Twitter: ¿Pago, luego soy?
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Doctora en Comunicación y Pensamiento Estratégico. Dirige su empresa BrainGame Central. Consultoría en comunicación y mercadotecnia digital, especializada en tecnología y telecomunicaciones. Miembro del International Women’s Forum.

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Twitter: ¿Pago, luego soy?
Twitter, de Elon Musk, bajo la mira de la Unión Europea. Foto: AFP.

En mi columna anterior contaba sobre lo antisocial que se han convertido las redes sociales y lo burdo que se ha vuelto el asunto de tener que pagar para poder destacar publicaciones y todo tipo de contenidos en este revuelto mar comercial, disfrazado de consejos de “buena voluntad” para mejorar la salud emocional, financiera, física, la belleza y todo cuanto genere descontento, inseguridad o provoque lo más ínfimo del ego de los usuarios del mundo digital.

Hace años, Twitter creó un nivel jerárquico de productores de contenido, quienes al cumplir un protocolo y pasar sus pruebas de evaluación eran verificados con la famosa palomita azul, la cual certificaba la veracidad de la información que difundían. Esta misma palomita es el recurso con el que Elon Musk hoy está tratando de inyectar fondos a la plataforma y salvarla de una profunda crisis financiera, estrategia que más allá de funcionarle, lo está haciendo caer en ridículo.

Cuando anunció la comercialización de la verificación, logró que muchas figuras públicas anunciaran su salida de la plataforma. Otros lo criticaron duramente e incluso se creó el hashtag #Blocktheblue para usarlo contra aquellos usuarios que respalden el pago de 8 dólares mensuales por la verificación.  

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El caos ha ido creciendo conforme se va demostrando el desorden con el que Musk está tomando decisiones sobre quiénes deben mantener la verificación, así paguen o no por ella, así como su total desconocimiento del valor que famosos usuarios de la plataforma han dado para que esta se mantenga en el gusto de la gente. Sin embargo, el peor escenario llegó hace pocos día cuando al empezar a cobrar, muchas cuentas de personalidades fueron suplantadas con identidades falsas y que aprovecharon el desorden para desinformar y estafar usuarios.

Total que lo que antes era un signo de confianza, ahora es un signo de desorden, desconocimiento y burla hacia una promesa hecha por Musk al adquirir una de las principales redes sociales para convertirla en un lugar basado en honestidad, inclusión y aparente buen humor, para convertirla en un escaparate de desigualdad y en donde obtienen verificación de autenticidad aquellos a los que Musk considera que son deseables generadores de contenido. En resumen, Twitter confirmó –bajo la dirección de Musk– lo que él siempre repudió: ser un sitio que manipula y dirige la información acorde a intereses económicos y sociales de sus dueños.

Pero si tu ego insiste, por 8 dólares al mes vía web (144 pesos) u 11 dólares para iOS y Android (198 pesos), Twitter te ofrece tu palomita de verificación para que te sientas exclusivo y goces de herramientas “únicas”, como la capacidad de editar tus contenidos durante un periodo de 30 minutos, no ver anuncios, tener tu icono personalizado, mayor extensión para tus contenidos, elegir qué quieres ver y otras cositas que, en lo personal, encuentro sin mayor sentido. O puedes vivir como un mortal que no le hace segunda a las necesidades económicas de Musk y te buscas nuevas opciones. Acá te cuento por dónde va la onda.

VSOP

El centro de investigación de la escuela de Políticas Públicas, el Departamento de Comunicación y la Facultad de Información y Ciencias de la Computación de la Universidad de Massachusetts Amherst, ante la visible insatisfacción de las personas en las actuales plataformas sociales, crearon una iniciativa sobre el papel cívico y social de las plataformas digitales como espacios públicos, no puramente como empresas con fines de lucro, que te invito a revisar con detenimiento. 

La iniciativa, dirigida por el ciberactivista y especialista en medios de comunicación de masas Ethan Zuckerman, propone la creación de un pluriverso, en donde las plataformas sociales existentes convivan con un creciente ecosistema de plataformas en línea muy pequeñas (VSOP), en donde sólo converjan personas con intereses comunes y que se delegue la moderación del contenido al usuario que la comunidad elija y en quien confíe la privacidad, adopción y usabildad de la plataforma. Eso si suena democrático, ¿no crees?

Estas pequeñas comunidades permitirán una enorme calidad y especialización en los contenidos, además de asegurar que se comparta conocimiento en un mundo globalizado que abre espacios en los que todos podemos participar.

Es una iniciativa que además de profunda es certera de lo que debemos hacer como ciudadanos en la hiperconectividad en el mediano y corto plazo, ante tanto desgaste de las actuales entidades digitales y la falta de regulación que existe en el entorno digital.

Te dejo aquí el vínculo para que la conozcas y opines.

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