La batalla de la música tropical contra el estigma
Contextos

Reportero egresado de la UNAM, formó parte de los equipos de Forbes México y La-Lista. Con experiencia en cobertura de derechos humanos, cultura y perspectiva de género. Actualmente está al frente de la Revista Danzoneros. X: @arturoordaz_

La batalla de la música tropical contra el estigma

El miércoles 20 de marzo se realizó el concierto Lavoe Sinfónico, una noche dedicada a recodar los mejores éxitos del “Cantante de los cantantes” bajo la voz de Joseph Amador. El mundo de la salsa se vistió de gala, ya que no sólo estuvo presente la Orquesta de Héctor Lavoe, también casi una centena de músicos con violines, chelos, metales y demás. ¿Hace 30 años nos hubiéramos imaginado eso? 

La música tropical ha convivido desde su inicio con un gran estigma, como un elemento representativo del barrio o las clases populares. La salsa, la cumbia, el merengue, incluso el danzón, algunas veces fueron demeritados por la vox populi por su relación con este sector de la población: “es música de nacos”. Este prejuicio tomó todavía más fuerza cuando los llamados sonideros comenzaron a tomar las calles resonando estas notas musicales. 

Este panorama ha ido cambiando con el tiempo, sobre todo a partir de los ejercicios “sinfónicos” que han hecho diversas agrupaciones para hacer nuevos arreglos de sus canciones. El ejemplo más claro fueron Los Ángeles Azules, quienes convirtieron la cumbia de Iztapalapa en un concepto más amigable para quienes no voltearían a escuchar este género musical. 

En el caso de Lavoe Sinfónico, o especialmente de la salsa, la ejecución musical es magistral. Todo músico o melómano sabe la complejidad que lleva este ritmo, así como el trasfondo que lleva en su historia por las diversas influencias y riquezas que tiene de otros géneros. La salsa, y la música tropical, va más allá de bailar en una fiesta el coro “no le pegue a la negra”, es un entramado lleno de talento, estudio y trayectoria. 

Los estigmas son construcciones mentales que ejercemos sobre un ente para darle una clasificación y un juicio; los géneros musicales no se salvan de ello, y es momento de luchar contra ello. Ni la salsa es de nacos, ni la banda de pueblerinos, ni el reguetón de maleantes. Hay que darle su lugar a cada ritmo y también respetar el gusto de cada uno. 

La música es un recurso hermoso para la expresión humana, para demostrar lo que alguien siente en el interior y que puede compartir con los demás. Sería demasiado injusto desaprovechar esta herramienta con juicios sin fundamento o simple desdén. Es cierto que la música es parte de la identidad de la una persona, pero no es un arquetipo inamovible, solo es un elemento de un enorme conjunto que te construye como ser. 

No juzgues a un disco por su portada, tal vez si le das la oportunidad de escuchar y comprender su historia, te darás cuenta que va más allá de un arquetipo o una máscara que creías conocer. 

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