Polarización y racismo
opinión

Actor egresado de CasAzul Artes Escénicas Argos y de la British American Drama Academy. Con una trayectoria de más de 20 años ha participado en cine (Nosotros Los Nobles, Placa de Acero), teatro (Esto No Es Hedda Gabler, La Pieza Que Falta) y televisión (Diablero, Soldados o Zombies). Espectador asiduo, gusta de los videojuegos, los animales y la gastronomía.

X: @quetzallicortes

Polarización y racismo
Foto: Tumisu/Pexels

“Dejen de polarizar” es la respuesta ante diferentes reclamos de la sociedad que tienen un profundo trasfondo. Y sé que al empezar mi columna de esta manera automáticamente hará que muchos de los lectores me coloquen en el imaginario automáticamente como persona de izquierda, “cuatrotero”, “woke” y demás calificativos. Aquí un anzuelo: La polarización no conviene a la lucha antirracista.

Explico: El racismo es un sistema, y al ser un sistema todos estamos en él y todos lo ejercemos. Sí, todos: morenos, prietos, blancos, pelirrojos, etc.[1] Este sistema se expresa con mayor o menor violencia con base en una escala “automática” e “intuitiva”[2] en la que asignamos un valor a cada persona apenas nuestra mirada se posa en ellas. A veces, incluso en el imaginario. En esta escala las personas suman puntos por tener un color de piel más claro y los pierden entre más oscura es su piel. Cuando hablamos de racismo, a esto se le suma (o se le resta) si esta piel forma parte de un rostro y un cuerpo con características indígenas o afrodescendientes, si la persona habla el idioma dominante o no. Sin dejar de lado todas las demás aristas de esta interseccionalidad de opresiones y privilegios:

Polarización y racismo - racismo
Gráfico: cortesía del autor a través de P.nitas

Ojo, ninguna de estas características es mala o buena, son solo eso: características. El problema viene al asignar un mayor o menor valor a una persona por pertenecer a uno de estos grupos (racismo, homofobia, clasismo, etc.). Pero no solo eso, tanto los privilegios como las opresiones son acumulables, agravando el problema cuando se acumulan estas últimas. Por si esto no fuera suficiente, todas las personas tendemos a hacer juicios erróneos.

Asumimos que una persona que cuenta con alguno de estos privilegios tiene otros, “sumándoles puntos”, y “restamos puntos” a personas atravesadas por alguna opresión pensando, sin fundamentos, que son atravesadas por otras. De ahí nuestra tendencia, y la de nuestros medios audiovisuales, a colocar en nuestro imaginario a las personas morenas con rasgos indígenas automáticamente como de clase baja, ignorantes, etc., y en su contraparte a las personas blancas, con rasgos europeos como de clase alta, exitosas, alfabetizadas, etc.

Estos prejuicios limitan la movilidad social (la capacidad de cambiar de clase social) porque  los tenemos todos, incluyendo a las personas que tienen el privilegio de tomar decisiones que afectan la vida de las personas (¿A quién contratar?, ¿A quién se atiende primero en un hospital?, ¿A quién se le ve como un posible ladrón?, ¿Quién puede entrar en un antro o un restaurante?, ¿Quién es el protagonista y quiénes son los personajes secundarios?) entrando en un ciclo muy difícil de romper y con problemas sociales muy complejos.

Y entonces entra la polarización

Este fantasma que lo que quiere no es enfrentar los problemas, sino personificar al otro, a la otredad como el culpable de ellos. Formar dos bandos y enfrentarlos, planteando que la única solución es la eliminación del otro.

“Bueno ¿Pero no la lucha antirracista es una lucha en contra de las personas blancas?”: NO
Si usted cree esto es usted presa de la polarización, esa que te dice que si eres blanco las personas racializadas están en tu contra y viceversa. Si ha puesto atención a la lucha antirracista entenderá que esta lucha está en contra de esa escala de la que hablé anteriormente llamada técnicamente blanquitud.[3]

Esta polarización la vemos desde expresiones simples donde se asocia erróneamente el ser racista con una tendencia política (“yo seré fifí y racista pero no soy un indio pata rajada”) cuando muy probablemente no hay una verdadera animadversión contra los grupos a los que se hace referencia. Hasta muy graves como la vandalización del Sonora Grill en Reforma por parte del “Bloque Negro” con una, me parece, evidente misión polarizante.

Bueno, ¿Entonces la respuesta es no discutir los problemas?: No. discutir los problemas, tratar de encontrarles una solución NO es polarizar. Los problemas existen, las diferencias existen, la violencia existe, y es una fantasía pensar que dejan de existir al no nombrarlos.

No solo eso, cuando alguien expone un problema real y la respuesta es “dejen de polarizar”, se coloca al primero como el responsable del problema, es decir, (adivinó): polarizar.

Aprendamos de las sociedades polarizadas, actuales e históricas. Apostemos por un camino de conciliación en el que, a pesar de nuestras diferencias, trabajemos juntxs por encontrar soluciones.

[1] No, el racismo inverso NO existe.

[2] En realidad es un proceso muy largo y complejo que se hereda culturalmente de generación en generación hasta que se normaliza en la sociedad.

[3] No, no es lo mismo las personas blancas que la blanquitud.

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