Sexenio atascado
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Doctora en Comunicación y Pensamiento Estratégico. Dirige su empresa BrainGame Central. Consultoría en comunicación y mercadotecnia digital, especializada en tecnología y telecomunicaciones. Miembro del International Women’s Forum.

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Sexenio atascado
Foto: Especial

En 2019, el presidente López Obrador planteó la posibilidad de hacer cambios significativos o incluso eliminar el Fondo de Desastres Naturales (FONDEN), y así lo hizo en 2022 repitiendo los argumentos característicos de su administración: opacidad y corrupción en la manera en que se usaban los fondos en gobiernos anteriores. En sustitución propuso crear el Programa de Reconstrucción Integral de Zonas afectadas por Desastres Naturales (PRIZNAD), transfiriendo el control absoluto de reconstrucción a agencias gubernamentales con apoyo de las fuerzas armadas.

Otis puso a prueba este nuevo sistema de respuesta a desastres naturales dejando clara su ineficacia y lentitud de respuesta. A más de 48 horas de haber ocurrido el desastre no hubo aún coordinación entre los distintos niveles de gobierno, dejando en el abandono a una población civil afectada y que tuvo que tomar en sus manos acciones de comunicación para rescate de personas vía WhatsApp y redes sociales para tratar de encontrar, reconectar familias y tomar decisiones para salir adelante.

La falta de alimentos, agua, electricidad y conectividad puso en mayor presión a una población adolorida emocional, física y psicológicamente, que no logra entender el presente y mucho menos lo que pasará en los días siguientes al siniestro. La rapiña no se hizo esperar ante la total falta de elementos de seguridad para resguardar los centros y comercios afectados, mismos que fueron vandalizados no obstante sus productos no fueran para atender necesidades básicas. Hay cuerpos abandonados en la calle y una tierra sin ley, al igual que todo el país.

Siguiendo con la misma cerrazón, el actual gobierno ha dejado de lado la estructura de conectividad satelital que había sido creada por el gobierno anterior. La Red Satelital Bicentenario, estaba compuesta por tres satélites geoestacionarios que proporcionaban conectividad a Internet y telefonía a zonas remotas de México, pero que a razón de López Obrador era un proyecto costoso e ineficiente que no cumplía con sus objetivos.

En su lugar apostó por la conectividad vía fibra óptica y las redes 4G y 5G, que requieren de infraestructura terrestre que no es accesible en todas las zonas remotas del país gracias a su orografía, y que claramente fue incapaz de soportar los vientos de más de 250 Km/h de Otis. La comunicación satelital fue la única manera con la que medios de comunicación lograron informar a la población lo que había y estaba ocurriendo tan pronto les fue posible, e incluso permitió auxiliar a personas que buscaban a reporteros para que les ayudaran a avisar a sus familiares que estaban con vida.

Las horas siguen pasando y la población sigue sin encontrar a sus familiares, sin entender la logística de los albergues y esperando se cumpla la promesa del gobierno estatal de coordinación de medios de transporte que sacara de la zona devastada a turistas que no tenían forma de regresar a sus ciudades de origen.  Fueron los hoteles quienes primero ofrecieron el servicio de transporte y albergue en sus cadenas fuera de Acapulco para trasladar a sus huéspedes afectados ofreciendo llevarlos al aeropuerto de la ciudad de México.

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La gobernadora no emitió por horas ningún mensaje que diera certidumbre a la población que representa sobre los siguientes pasos para abatir los daños causados por un monstruoso huracán que dejó daños estimados en 100 millones de dólares, y a miles de personas sin hogar ni servicios básicos y, lo peor, con un futuro de años venideros para la reconstrucción de la infraestructura de comunicaciones, energía, turismo entre otros sectores económicos en el estado.

El presidente se sigue justificando y afirmando que “no es necesario contar con un fideicomiso para desastres, para eso está todo el presupuesto público”, sin poder explicar dónde están los 17 mil 157 millones de pesos de las reservas para desastres. Propone salir de un problema para entrar en otro peor, como de costumbre.

Otis pasará a la historia como el fenómeno natural que desafió los sistemas de medición meteorológica, pero sobre todo será para los mexicanos un recordatorio de la necesidad de contar con mandatarios que busquen el beneficio de la población en vez del propio, en congruencia con sus promesas sin hundirse en un océano de demagogia, y todavía buscar mantenerse en el poder cuando está dando la espalda a la población de Guerrero, unos de los estados que lo apoyaban incondicionalmente.

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