura social.

En 2009, la etnomusicóloga María Mercedes Liska explicó en un texto académico cómo funciona el tango queer, una “propuesta de enseñanza (que) no presupone la orientación sexual de quienes bailan ni la obligación por ocupar determinado rol en la pareja, el de guiar o ser guiado, asignación que comprendía en el tango hasta el momento roles fijos para el hombre y la mujer respectivamente”. 

En el artículo El cuerpo en la música. La propuesta del tango queer y su vinculación con el tango electrónico, Liska detalló cómo se llevó a cabo esta práctica en Buenos Aires, Argentina, desde hace 15 años. También explicó que el objetivo de esta práctica no está limitada a personas de la comunidad LGBTQI+, sino a todas aquellas personas que estén interesadas en implementar la igualdad en el baile, así como construir una nueva forma de socialización.

Los ritmos tropicales como la salsa, la cumbia, la bachata, el danzón, entre otros, se bailan en pareja, donde comúnmente el hombre es quien “guía” y la mujer “se deja llevar”. Esta norma social le otorga el poder a los masculinos de elegir a su pareja y hasta los pasos que se harán en la pista de baile. Aunque hay excepciones para esta regla arcaica, cuando baila una pareja de mujeres, entre hombres es un acto señalado.

Otras situaciones donde se puede exentar esta norma social es en los bailes barriales, donde a veces las personas homosexuales destacan por sus habilidad dancística y los heterosexuales bailan con ellos, aunque deben ser los heteros quienes mantengan el rol de guías.

El baile queer no solo promueve que puedan bailar hombres con hombres y mujeres con mujeres, sino que cualquier persona pueda tomar el rol que desee, sin que esto sea obligatoriamente designado por su sexo. Además, aceptar esta nueva práctica social es totalmente ajeno a las preferencias sexuales de cada quien. Un baile no define tu género. 

El primer beneficio del baile queer es el aumento de la destreza y habilidad de baile: algunos instructores tienen que saber ambos roles para enseñarles a sus alumnos, esto les da una perspectiva más amplia en la pista y en su forma de expresión. El segundo punto es el goce de la apertura, cuando eliminas los prejuicios y estigmas puedes compartir la pista con quien gustes, sin la necesidad de que haya personas del sexo opuesto para danzar. Seguramente hay muchos más provechos de esta práctica, pero los anteriores son algunos de los más visibles.

No basta con abrir lugares o eventos donde se reúnan personas dispuestas al baile queer con ritmos latinos, aunque el ejemplo del tango en Argentina es fascinante, no debe ser esa la meta final. Esta práctica debería llevarse y normalizarse en el baile social, donde las personas tengan la oportunidad elegir una pareja y un rol en la pista sin importar su sexo.

El sueño sería que no hubiera mujeres sentadas con ganas de bailar, ni hombres con el temor al qué dirán otras personas si los ven con alguien de su mismo sexo en la pista. El baile es una expresión humana y artística que puede ser divertida, una oportunidad para generar felicidad.

Trabajemos para que esto sea así. 

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