Mujeres contra cuotas laborales

Periodista especializada en perspectiva de género, miembro de Frontline Freelance. Es titular de la Unidad de Investigaciones Especiales en Once Noticias Digital y hace consultoría en comunicación y gestión de crisis. Con ellas y por ellas.

Twitter: @anagupin

Mujeres contra cuotas laborales
Participación de las mujeres en el empleo.

Desde hace por lo menos cuatro años he tenido la fortuna de conocer y entrevistar a muchas directivas que trabajan en México al frente de empresas en diversas industrias. Cada una de ellas se ha mostrado como una ferviente aliada de otras mujeres para que poco a poco se coloquen en puestos de mayor responsabilidad y que el resto se desarrolle en las compañías que ellas representan con mejores condiciones laborales.

¿La brecha salarial? “Está mal, a mí me han pagado menos que un par hombre”, coincide la mayoría. ¿El acoso laboral y sexual en el trabajo? “Está mal, yo lo he padecido”, aseguran también en conjunto. ¿Los cuidados no remunerados? “Está mal, yo los he trabajado sin pago alguno”, concuerdan.

No obstante, de todos los obstáculos estructurales que enfrentan parece haber uno que aún no logra captar el respaldo colectivo de aquellas que ya llegaron a una posición ejecutiva: las cuotas de género. 

El argumento más frecuente en todos estos años de entrevista es que ellas no creen en el género, sino en el talento. Pero, ¿eso no sería aceptar la falsa idea de que en México sólo 33% de los puestos directivos son ocupados por mujeres (según el estudio más reciente de Grant Thornton) porque sólo ese minúsculo porcentaje cuenta con las credenciales y aptitudes para ser directivas?

¿El restante 67% corresponde a hombres que están mejor preparados que una mujer? Probablemente capacitados en un nivel suficiente para cubrir ese puesto sí, mejor que cualquiera de esas mujeres que no logra subir en el embudo laboral, difícilmente. 

Cuando me animé a preguntar a algunas por qué no estaban a favor de esas medidas, sus respuestas tenían que ver con que no creían en regalar el trabajo a nadie, otra vez una falsa idea ahora relacionada con la meritocracia. Sin embargo, esa idea no proviene de ellas originalmente, sino de un sistema que les obliga a probar su valor como mujeres, como profesionistas, con mayores exigencias de las que jamás se esperarán de hombres.

A ellas, que cerraron brechas, nadie les obsequió su crecimiento y nadie les otorgó su desarrollo, por el contrario: lo tomaron con su talento y esfuerzo, pero mejor que nadie deberían saber que esos factores no siempre bastan para tener un progreso acorde. Por ello retomo las palabras de la consultora Antonieta Ocampo que, en un evento organizado por Amazon México, exhortó a abrazar las medidas afirmativas (como las cuotas en contratación y ascensos): “estas medidas tienen que ver más con justicia restaurativa por todas las que deberían estar, pero no han llegado”.

Cuando el piso no es parejo, no importa cuánto se prepare una profesionista, cuántos sacrificios haga en su vida personal, si de entrada no parte de condiciones equitativas (experiencia previa en posiciones similares, sueldos competitivos, espacio de networking) que un candidato hombre, seguirá siendo sólo un 33% de mujeres que sean directivas en el país. 

Tender oportunidades a mujeres no les quitará el espacio que tienen, tampoco regatea el esfuerzo que hicieron para alcanzar los más altos escalafones en las organizaciones, es simplemente seguir abriendo puertas para que todas pasemos.

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