Zaldívar tira la toga y se une formalmente a la 4T
Libertad bajo palabra

Periodista y abogado con más de 35 años de trayectoria. Reportero, comentarista y consultor experto en temas jurídicos. Premio Nacional de Periodismo José Pagés Llergo 2011. Especialista en el Poder Judicial de la Federación y analista político.

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Zaldívar tira la toga y se une formalmente a la 4T
Foto: Especial

Era una decisión cantada, pero no deja de ser sorpresiva ya que Arturo Zaldívar participó este martes 7 de noviembre en la sesión del pleno en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Sin decir nada a sus compañeros hizo pública su renuncia al cargo a través de sus redes sociales en las que mantiene una intensa actividad.

Trece meses antes de concluir su periodo de 15 años escribió en su carta “Considero que mi ciclo en la Suprema Corte ha terminado y que las aportaciones que puedo realizar desde esta posición en la consolidación de un mejor país se han vuelto marginales”. En estas líneas deja implícito el desprecio por una institución que ha sorteado un vendaval de presiones y ataques durante la presidencia de la ministra Norma Piña, antagónica al queretano que tras el término de su presidencia en el máximo tribunal se quedó solo y aislado por diversas confrontaciones internas y en algunos casos hasta personales.

El Zaldívar que tira la toga es uno muy distinto al que llegó a la Corte hace 14 años, tras ser considerado en una terna decidida por Felipe Calderón. Ahora se convierte en el primer ministro en activo y expresidente del alto tribunal en renunciar al cargo a pesar de las limitaciones y condiciones establecidas con claridad en la Constitución.

Dice el artículo 98 en su tercer párrafo “Las renuncias de los ministros de la Suprema Corte de Justicia solamente procederán por causas graves; serán sometidas al Ejecutivo y, si éste las acepta las enviará para su aprobación al Senado”. En el texto de renuncia no hay ninguna explicación sobre una causa grave, lo que ya significa una primera irregularidad. El procesamiento del documento ante Andrés Manuel López Obrador y la mayoría morenista en la Cámara Alta será un trámite expedito sin ninguna complicación, existe un antecedente con la renuncia de Eduardo Medina Mora, aunque las circunstancias fueron radicalmente distintas. En aquel caso hubo toda una estrategia de amenazas para propiciar la renuncia en la que jamás se explicó la causa grave que determina la Constitución. Ahora, en el mismo sexenio se da nuevamente una renuncia, pero con la intención de sumarse al proyecto político de AMLO y su eventual sucesora Claudia Sheinbaum, como se lee en el texto publicado por Zaldívar Lelo de Larrea “Estimo que es de la mayor importancia sumarme a la consolidación de la transformación de México, desde los espacios que me brinden la oportunidad de tener incidencia en la construcción de un país más justo y más igualitario”.

A pesar de la interpretación que cada quien le asigne a estas palabras, la intención es clara, aunque para ello hay limitantes como lo establecen los artículos 101 y 95 constitucionales con el impedimento activo de dos años para desempeñar un cargo público como legislador, integrante del gabinete, gobernador o Fiscal General de la República. Tampoco podrá durante el mismo periodo de 24 meses litigar formalmente.

La lluvia de especulaciones es intensa y en algunos casos hasta descabellada. Lo que podrá hacer de inmediato sin violentar estas condiciones será seguir asesorando al presidente de manera informal, incidir como consultor en el equipo de campaña de la candidata presidencial de Morena para ratificar su papel de caballo de troya en la feroz campaña del Ejecutivo y sus legisladores contra el Poder Judicial de la Federación. Era un secreto a voces la asesoría, filtración de información y recomendaciones de Zaldívar en la privacidad de Palacio Nacional.

No hay que olvidar el contexto que marcará de forma indeleble la intención grotesca de Zaldívar para extender su periodo como presidente de la Corte con el respaldo del entonces Consejero Jurídico, Julio Scherer, y el beneplácito del primer tabasqueño del país. La operación intentaba pisotear la Constitución y tuvo que ser abortada con los costos personales anexados al futuro. Finalmente estamos ante un régimen que pisotea la Carta Magna e impone su voluntad ante cualquier obstáculo que establezcan las leyes que juraron honrar.

La decisión de la renuncia confirma el verdadero proyecto que jamás dejó de estar en el escenario: a don Arturo lo pervirtió la ambición de acumular poder, lo concentró como cabeza del Poder Judicial y le pesó mucho perderlo tras cuatro años que no fueron buenos para la institución que cedió autonomía, permitió el golpeteo contra juzgadores federales y fue complaciente ante un mandatario inquisitivo.

Pase lo que pase en su futuro profesional, la historia del queretano quedará marcada de forma negativa para la valoración de sus biografos que tendrán que juzgar al juez constitucional que fue seducido por una fallida transformación que corrompe, destruye, miente, simula y violenta el órden jurídico que debe prevalecer en una sociedad civilizada. La carta de renuncia es un pronunciamiento político que confirma el evidente servilismo de un ministro.  Zaldívar es el vivo caso de un jurista que adaptó sus principios a cambio del empoderamiento efímero que cobra costosas facturas en el saldo personal de la congruencia.

A las 15:00 horas con 52 minutos de este martes Claudia Sheinbaum anunció con foto en sus redes sociales el acuerdo para sumar al ex presidente de la Corte a su proyecto de “transformación”, dos horas después de la renuncia en la que se menosprecia la función de un juez constitucional y la reduce a una expresión “marginal”.

Zaldívar nunca tuvo la estatura para privilegiar a la institución, negó su solidaridad a Norma Piña en medio de una crisis en la que se defiende independencia ante el populismo demagógico más nocivo que se recuerde en México.

Pisoteando la ley, interpretandola a conveniencia y haciendo llegar a otro incondicional del obradorato a la Corte en la terna que venga próximamente, sólo queda la dignidad de quienes sostienen la batalla por un Poder Judicial verdaderamente equilibrador en la antesala de una dictadura que todavía puede evitarse en las urnas.

López Obrador será muy cuidadoso para armar una terna de perfiles absolutamente incondicionales que deberán jurar obediencia ciega para mantener sitiada a la Suprema Corte. Lo de Zaldívar es histórico como la vergüenza que lo acompañará hasta el final de su efímero poder. 

EDICTOS

El viernes al mediodía sabremos la decisión de los 15 integrantes de la Junta de Gobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México para definir al nuevo Rector. Queda una carrera final entre un economista y un ingeniero, el candidato a vencer es Leonardo Lomelí Venegas, cercano de Enrique Graue que garantiza la continuidad de ese grupo que deja importantes pendientes en la Máxima Casa de Estudios. Por otro lado, Sergio Alcocer Martínez de Castro está muy cerca de coronar una carrera de resistencia contra la cargada interna para ofrecer nuevos aires a una institución crucial en la vida del país.

En tres días habrá humo blanco tras el cónclave de las últimas definiciones. ¿Continuismo o renovación? Los notables de la Junta tienen bajo su criterio la decisión. ¡Que sea para el bien de la UNAM! 

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