Tlalpan 550: el exilio interminable
La terca memoria

Politólogo de formación y periodista por vocación. Ha trabajado como reportero y editor en Reforma, Soccermanía, Televisa Deportes, AS México y La Opinión (LA). Fanático de la novela negra, AC/DC y la bicicleta, asesina gerundios y continúa en la búsqueda de la milanesa perfecta. X: @RS_Vargas

Tlalpan 550: el exilio interminable
Foto: Roberto Vargas

Exilio. Del latín exilium. Separación de una persona de la tierra en que vive.

Aunque para las autoridades de la Ciudad de México Tlalpan 550 es uno más de los aproximadamente 22 mil inmuebles afectados por el terremoto del 19 de septiembre de 2017, las 390 familias de ese condominio, inaugurado en 2011, no podremos olvidar la tarde en que cambió nuestra vida para siempre. Hay vecinos que nunca volverán a su departamento, familias que se desintegraron, personas que tuvieron que cambiar su residencia a otras ciudades o volver a vivir con personas que atentaron contra su vida. Estos son algunos de sus testimonios:

Eterno y traumático

“Desde septiembre del 2017 he vivido los años más difíciles en mi vida. Esa mañana sonó la alerta sísmica (por un simulacro) y jamás imaginé que horas después vendría algo tan fatal. El edificio temblaba de tal manera que al acercarme a la puerta no podía ni caminar. Intenté abrirla, pero ya se había descuadrado y quedé encerrada. Me tiré de rodillas pidiendo a Dios que no se cayera el edificio. Vi cómo se hizo añicos el cancel del baño, las lámparas se columpiaban de un lado a otro tocando el techo y no puedo olvidar el sonido de los ladrillos que caían. ¡Fue eterno y sumamente traumático! Cuando paró, no podía creer que estaba viva y me levanté para pedir ayuda. Un chico de vigilancia fue a sacarme y a varios vecinos que también quedaron atrapados. En mi piso no se podía ni caminar de tanto escombro. Varios pisos más abajo una señora mayor no quería salir hasta que su familia fuera por ella. Los siguientes días fueron terribles, no tenía a donde ir. Gracias a Dios la empresa donde trabajo me ayudó y tuve alojamiento algunos días; después renté un cuartito, un departamento donde me fue mal, luego otro y en mi desesperación saqué un crédito, pero me comían las mensualidades y con la pandemia tuve que rematarlo para deshacerme de esa deuda. Así he deambulado seis años. Ahora rento, pero no me alcanzan los cuatro mil pesos de apoyo que nos da el gobierno. Anhelo volver a tener mi propio espacio, donde era feliz y estable. No he podido encontrar paz y, sobre todo, no he podido superar el trauma de escuchar esa alerta sísmica”.

Verónica, 50 años, departamento D 806

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Una llamada salvadora

“Ese día mi esposa Irma y yo participamos en el simulacro que se realizó en el parque de la colonia Moderna. Ella se alistó para ir a su trabajo en una secundaria de san Cosme. A las 13:00 horas recibí la llamada de un amigo, situación que permitió que mi esposa no tomara el elevador (lo cual pudo haber sido fatal) porque quería despedirse de mí. A las 13:13 mi amigo me dijo: ‘Alberto, está temblando, voy a ver a mis alumnos (era director de una escuela)’. Cuando mi esposa y yo salimos, sentimos que se vendrían abajo las escaleras y el techo. Una vecina salió enredada en una toalla de baño, algunos bajaban despavoridos. Todos estábamos en shock, no podíamos creer que esos edificios fueran tan endebles. Algunas personas de la colonia nos comentaron que las torres se movían cómo papeletas y sólo esperaban el momento en que se derrumbaran. Hoy, a seis años de distancia, seguimos afuera de la vivienda que adquirimos con un préstamo del Fovissste. No sólo eso, tenemos que pagar renta en otro lugar. Esperamos regresar algún día a ese departamento que con gran sacrificio se continúa pagando”.

Alberto Banda Alejo, 72 años, profesor jubilado, departamento D 503

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Foto: Roberto Vargas

‘Otra tomada de pelo’

“Compré ese departamento con los ahorros de toda mi vida, quería rentarlo para obtener un ingreso y dejar de trabajar como dentista. Así lo hice por unos años: mientras el departamento estaba habitable, lo renté. El día del temblor los inquilinos ya se habían ido y lo remodelé, estaba listo para rentarse cuando ocurrió esa desgracia. Ha sido un golpe muy fuerte para mi economía y ahora nos avisaron que nosotros tenemos que arreglar el interior, cuando (la Comisión de Reconstrucción) nos ofreció a entregarlo totalmente habitable. Lo dijo el señor César Cravioto (ex comisionado). Ahora cambiaron de opinión. ¿Cuánto vamos a gastar para arreglarlo? ¿Cómo vamos a habitar el departamento si algunas personas tendrán la capacidad económica para arreglarlo rápido y otras no? Los elevadores no están listos y mi departamento está en el piso 10, no puedo subir a trabajadores cargando cosas 10 pisos, es inhumano e injusto”.

Cecilia Ancona, 67 años, odontóloga, departamento D 1003

Durmiendo con el enemigo

“Me encontraba en mi trabajo, en el Hospital de Xoco, y después de recoger a mis hijos, un niño y una niña que en ese momento tenían 11 y cuatro añitos, fuimos al departamento caminando. Por todo Tlalpan había bloqueos por fugas de gas, derrumbes y destrozos de varios edificios cercanos al condominio. No sé cuántas horas estuvimos afuera intentando rescatar documentos o una muda de ropa. Mi momento más duro fue cuando mis hijos me pidieron de comer porque no tenía que darles. Me sentí muy vulnerable porque dependen exclusivamente de mí. Buscamos algún restaurante, una fonda, un supermercado para comprarles algo de comer, pero no tuve éxito porque debido a los saqueos muchos establecimientos estaban cerrados. Entré en un ataque de pánico, una crisis de ansiedad grave. Un taxista se acomidió y nos llevó al Holiday Inn de Parroquia y Universidad, me dijeron que ya no tenían prácticamente nada en su stock de alimentos. Les dije ‘no me muevo de aquí hasta que mis hijos tengan algo en el estómago’. ¡Cómo me verían que les dieron unos sándwiches de queso y unos juguitos!”

“En el pasado fui víctima de un intento de feminicidio y como mi familia es de Puebla, no tenía a quien recurrir, por lo que tuve que regresar a la casa de mi violentador. Puse en riesgo mi vida con tal de que mis hijos tuvieran un techo, situación que duró más de un año, hasta que pudimos pagar una renta. Ahora pagamos renta e hipoteca de algo que está en ruinas. Tras un fallo judicial, el gobierno de la Ciudad de México va a recibir dinero de los constructores fraudulentos y pretenden entregarnos, después de seis años, un departamento inseguro e indigno que viola nuestro derecho humano a una vivienda”.

Lisset Castro, médico, 47 años, departamento D 302.

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Foto: Roberto Vargas

‘Ya perdí la fe de regresar’

“En el departamento estábamos mi hijo, un perrito y yo. Vimos cómo se caían los cuadros y escuchábamos tronar los vidrios del departamento y del domo de las escaleras. Pensamos que íbamos a perder la vida, lo único que queríamos era bajar esos 15 pisos, fueron minutos eternos porque la torre se seguía moviendo. Ha sido muy duro darnos cuenta que tuvimos una segunda oportunidad, pero también el perder un hogar que era ya parte de nuestra rutina, que estaba cerca de la escuela de mi hijo, de mi trabajo. Tengo un crédito hipotecario a 30 años y continuar pagándolo sin disfrutar mi departamento causa mucha impotencia, mucho dolor. Es difícil tener una actitud positiva, la gente se acerca y te dice: ‘Bueno, pero estás viva’. Sí, pero sin un hogar en el que puse parte de mis ahorros. Mi departamento está inundado, está cayéndose el techo de la sala y del comedor, uno se pregunta, ¿cuánto dinero necesito para dejar mi departamento como lo tenía antes del sismo? ¿Qué más tiene que pasar para que pueda regresar al hogar que un día pensé que iba a ser parte de mi vida por mucho tiempo? En algún momento pensé que podíamos regresar antes del 2024, pero han cambiado tantas veces la fecha que ya perdí la fe de regresar. Las condiciones en que está Tlalpan 550 no son para regresar en noviembre, como nos han dicho, ni siquiera para noviembre del próximo año. Ya son seis años y al menos para mí, el 19 de septiembre sigue siendo uno de los días más difíciles de mi vida”.

Laura Ludovica, abogada fiscal, 47 años, departamento 1501

A dos días de que se cumplan seis años del terremoto, cuando la Comisión de Reconstrucción ha agendado un calendario de preentregas, con los departamentos en obra negra, las preguntas se acumulan en la cabeza de los vecinos de Tlalpan 550. ¿Quién va a dar la autorización de terminación de obra y los permisos de ocupación para habitar los departamentos? ¿Cuándo se van a terminar las obras en los cubos de elevadores y las escaleras? ¿Quién garantiza que el condominio es seguro y habitable? Tristemente, el regreso a nuestro hogar parece todavía muy lejano.

*Roberto Vargas, 52 años, departamento D 1002 (autor de esta columna)

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