Género, el dato olvidado del cambio climático 
Un cuarto público

Abogada y escritora de clóset. Dedica su vida a temas de género y feminismos. Fundadora de Gender Issues, organización dedicada a políticas públicas para la igualdad. Cuenta con un doctorado en Política Pública y una estancia postdoctoral en la Universidad de Edimburgo. Coordinó el Programa de Género de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey durante tres años y es profesora en temas de género. Actualmente es Directora de Género e Inclusión Social del proyecto SURGES en The Palladium Group.

X: @tatianarevilla

Género, el dato olvidado del cambio climático 
Foto: Ron Lach/Pexels

Hay ciertos datos relacionados con género y cambio climático que nos muestran los impactos diferenciados por género: feminimización de la pobreza; falta de propiedad de la tierra en la que se producen los alimentos –especialmente de las mujeres y comunidades indígenas–; poca representación en asambleas u órganos de gobernanza climática y la relación de fenómenos naturales con el aumento de violencias de género, por decir algunos. 

Estos números los encontramos en distintos informes a nivel mundial y nacional, y con algunos análisis más sofisticados podemos obtener aproximaciones a nivel estatal y local. Sin embargo, incluso con esto, la falta de captura de datos desagregados más allá de género dificulta llegar a una especificidad que permita contextualizar, focalizar acciones y financiamiento, así como observar de manera más rápida los cambios en ciertas situaciones de las personas. Con esto no quiero decir que sea imposible llevar a cabo acciones, ya se hace, pero la etapa de diagnóstico lleva su tiempo, recurso, e incluso, incertidumbre al momento de implementar en territorio. 

La COP28, que tuvo lugar en Dubái en noviembre de 2023, reconoció la importancia de los datos con perspectiva de género para la acción climática. Por primera vez se llevó a cabo una conferencia especial de datos y género. En ella se estableció como prioridad contar con datos a un nivel que permita tomar decisiones focalizadas respecto la triple crisis: el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad. 

En este sentido, se acordaron una serie de acciones como llamado urgente a los países y sus líderes, las cuales se enmarcaron en cinco estrategias: 

  • Promover y priorizar la producción de datos sobre género y medio ambiente de forma ética y transparente. 
  • Acelerar el uso y procesamiento de datos de género y medio ambiente para la toma de decisiones, desarrollo de programas, monitoreo, investigación e incidencia. 
  • Financiar e invertir en la producción y uso de datos de género y medio ambiente. 
  • Garantizar que los procesos estadísticos y de gobernanza de datos globales, regionales y nacionales sean inclusivos y, 
  • Crear y fortalecer asociaciones de múltiples actores clave relacionados con datos de género y medio ambiente.

Sabemos que los famosos Call to action de Naciones Unidas no garantizan resultados. De hecho, la mayoría de los compromisos en materia de cambio climático se han quedado en papel. Pero algo no podemos negar, estos llamados marcan un rumbo, un punto de partida para construir políticas y programas que se adapten a las necesidades específicas de cada país, región y comunidad. 

Y en cuanto a este rumbo, ¿qué dice el Plan de Acción sobre Género y Cambio Climático de México? 

Este Plan establece una serie de estrategias a través de pilares para integrar la perspectiva de género en las acciones nacionales de mitigación y adaptación. Dentro de estas acciones, solo encontré una relacionada con datos: “La construcción y fortalecimiento de capacidades en materia de datos y estadísticas desagregadas en materia de género y cambio climático”. 

Esta acción tiene la intención de desagregar, gestionar y trabajar en la disponibilidad de distintas variables más allá de género/sexo, tomando en cuenta principalmente la perspectiva local, los pueblos indígenas y aformexicanos señalando dos indicadores: (1) número de documentos y bases de datos con actualizaciones de datos desagregados sobre igualdad de género y cambio climático y, (2) talleres/eventos a nivel federal, estatal y municipal con las instancias competentes.

Como vemos, la única acción del Plan relacionada con datos y género es insuficiente y poco ambiciosa. Su generalidad, sin especificar qué variables se necesitan, los riesgos ante los datos, las responsabilidades, indicadores o recursos dificulta la implementación de estrategias para contar con captura, procesamiento, análisis y difusión de datos que fortalezcan la relación de género y cambio climático en el diseño de políticas públicas. 

El contraste entre las acciones establecidas en la conferencia especial de datos y género de la COP28 con las del Plan de Acción Género y Cambio Climático del país es revelador: el género es de los datos más olvidados en la estrategia de cambio climático. Y esto preocupa porque deja, principalmente a mujeres e infancias que viven en pobreza en las zonas afectadas por el cambio climático en una situación de vulnerabilidad permanente.

Si México quiere cumplir sus compromisos internacionales y hacer algo por la triple crisis climática tendrá que hacer una revisión profunda de los planes nacionales y corregir el rumbo pronto. La incorporación de la perspectiva de género en los datos es una tarea pendiente que ya no puede esperar mucho. 

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