Inició el proceso electoral en medio de una estrategia de mentiras desde el poder
Perspectiva socialdemócrata

Nacido en Empalme, Sonora. Político, hombre de izquierda socialdemócrata. Sociólogo y con estudios en físico matemáticas. Participó en la guerrilla y fue preso político. Ha sido jefe delegacional y tres veces diputado federal. Actualmente es presidente nacional del PRD.

Inició el proceso electoral en medio de una estrategia de mentiras desde el poder
Foto: Sáshenka Gutiérrez/EFE

Inició el proceso electoral más grande que haya tenido nuestro país en tiempos recientes, donde se renovará la titularidad del Poder Ejecutivo federal, la totalidad del Congreso de la Unión, 8 gubernaturas, la jefatura de gobierno, y donde tendremos elecciones concurrentes en las 32 entidades de la República Mexicana, con una lista nominal de aproximadamente 97 millones de mexicanas y mexicanos que podrán expresar sus preferencias a través de su voto.

Este proceso electoral es y será de la ciudadanía, ya que en sus manos está, el de decidir el rumbo que debe tomar nuestro país, un rumbo de la continuidad que más allá de los programas sociales de los cuales no estamos en contra, sí estamos en contra de un continuismo donde no se respete la ley, donde el titular del Ejecutivo federal utilice su espacio mañanero para adoctrinar y distraer la atención de los verdaderos temas y problemas que enfrenta nuestro país.

Un presidente que ha convertido la mentira en un instrumento y en una estrategia, típico de las dictaduras; donde crea a cada mañana burbujas ideológicas para continuar con la polarización que ha llevado a generar un fanatismo hacia su persona.

Un presidente que ha decidido generar una narrativa de enemigos, de adversarios y de desprestigio de las instituciones autónomas como es el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) y del Instituto Nacional Electoral (INE); un presidente que ha emprendido una campaña de ataque contra el Poder Judicial, porque no le gustan los contrapesos, no le gusta la rendición de cuentas, no le gusta la transparencia, ni la pluralidad; un presidente que por puro capricho ha decidido encaminar los recursos públicos hacia las obras que le generan cobertura mediática y espectáculo político, y hacia los programas sociales donde cree poder manipular a la gente más pobre.

Ha quedado claro que a este presidente solo le gusta atraer la atención de los medios, marcar agenda, el adoctrinamiento, la polémica, las campañas políticas, coordinar dichas campañas, jugar con las esperanzas de la gente, prometer y no cumplir.

Nunca lo vimos en su papel de jefe de Estado, conduciendo a la Administración Pública, gobernando con una Visión de Estado que respondiera a los retos internos y externos de nuestro país en un mundo globalizado.

Solo lo vimos ensimismado en la grilla y show político, muestra de todo ello, fue el proceso interno de su partido, diseñado, promovido y manejado por López Obrador, donde evidenciaron la división que existe en Morena, su incapacidad de organizar procesos internos democráticos y el uso ilegal de los recursos públicos para favorecer a algunos de sus candidatos.

Fuera de que todo ha sido mero espectáculo se ha violentado la ley, ya que es ilegal que el presidente se entrometa en los procesos electorales, en nuestra Constitución en su artículo 134 se expresa claramente que: los servidores públicos de la Federación, las entidades federativas, los Municipios y las demarcaciones territoriales de la Ciudad de México, tienen en todo tiempo la obligación de aplicar con imparcialidad los recursos públicos que están bajo su responsabilidad, sin influir en la equidad de la competencia entre los partidos políticos. Y López Obrador todos los días incumple con este y otros mandatos constitucionales.

Qué decir del montaje de la entrega de bastón de mando a Claudia, práctica que se da en diversas culturas indígenas de nuestro país considerado un símbolo de autoridad suprema en el marco de la organización comunitaria, pero que López Obrador desvirtuó y utilizó como un ritual de corte autoritario, monárquico y hasta patriarcal. Se le olvida que vivimos en una democracia y el poder se transmite bajo procesos electorales conducidos por una autoridad electoral, donde las y los ciudadanos deciden.

Por ello, es necesario que no continuemos por el mismo rumbo, con los mismos errores, con la misma visión. Las mexicanas y los mexicanos deben ejercer su derecho y obligación de votar, de hacerlo en plena libertad, que nadie intente coaccionarlos, intimidarlos; debemos tener un gran compromiso con la democracia y con sus principios de legalidad, certeza, imparcialidad, objetividad, independencia y máxima publicidad.

Las y los ciudadanos no deben caer una vez más en las mentiras y el espectáculo político de López Obrador, recordemos a Abraham Lincoln, “puedes engañar a todo el mundo durante algún tiempo; hasta puedes engañar a algunos todo el tiempo, pero no puedes engañar a todos durante todo el tiempo”.

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