La violencia que respiramos diario

Activista, luchadora social y promotora de los derechos humanos de las mujeres, niñas, niños, personas con discapacidad, comunidades indígenas y personas LGBTQ+. Presidenta de la Asociación Civil Rosa Mexicano. @catymonreal_

La violencia que respiramos diario
Las mujeres son las principales víctimas de la violencia digital que ahora se comete con uso de la inteligencia artificial. Ilustración: Samantha Guerrero / La-Lista.

No podemos seguir cerrando los ojos ante la violencia contra las mujeres que nos rodea. Como activista, uno de mis grandes retos ha sido dar cuenta de cómo la discriminación contra las mujeres se respira a diario.  Aunque se ha avanzado en la lucha por la igualdad de género, la presencia de estereotipos dañinos y la objetivación de la mujer en los medios de comunicación siguen siendo un desafío que debilita los derechos fundamentales y perpetúa la desigualdad de género en nuestra sociedad.

Fue tan solo en 2021 que se integró como un tipo de violencia contra las mujeres en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida libre de Violencia. Es definida como “cualquier acto que tenga como resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos de las mujeres en los medios de comunicación”. Abarca una gran gama de conductas que seguimos luchando, se reconozcan como violencias, como por ejemplo qué canciones, programas, influencers, medios, ejercen, o peor aún incitan la violencia machista. Quienes la realizan se cubren con los argumentos rancios de siempre, “que son bromas” o esa vieja táctica de pasar la culpa a las víctimas, de que somos nosotras, las mujeres, las que “son muy sensibles”. Violencia encima de más violencia.

En estos días contemplé un video de como una jueza en un programa de entretenimiento, en un canal a nivel nacional y en un horario matutino, llamaba a que un hombre “violara, destriparan” a una mujer, que por cierto es superviviente de violencia, para “subir el rating”. La banalidad de la violencia en la apología del delito. En plena cadena nacional, algo que debemos recordar es que es concesión de gobierno. De acuerdo a un informe de Common Sense Media de este año, las infancias de hasta ocho años dedican, en promedio, dos horas con 19 minutos al día a los medios visuales. La mayor parte de ese tiempo (72%) la ocupan la televisión y los videos.

Las redes sociales, en particular, han exacerbado este problema. Las plataformas digitales se han convertido en un caldo de cultivo para la misoginia y la violencia mediática. Los comentarios sexistas, amenazas y la difusión de imágenes íntimas sin consentimiento son solo algunas de las manifestaciones de esta problemática. Las mujeres, especialmente las que tienen un perfil público, a menudo se ven expuestas a un nivel de hostigamiento y abuso que socava su bienestar emocional y su seguridad.

Es natural entonces que nos preocupe que ese tiempo lo pasen “aprendiendo” a normalizar la violencia contra las mujeres. Si queremos erradicar y prevenir la violencia tenemos que ir contra las raíces. La cultura es una de estas. Y la televisión y las redes hacen esta cultura. Sé que como padres y madres tenemos un deber de vigilar y guiar lo que nuestros y nuestras pequeñas consumen. Pero eso, de nuevo, no quita responsabilidad de concesiones públicas de producir material que discrimine o violente. De hecho, la normativa para prevenir y eliminar la violencia contra la mujer así lo requiere del Estado Mexicano.

Es fundamental que reconozcamos que la violencia mediática contra las mujeres no es un asunto aislado, sino que está intrínsecamente ligada a la cultura de la desigualdad de género. Para combatir este problema, debemos abordarlo desde múltiples frentes. En primer lugar, es esencial que los medios de comunicación asuman su responsabilidad en la promoción de una imagen más igualitaria y respetuosa de las mujeres. Esto implica la eliminación de contenidos que perpetúen estereotipos y la promoción de voces femeninas en todos los ámbitos de la industria mediática.

La sociedad también tiene un papel importante que desempeñar en la lucha contra la violencia mediática. Todos y todas debemos ser conscientes de cómo consumimos y compartimos contenido en línea, y debemos denunciar activamente los comportamientos misóginos y abusivos. Solo a través de un esfuerzo colectivo podremos construir un México en el que todas las personas, independientemente de su género, puedan vivir libres de violencia mediática y alcanzar su pleno potencial.

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