Al calor de las palabras: crónica de una resistencia
RacismoMX

Abogado por la Universidad Autónoma de Yucatán y maestro en psicopedagogía por la Universidad José Martí de Latinoamérica. Su pasión son los derechos humanos, el antirracismo, la educación y la cultura para la paz. Y, sobretodo, ama la mar. Actualmente es coordinador de investigación en RacismoMX.

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Al calor de las palabras: crónica de una resistencia
El primer paso para desmantelar el racismo es organizarnos y hablar, dejar fuera el silencio y transformarlo en acción. Foto: Envato Elements

—Díganme —dijo Aimeé—, díganme si la justicia tiene sentido, por favor. Así inició el relato sobre el racismo que vivió su familia y que nos compartió en «Caminos hacia la justicia racial», un evento donde nos reunimos diversas organizaciones antirracistas para crear puentes por la igualdad.

Su hijo S. fue atacado por motivos raciales el viernes 13 de octubre de 2023 en Puebla por un compañero de preparatoria. El bullying racista es una problemática en México. Lo vivido por S. no fue un caso aislado. El mismo año, en el Estado de México, Norma Lizbeth fue asesinada por su tono de piel y cabello; y en 2022 Juan Pablo Z. fue rociado de alcohol y prendido en fuego por sus compañeros de secundaria por su origen ñähñü en Querétaro.

El primer paso para desmantelar el racismo es organizarnos y hablar, dejar fuera el silencio y transformarlo en acción. Aimeé y su hijo S. con valentía nos compartieron a las colectivas, organizaciones y activistas su historia de resistencia.

Antes de hablar en el foro, Aimeé y S. me comentaron que su familia provenía de La Habana, al igual que la mía. Ella es una mujer de plática alegre, sonriente y mirada amable. S. apenas tiene 17 años; le encanta el gimnasio y echar coto con sus amixes.

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Al conocerles, pensé en la diáspora y migración como una suerte de diente de león cuyas semillas terminan irremediablemente encontrándose pese al azar del viento. —Venimos de Puebla —señaló Aimeé—. Ahí lastimaron a mi hijo. Ahí empezó todo esto— agregó. En ese momento S. nos enseñó las rutas dolorosas de su abdomen provocadas por el cuchillo y el racismo.

Durante mucho tiempo S. les manifestó a las autoridades de su escuela sobre la violencia y discriminación que vivía por su tono de piel y cubanodescendencia.

El colegio, su personal, me han decepcionado de su calidad humana. Una cree que deja a sus hijos en una escuela privada y que todo estará bien, pero es mentira. Le dejé en tierra de nadie —nos comentó Aimeé—. Por una colegiatura, por una entrada de dinero, harán lo que sea por mantener esa cuota. Pasó el ataque, llamé a la tutora, llamé a la directora, y las dos me dejaron en visto. El niño en el quirófano, y todo el personal me ignoró. Nadie sabía nada. ¿Cómo es posible?

El racismo no inició al momento del ataque. El racismo es un sistema que se manifiesta de forma continua en la vida de sus víctimas, no es algo casual y fortuito. Es un entramado de situaciones que buscan lastimar a como dé lugar. —Empezó mucho antes con las palabras ‘negro’ y ‘mugriento’ —dijo Aimeé— Y luego, el agresor tomó dos camiones para ir a la casa y sacar el cuchillo.

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El racismo es un sistema que se manifiesta de forma continua en la vida de sus víctimas, no es algo casual y fortuito. Foto: Otto Castillo

El caso fue llevado ante las autoridades. En un punto, en el juicio de control, el defensor de oficio sin la menor vergüenza argumentó que lo sucedido no fue racismo, sino que «son cosas que pasan al calor de las palabras». La jueza increíblemente no ordenó medidas cautelares para proteger a S.

¿El ataque fue un hecho espontáneo y aislado? No. El racismo tiene un andamiaje histórico. Recordemos que Puebla en su momento prohibió la presencia de personas indígenas y negras en su territorio. Hoy se vanagloria como patrimonio de la humanidad y de su pasado colonial.

Puebla, la Ciudad de los Ángeles. Puebla de las iglesias, ciudad beatificada. Puebla de las cemitas y enmoladas. Puebla de los milagrosos cargadores de campanas. Puebla de Los Ángeles. La primera vez que la visité pregunté la razón de su nombre. En el tour dijeron que los trabajadores —un eufemismo para personas esclavizadas— una noche estaban tan agotados por los intentos de subir la campana a la torre de la catedral. Esa noche, dice el mito católico, los ángeles milagrosamente bajaron cuando todo el mundo dormía para colocar las 8 toneladas de metal a más de 50 metros del suelo.

¿Puebla de Los Ángeles? Puebla del Racismo, mejor dicho. Las personas racializadas levantaron esa campana, no los ángeles. Las manos racializadas son las que construyeron esa catedral y el resto de la ciudad. La gente racializada es la que hoy día mueve a Puebla en lo alto del teleférico, en los jardines de los fuertes con papalotes y shows de circo, en el centro y en todas sus calles.

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Y aún con toda esta historia detrás del cuchillo que atacó a S., las autoridades desestimaron el caso porque «son cosas que pasan al calor de las palabras». —No son los legisladores, —concluyó Aimeé— no es la ley, ni el juez, ni el defensor de oficio, sino es la madre quien limpia el cagadero del racismo. Todas y cada de las personas que escuchamos la historia nos unimos en solidaridad a S. y Aimeé.

«No es racismo. Son cosas que pasan al calor de las palabras» dijo la autoridad. De la misma forma les contestamos que nunca tendrán nuestro silencio y que nuestras palabras no serán calor sino incendios para quemar su cinismo y violencia. S. vive y su existencia ya es resistencia. Celebramos su vida y su andar. No está solo, ni tampoco Aimeé. Aquí nos tienen. La lucha antirracista es por él, por ella, y también por quienes vienen.

*El presente texto cuenta la autorización de las personas involucradas en el caso y su finalidad es dignificar y denunciar las prácticas racistas del Estado.

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