Acapulco: las mujeres en el ojo del huracán

Activista, luchadora social y promotora de los derechos humanos de las mujeres, niñas, niños, personas con discapacidad, comunidades indígenas y personas LGBTQ+. Presidenta de la Asociación Civil Rosa Mexicano. @catymonreal_

Acapulco: las mujeres en el ojo del huracán

Sólo una idea me pasa por la cabeza ante las terribles noticias que llegan, minuto a minuto, sobre las secuelas de Otis en Acapulco: ¡lo vamos a levantar! Porque sabemos que México, su pueblo, brilla más que nunca ante la adversidad. Que somos una nación que sabe sobreponerse a la adversidad, ante todo. Sé además que, en esta misión por rescatar Acapulco, las mujeres tenemos que estar en la mesa.

Sí, Guerrero es gobernado por una mujer, al igual que Acapulco. Pero esto va más allá. Es un llamado a entender que la igualdad sustantiva no es sólo una meta, es también una solución: las mujeres de las comunidades, las mujeres de a pie, son las más activas y partícipes de la reconstrucción de Acapulco. Es esencial visibilizarlas, empoderarlas.

Los desastres naturales a menudo amplifican las desigualdades existentes, y las mujeres, especialmente las de comunidades marginadas, tienden a soportar una carga desproporcionada. Para garantizar una recuperación sustentable de Acapulco es imperativo que adoptemos un enfoque de género que tenga en cuenta los desafíos únicos que enfrentan las mujeres y las empodere en el proceso de recuperación.

En primer lugar, la respuesta a los desastres debe priorizar la seguridad y el bienestar de las mujeres. La falta de refugios, instalaciones sanitarias y consideraciones de privacidad que tengan en cuenta las cuestiones de género pueden hacer que las mujeres y las niñas sean más vulnerables después de un huracán. Es fundamental implementar medidas que protejan a las mujeres de la violencia y la explotación sexuales. Estas medidas pueden incluir el establecimiento de espacios seguros sólo para mujeres, el suministro de productos de higiene menstrual y la garantía de una iluminación adecuada en las zonas comunes para mejorar la seguridad.

La respuesta con perspectiva de género a los desastres también reconoce el papel fundamental que desempeñan las mujeres en la resiliencia comunitaria. Las mujeres sostenemos los tejidos sociales. Somos las principales cuidadoras y desempeñamos funciones esenciales en nuestras comunidades, aunque el peso de estas contribuciones suela pasar desapercibidas. Las organizaciones locales de mujeres deben recibir apoyo e involucrarse en los esfuerzos de socorro y recuperación para garantizar que se aborden las necesidades únicas de las mujeres y los grupos marginados.

Es crucial abordar las disparidades económicas que enfrentan las mujeres después de un desastre. En muchos hogares, las mujeres son responsables de mantener a sus familias. Los desastres a menudo resultan en pérdida de empleos, destrucción de empresas e inestabilidad económica, lo que afecta de manera desproporcionada los medios de vida de las mujeres. Una respuesta feminista debería incluir apoyo financiero específico, programas de capacitación laboral y oportunidades para que las mujeres recuperen su independencia económica. Los programas de microcrédito y las subvenciones deberían ser accesibles a las mujeres empresarias que necesiten ayuda para reconstruir sus negocios.

La educación es otro aspecto vital que merece atención. Las escuelas suelen cerrar o sufrir daños durante los desastres naturales, lo que perturba la educación de los niños. En muchos casos, las niñas tienen más probabilidades de abandonar la escuela después de un desastre debido a obligaciones familiares y preocupaciones de seguridad. Garantizar que las escuelas se reparen o reconstruyan rápidamente, además de brindar apoyo específico a las niñas para que permanezcan en la escuela, es esencial para su desarrollo a largo plazo.

El paso de Otis ha revelado las historias humanas de coraje, resiliencia y pérdida que están grabadas en los corazones de las comunidades afectadas. Debemos reconocer las luchas que enfrentan las mujeres durante y después de los desastres y trabajar desde el corazón para abordarlas. Esto implica proporcionar refugios sensibles al género, empoderar a las mujeres como líderes, reconocer la interseccionalidad del género con otras formas de discriminación y garantizar apoyo económico, educativo y emocional.

Los impactos emocionales tras los desastres deben abordarse en tiempo y forma a riesgo de que años después salgan como disruptores del tejido social. Únicamente así lograremos una recuperación real.

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