Marcarle el alto a la muerte

Activista, luchadora social y promotora de los derechos humanos de las mujeres, niñas, niños, personas con discapacidad, comunidades indígenas y personas LGBTQ+. Presidenta de la Asociación Civil Rosa Mexicano. @catymonreal_

Marcarle el alto a la muerte
Foto: Klaus Nielsen/Pexels

Hay un dato que me deja helado el corazón: el cáncer de mamá es la principal causa de muerte por cáncer en mujeres mayores de 25 años en nuestro país. En las siete mil 931 mujeres que nos faltan. Muchas de estas muertes pudieren evitarse con una detección oportuna. De hecho un artículo de The Guardian revela que las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama en etapa inicial tienen un 66% menos de probabilidades de morir por esta enfermedad que hace 20 años, y la mayoría pueden esperar convertirse en “supervivientes a largo plazo”. Lamentablemente en nuestro país la detección temprana es aún uno de los grandes retos. Este mes de octubre, dedicado a conmemorar la lucha contra el cáncer de mamá, he estado recorriendo la Ciudad de México para llevar mastografías a las personas que no pueden acceder a este servicio.

En estas jornadas de salud, me he dado cuenta de que aún existen mucho desconocimiento alrededor del cáncer de mamá. Uno de los pilares de la detección es el uso de mastografías. Esto porque el cáncer de mamá no siempre se presenta como bolitas, y a veces para cuando se detecta la bolita, el cáncer ha avanzado mucho. Por otra parte, no se sabe a qué edad debe empezarse de hacer la mastografía. A veces se recomienda de forma anual a partir de los 40, otras veces se dice que cada dos años, o que se debe de iniciar a partir de los 35 años. Sé que lo importante es que las mujeres podamos acceder a estos estudios, pero la falta de armonización de información revela parte del problema. La información no está llegando a la gente que más la necesita.

Aún persiste el mito de que las mastografías no pueden hacerse si se tienen implantes. Igualmente, muchas mujeres me han dicho que prefieren no hacérsela porque “duele mucho”. La tecnología ha avanzado, y los equipos de nueva generación hacen de la prueba menos dolorosa que antes. Existe la parte psicológica, muchas mujeres me han dicho que “les da miedo que les digan que tienen cáncer”. En lugar de regañarlas por no hacerse los estudios en estos casos falta empatía. Entender que, en muchos casos, como ha señalado la activista y periodista Esther Vivas, las mujeres desconfían del sistema médico porque este las violenta constantemente. Es por esto que muchas prefieren “no saber”. Lo he dicho varias veces: se tienen que sanar las heridas de la discriminación para sanar y empoderarse. En las comunidades hemos trabajado para enfrentar esta parte psicológica. En muchos casos lo que las motiva a hacerse los exámenes es precisamente pensar en sus familias, en quienes dejarían.

Por otra parte, está la realidad económica. De acuerdo a plan seguro el costo promedio anual para hacer frente al cáncer de mama es de casi $200,000; los cuales engloban tratamiento, estudios y consultas. En promedio, el costo de la atención médica para las personas diagnosticadas con cáncer en Etapa I puede alcanzar los $74,000. Sin embargo, cuando se trata de un cáncer Etapa IV, el monto quizá llegue a los $199,000 incluyendo tratamiento, estudio y consultas de alta especialidad.  Es por esto que creo necesario se apruebe la Ley sobre Cáncer.

Esta reconocería el cáncer como problema grave de salud pública; formalizaría los derechos de los pacientes con cáncer; crearía una Comisión Nacional de Cáncer, un Plan Nacional de Prevención, Diagnóstico, Atención y Cuidados Contra el Cáncer y una  Red Oncológica Nacional. Estos son pasos sólidos para poner todo el empeño en crear mecanismos institucionales que combatan a esta, la principal causa de muerte en las mujeres.

México está cansado de perder a sus mujeres. Además de esta parte jurídica, tenemos que fomentar la parte individual: explorarse, darse el tiempo de hacerse estudios, todas están son formas de autocuidado. Las mujeres tenemos que dejar la abnegación, y demandar el cuidado de nuestra salud.

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