Tres tiros, tres
La terca memoria

Politólogo de formación y periodista por vocación. Ha trabajado como reportero y editor en Reforma, Soccermanía, Televisa Deportes, AS México y La Opinión (LA). Fanático de la novela negra, AC/DC y la bicicleta, asesina gerundios y continúa en la búsqueda de la milanesa perfecta. X: @RS_Vargas

Tres tiros, tres
Foto: Roberto Vargas

Dos cuerpos, tres, cinco, ocho, 11 cadáveres encontrados en una barranca, junto a un auto, en una bodega o en pedazos, metidos en refrigeradores… ¡Hasta qué punto hemos normalizado la violencia en este país que el portal para el que trabajo, del diario más importante del Bajío, tiene un “Ejecutómetro”, que lleva el conteo diario las muertes violentas en Guanajuato!

A pesar de leer todos los días los reportes de mis compañeros y encontrarme en redes sociales con noticias de asesinatos a lo largo del país, esta semana hubo dos que me sacudieron por crudos, por injustos, por cercanos…

La madrugada del 5 de febrero fue asesinado, en calles de Santa María La Ribera, Gabriel Martínez, un veterinario veinteañero que además era estudiante de cine. Su único “error” fue pasar frente a un grupo de hombres que tomaban bebidas alcohólicas en la vía pública. Ahí, con toda la sangre fría y ante la complicidad de sus acompañantes un hombre, que se emborrachaba pistola en mano, tomó a Gabriel por el cuello y le dio un balazo en la cabeza. Después entró a la tienda por otra cerveza y se fue. Ahí en Santa María La Ribera, donde vive la polémica alcaldesa de Cuauhtémoc, Sandra Cuevas. En la colonia a la que voy con frecuencia a comer con mi hija.

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El segundo disparo

En el video, grabado el sábado 3 de febrero, se observa a un grupo de cuatro personas en una aparente discusión. De pronto dos hombres se paran y van a la mesa de a lado. Después de intercambiar algunas palabras, quizás eran insultos, el hombre sentado en la cabecera les arroja agua con un vaso. Un sujeto vestido con sudadera roja se dirige a su mesa, saca una pistola y le dispara a Cipriano Morales. El hombre de 77 años, cliente asiduo del lugar, intenta levantarse cuando su asesino le dispara otro balazo y lo patea en el piso, al igual que una de las acompañantes del homicida. Ahí en el Emporio, en la alcaldía Benito Juárez, desde la que Santiago Taboada buscará la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. En el Emporio, una cantina que acaba de cumplir 107 años de vida y a la que el pasado 8 de enero fui a comer y tomarme unas cervezas.

El disparo que no salió

El 25 de enero de 2010, un disparo acabó con la carrera deportiva del futbolista paraguayo Salvador Cabañas. Unos meses después, también en el baño de un bar, viví una situación similar. Mauro vendió el Naked en 2017 y a Román, el sujeto que me puso una pistola en la cabeza, me lo he encontrado cuatro veces en la calle; una de ellas apenas a una cuadra de mi casa. La última hace dos semanas.

– Date un pase conmigo, me dijo aquella noche mientras sacaba de la bolsa de su camisa una bolsa con cocaína.

– No me gusta esa mierda… Además, no me caes bien.

– Ja ja ja, se carcajeó con esa voz ronca y aguardientosa que a veces recuerdo.

– El día que te conocí llegaste al bar diciendo que le acababas de pegar a tu mujer…

– Ja ja ja

– Si no anduvieras “enfierrado”, ya te hubiera dado en la madre, le dije desafiante.

Román se llevó la mano a la pequeña bolsa de mano que le cruzaba el pecho y sacó una escuadra ligera, cortó cartucho y me la puso en la sien: 

– ¡Qué, por esto!, preguntó antes de soltar otra carcajada cínica.

No alcancé a ver mi cara en el espejo que estaba frente a mí, pero cuando guardó el arma, salí del baño, pagué la cuenta y me fui a casa. Fue ahí, en el Naked City, el bar del que fui cliente 21 años; en Tlalpan, la alcaldía que gobernó unos años después Claudia Sheinbaum.

Ver a Román caminar cerca de mi casa no me causa ningún sobresalto. Es más, me ha saludado un par de veces. Sólo pienso que, si las circunstancias de aquella noche se repitieran hoy en el país donde el número de masacres, asesinatos y desplazados “no es significativo”, sin pensarlo dos veces Román jalaría el gatillo.

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