Un baúl sin fondo

Este lunes 18 de marzo se cumplieron 86 años de la Expropiación Petrolera del presidente Lázaro Cárdenas. Fiel a su costumbre, López Obrador conmemoró esta efeméride aludiendo a su persona y comparándose con el general michoacano. En el evento que se dio en la conocida “Torre Pemex”, el presidente dijo: “Cuidado con los nuevos vendedores de cuentas de vidrio, con los que piensan que la riqueza de las naciones no depende de la producción y del trabajo, sino de la especulación financiera y de las bolsas de valores. Mientras no tengamos la total certeza de que podemos sustituir el petróleo sin dificultad y en poco tiempo, sigamos con la estrategia que hemos adoptado”.

El presidente sigue pensando que el petróleo sigue y seguirá siendo el combustible que mueve al mundo, sin importarle las cuestiones medioambientales, claro, pero tampoco las finanzas públicas. Para nadie es un secreto que Pemex es la empresa de hidrocarburos más endeudada del mundo entero, este déficit asciende a 105 mil 836 millones de dólares. Esto sumado a las inyecciones de efectivo, maromas fiscales y condonaciones tributarias que en todo el sexenio se le ha aplicado a la empresa estatal.

Como botón de muestra está que por decreto presidencial se le han condonado el 100% los impuestos, tales como el Derecho de Utilidad Compartida (DUC), el Derecho de Extracción de Hidrocarburos, entre otros. Esta exención, según algunos expertos, tendría el valor corriente de casi 6 mil millones de dólares, solo de los últimos cuatro meses. Con propias estimaciones de la Secretaría de Hacienda, en lo que va del sexenio se le ha inyectado a Pemex casi 50 mil millones de dólares para el programa de rehabilitación de las 6 refinerías, la construcción de Dos Bocas y la compra de Deer Park.

Pemex es un baúl sin fondo, además de no cumplir con la regulación de medio ambiente. Se dice que el petróleo es de las y los mexicanos, pero, ¿de qué sirve si la sociedad no se beneficia? Envolverse en la bandera patriotera y seguir aferrados a esto solo va a lograr que siga la corrupción, la insuficiencia productiva y perder miles de millones más. La visión del presidente es seguir el camino de PDVSA, la empresa estatal de Venezuela que solo sirve para financiar campañas y lujos de los caciques gubernamentales. Aún es tiempo de virar hacia la modernidad con enfoque en energías verdes, renovables y en finanzas sanas.