El capital usa a la migración sólo cuando le conviene
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Reportero egresado de la UNAM, formó parte de los equipos de Forbes México y La-Lista. Con experiencia en cobertura de derechos humanos, cultura y perspectiva de género. Actualmente está al frente de la Revista Danzoneros. X: @arturoordaz_

El capital usa a la migración sólo cuando le conviene
Foto: EFE

La migración ilegal es un dolor de cabeza para el capital cuando no se puede aprovechar de la situación. Los reflectores están de nuevo sobre este hecho porque miles de personas, principalmente centroamericanas, buscan cruzar la frontera norte de México hacia Estados Unidos. Tal ha sido el impacto que Ferromex detuvo temporalmente 60 de sus trenes, donde viajaban algunos migrantes. El costo del cierre del puente fronterizo fue de 35 millones de dólares por día, según la Coparmex. 

En tanto, las autoridades de Estados Unidos implementaron medidas como boyas con púas en el Río Bravo hasta fuertes operativos en el desierto sur. La última acción más contundente fue la del presidente Joe Biden, quien dio luz verde al refuerzo del muro fronterizo entre su país y México. Incluso el alcalde de Nueva York viajó al estado de Puebla para pedir que se detenga el flujo de personas que intentan cruzar la frontera: “ya no tenemos más espacio”, dijo. 

La migración no es un fenómeno nuevo, es una constante social que ha sido parte de la historia. Sin embargo, también es una herramienta útil que aprovecha el capital sólo cuando le conviene. Entre 1942 y 1964, México y Estados Unidos hicieron un trato diplomático para que cientos de nacionales fueran a trabajar al país vecino ante la falta de fuerza laboral por la Segunda Guerra Mundial. El negocio con las personas que intentan movilizarse de país ha tenido su parte legal e ilegal, desde los polleros que ofrecen el traslado hasta quienes emplean a los inmigrantes bajo condiciones infrahumanas aprovechándose de su situación irregular para explotarlos al máximo. 

Ante la crisis migratoria, que muchos denominan de esa manera, el capital sale de nuevo al rescate. El ejemplo fue el millonario Elon Musk cuando tuiteó lo siguiente: “Es necesario poner fin a la inmigración ilegal, pero estoy muy a favor de ampliar y simplificar enormemente la inmigración legal. Cualquiera que demuestre ser trabajador, talentoso y honesto debería poder convertirse en estadounidense. Período”. 

A pesar de las buenas intenciones de Musk de condonar los pecados de los inmigrantes a través del trabajo hay una variable de la que casi no se habla, el tipo de personas que intentan cruzar a la frontera no están listas para laborar. De acuerdo con Tonatiuh Guillén, Investigador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM, se trata de una oleada de refugiados que buscan un mejor lugar para vivir. 

En un programa de radio, el experto dijo que entre agosto y julio de este año un tercio de los migrantes que arriban a la frontera norte son de este país, y el 40% de esta cifra son grupos familiares. “Ya no es el migrante laboral en edad productiva, estamos hablando de personas desplazadas de su origen”, enfatizó el académico. 

Hay que dejar de ver a los migrantes como un número que podemos moldear a favor del mercado; emplearlos o detener su flujo a través de la fuerza no los detendrá. Hay que abrazar el tema con dos gramos de empatía y humanidad para entender por qué están huyendo de su lugar de origen. Mientras el capital no tome su responsabilidad en cuanto a la desigualdad económica y social que impera en el mundo, no dejará de lidiar con crisis de todo tipo. Pero es más fácil poner parches paliativos que resolver de fondo, ¿no?

Aunque veo muy poco probable que el sistema económico asuma su responsabilidad, es importante exponer el panorama completo y dejar en claro que el malvado de la historia no es la persona que simplemente busca tener una mejor vida de donde le tocó nacer. 

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