Las estúpidas cuotas de género afectan a las mujeres

Periodista especializada en perspectiva de género, miembro de Frontline Freelance. Es titular de la Unidad de Investigaciones Especiales en Once Noticias Digital y hace consultoría en comunicación y gestión de crisis. Con ellas y por ellas.

Twitter: @anagupin

Las estúpidas cuotas de género afectan a las mujeres

“Las estúpidas cuotas de género afectan a las mujeres” es un razonamiento que he leído hasta el hartazgo en los últimos días. Mi primera columna publicada en La-Lista, irónicamente, fue sobre las ocasiones en las que como reportera me tocó escuchar a muchas directivas brillantes hablar -desde el prejuicio- en contra de las cuotas en los espacios laborales. Meses después, las medidas interpuestas por el Instituto Nacional Electoral (INE) para lograr una representatividad paritaria en todos los espacios por disputar en el gobierno me hacen regresar al tema.

Más particularmente la pasada designación de Morena y sus partidos aliados de candidatas y candidatos para el próximo proceso electoral a celebrarse en 2024. Por supuesto me ha tocado leer estupideces como aquella escrita por Sergio Sarmiento quien, citando a Camille Paglia (la autora “feminista” que dice que las feministas culpan a los demás de lo que les pasa), pretende validar su punto de vista francamente ignorante. 

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Dejé que el tema se enfriara para no escribir desde la reacción, desde el enojo. Pero sí quiero empezar por decir que les gusten o no, las medidas afirmativas como las cuotas paritarias no son un regalo, son un derecho transitorio que busca alcanzar una igualdad verdadera y sustantiva tanto en el ámbito público como en el privado. Existe un fenómeno acuñado y descrito por Amelia Valcárcel: “el Techo de diamante“, en el que la mujer sólo es objeto de deseo y, por lo tanto, impide que se valore a las mujeres por criterios estrictamente profesionales.

En el caso particular de Clara Brugada leo a mucho columnista señor enojado porque no quedó su gallo el policía Omar García Harfuch (fuera caretas por favor) y que consideran que la candidatura la recibió Clara Brugada como un obsequio en su propio detrimento.

Muchas directivas me dijeron “yo no veo género, veo talento”, como si las mujeres no ocuparan cargos gerenciales o directivos por falta de conocimientos o pericia; hoy en la política dicen que se lo dieron a Clara por “una decisión política”. Sorpresa, la desigualdad es política. Ni fue un regalo, el criterio de paridad existe por culpa de las personas que siguen pensando que las mujeres no pueden gobernar en contra de la opinión de 64% que considera que México está listo, por ejemplo, para tener una presidenta mujer (“Estudio de opinión a nivel nacional”, realizado por Mitofsky en marco de 2023).

Y de acuerdo con la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres en su artículo 5, fracción V, la igualdad sustantiva es el acceso al mismo trato y oportunidades para el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos humanos y las libertades fundamentales. 

Por eso, de acuerdo con la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, los Estados no sólo están obligados a sentar las bases legales para que exista igualdad formal entre mujeres y hombres; es necesario asegurar que haya igualdad de resultados o de facto: igualdad sustantiva.

Para alcanzarla es necesario que las leyes y políticas garanticen que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres en todas las esferas de la vida, lo que implica que el Estado tiene la obligación de garantizar las condiciones para ello y de remover todos los obstáculos para que la igualdad se alcance en los hechos.

También escuchaba el gran podcast que conduce Mariel Ibarra, junto a Viri Ríos y Carlos Bravo Regidor de la última semana y me quedo con la reflexión de que hoy ya es momento de cambiar las preguntas que nos hacemos. Ya estoy harta de escuchar “¿quieres a una mujer presidenta?, ¿quieres que una mujer dirija la compañía en la que trabajas?, ¿quieres que una mujer sea tu jefa?”. Prefiero empezar a preguntarme y a los demás qué clase de mujer queremos ser o preferimos como líderes en nuestras esferas.

Que no quepa duda, sí es tiempo de mujeres, pero no por solidaridad de nuestros pares hombres, por el dedazo del presidente, ni siquiera por la voluntad de muchas personas sino porque hay miles de mujeres tomando y construyendo esos estudios.

Estela:

Escribo esta columna deseando que la familia de le magistrade Ociel Baena encuentren la justicia y el aliento que merecen.

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