No hay oposición
HÍBRIDO

Como crítico de cine y música tiene más de 30 años en medios. Ha colaborado en Cine Premiere, Rolling Stone, Rock 101, Chilango, Time Out, Quién, Dónde Ir, El Heraldo de México, Reforma y Televisa. Titular del programa Lo Más por Imagen Radio. X: @carloscelis_

No hay oposición
Imagen del tráiler de "¡Que viva México!". Foto: Captura

Mientras escribo estas líneas, estoy seguro de que muchos ya se creyeron eso de que la película protagonizada por Alfonso Herrera y Damián Alcázar es un vehículo para criticar al gobierno en turno y que, por ello, se convertirá en la comidilla de 2023. Siento comunicarles que no es así. La película del director Luis Estrada, ¡Que viva México!, es un ejemplo de publicidad engañosa, pero sobre todo es desleal con su público.

La crítica al gobierno de Andrés Manuel López Obrador que muchos esperaban llega en forma de frases trilladas que podemos leer cualquier día en redes sociales y de sentencias que ya hemos escuchado hasta el hartazgo en boca de cualquiera de sus opositores. En ese sentido, los insultos a la 4T -si es que los hay- van en la línea de “tú las traes” y “come torta con tu hermana la gordota”.

La que antes fuera una voz muy crítica de otros gobiernos ahora se encuentra tirando disparos en la oscuridad. A ratos, nada tiene que ver con nada en esta película y no queda claro si pretende criticar a un régimen o lanzarse contra el pueblo. En todo caso, es más evidente su crítica al sistema neoliberal, pues otra vez lo señala como el responsable de mantener al pueblo en la miseria y de tratar al país como un botín.

Me atrevería incluso a sospechar que las pocas referencias al gobierno actual fueron introducidas con la pura intención de mantener algo de credibilidad, porque se sienten metidas con calzador. La realidad es que ¡Que viva México! está muy por debajo de los títulos más célebres de este realizador y al parejo de la olvidable Un mundo maravilloso, donde Cecilia Suárez hacía su mejor imitación de La Chimoltrufia.

Parece que a Luis Estrada le hace falta ver más cine mexicano, de ese que también es polémico y que no le gusta a mucha gente por incómodo, como el de Michel Franco, Amat Escalante o David Zonana, realizadores que se las han ingeniado para hablar del México contemporáneo y hacer una crítica social bastante más inquietante que la que se hace en esta caricatura.

Qué terrible decirlo, pero cualquier episodio de El privilegio de mandar provoca más risas que esto y sin necesidad de recurrir a desnudos y exceso de mentadas de madre. Porque además se toma 3 horas y 11 minutos, como si estuviera haciendo una gran reflexión. Y para colmo, el tremendo elenco de actores y actrices mexicanos que aquí participan, se siente desperdiciado y al borde del ridículo.

Quizá la única razón para someternos a semejante martirio sea ver a Alfonso Herrera estirar su carisma a niveles dolorosos y hacer mil y un malabares para tratar de salvarse de esta catástrofe. Qué mal que el director lo haya empujado, incluso, a hacer desnudos parciales, poniéndolo al nivel de un Alfonso Zayas en comedia picaresca. Es una pena que esta sea la película en la que tengamos que verle el trasero.

De paso, ya habría que empezar a indagar sobre los criterios de Cinépolis para elegir las películas mexicanas a las que brinda más pantallas por hacerse directamente cargo de su distribución, y aquellas que destaca con el mentado sello de “Garantía Cinépolis” con el que influye en el público. ¿Quién toma estas decisiones? ¿Hay algún comité? ¿Quién forma parte de éste?

Me hago estas preguntas porque algunos de los últimos títulos que han gozado del apoyo de Cinépolis han dado resultados cuestionables, a pesar de que los involucrados hablan maravillas de la respuesta del público y de los números en taquilla. Películas como Mal de ojoBardoEl Poderoso VictoriaHuesera y ahora ¡Qué viva México! han contado con el beneficio de exhibirse en más de mil pantallas y quedarse en salas por tiempo indefinido, aunque cifras reveladas por Canacine las sitúan en el límite de lo aceptable.

¡Que viva México! se exhibirá en más de 3 mil pantallas en nuestro país y, para hacernos una idea, No se aceptan devoluciones, la película de Eugenio Derbez que se convirtió en un título inescapable en 2013, estrenó con mil 500 pantallas y una evidente saturación de horarios, pues en aquel entonces fue la película mexicana con más pantallas de la historia. Ahora pensemos en lo ineludible que será ¡Que viva México! con el doble de pantallas, saturación de horarios y publicidad engañosa.

Este tipo de manipulación para convencer a la gente de ver una película no es el mayor de los problemas, aunque sí es la clásica maniobra que termina por lastimar aún más la relación entre el público y el cine mexicano. Pero lo que definitivamente no está bien es que los medios de comunicación se presten a construir falsas narrativas y a promover la división que ya existe en nuestro país.

¡Que viva México! no es una película transgresora ni contestataria, pero el público está tan hambriento de polémicas que verá cosas donde no las hay con tal de seguir peleando. Hasta Luis Estrada ya reculó en sus últimas entrevistas, diciendo que en esta ocasión no se trata de una sátira política.

¿Alguien de verdad creyó que un militante de la 4T como lo es Damián Alcázar se iba a involucrar en un proyecto que ofendiera a Andrés Manuel López Obrador? Obviamente no. La única manera en que esta película es capaz de ofender a alguien es porque ofende nuestra inteligencia. Si se supone que debíamos interpretarla como una denuncia o como un mensaje de oposición, entonces como dicen por ahí: “no hay oposición”.

BREVES

Series muy esperadas estrenan esta semana, empezando por la última temporada de Succession, desde el 26 de marzo por HBO Max, y también el regreso de Yellowjackets, por Paramount Plus desde el 24 de marzo.

Los cinco diablos es cine independiente francés que cuenta una historia de fantasía y misterio con la actriz Adéle Exarchopoulos. En salas comerciales desde el 23 de marzo.

Ya está disponible en Prime Video la muy comentada serie Swarm, una historia que reflexiona sobre la cultura tóxica de los fans de las estrellas del pop. Entre los directores, escritores y actores figuran talentos como Billie Eilish, Donald Glover, Malia Obama, Paris Jackson y más.

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