El caballo de Troya no es un acto democrático
De Realidades y Percepciones

Columnista. Empresario. Chilango. Amante de las letras. Colaborador en Punto y Contrapunto. Futbolista, trovador, arquitecto o actor de Broadway en mi siguiente vida.

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El caballo de Troya no es un acto democrático
El Consejo General del INE. Fotografía: Archivo/ Instituto Nacional Electoral (INE).

En la antigua Grecia, el rey espartano Menelao mantuvo asediada la ciudad de Troya por más de 10 años sin lograr penetrar sus muros, hasta que se le ocurrió dejar un “regalo de los dioses” sobre las playas de la ciudad. Un gigantesco caballo de madera en el que se ocultaban soldados griegos dentro de él.

La intención era que los mismos troyanos llevaran el majestuoso caballo dentro de la ciudad amurallada para que, cuando todos durmieran, salieran los soldados, abrieran las puertas de la muralla y permitieran al ejército invasor entrar y vencer a la mítica ciudad. Y así fue.

Hoy, ante los intentos fallidos por parte del Movimiento de Regeneración Nacional para lograr manipular el juego democrático a su gusto, buscan colonizar, cual caballo de Troya, al Instituto Nacional Electoral. 

Porque a pesar de que la democracia ha sido asediada desde que Andrés Manuel López Obrador llegó a la presidencia, no ha logrado destruirla gracias a que todavía existen contrapesos institucionales de los cuales nos podemos sujetar.

Así lo intentaron con la reforma electoral propuesta y después con el llamado “plan b”. Pero dichas embestidas no lograron sus objetivos ante la defensa en las calles, la “marea rosa”, los tribunales y las murallas que todavía representa la ley.

Hoy la intención es llenar la lista de candidatos y candidatas con perfiles afines a la cuarta transformación. Un embate más desde Palacio Nacional en contra de la imparcialidad del órgano electoral. Infiltrados en la trinchera. 

Una estrategia de guerra que dista mucho del consenso que se busca entre las fuerzas políticas cuando se habla de las reglas del juego y del nombramiento de las personas idóneas para formar parte del árbitro que habrá de garantizar las elecciones libres en México. 

Por eso, las constantes descalificaciones en contra del INE y el caballo de Troya son una estrategia de guerra y no un acto democrático. Son un engaño más para lograr su destrucción.

Por lo mismo, ante la resistencia de los tribunales, la Suprema Corte de Justicia y la propia ley, es de esperar una cascada de artilugios oficialistas con nuevas estrategias de guerra para minar la Constitución, reducir el presupuesto, ensuciar el debido proceso y confundir a la opinión pública. 

De ahí la importancia de que existan diques autónomos que contengan a quienes justifican pisotear las leyes por resentimientos personales y demagogias contagiosas. Manifiestos populistas llenos de ignorancia, donde el integro y el honesto solamente son quienes comparten el discurso que dicta el presidente. Porque en esta administración están subestimados los títulos, estar preparado técnicamente o con experiencia electoral probada. Ser capaz es un acto groseramente conservador. 

Lo que si se aprueba por parte del presidente es que se garantice lealtad ciega y estrategias rastreras para filtrarse como termitas, y erosionar el andamiaje democrático que tantos años nos ha tomado construir.

Al final, de concretarse la conquista del INE, los ciudadanos veremos en riesgo la imparcialidad del árbitro en las futuras elecciones. Veremos cómo se diluye la certeza de nuestro voto en los brazos del mito y la vida democrática quedará como leyenda.

Porque más allá de un caballo cruzando la muralla, si MORENA consigue su objetivo, todos habremos perdido la guerra y la aspiración por una verdadera democracia, porque el caballo de Troya no fue un acto democrático sino una estrategia de guerra.

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