La cumbia es el punk de Latinoamérica
Contextos

Reportero egresado de la UNAM, formó parte de los equipos de Forbes México y La-Lista. Con experiencia en cobertura de derechos humanos, cultura y perspectiva de género. Actualmente está al frente de la Revista Danzoneros. X: @arturoordaz_

La cumbia es el punk de Latinoamérica

Muy pocas veces se escuchó cumbia en mi casa. Aunque mi padre nació y creció en Tepito, uno de los barrios más bravos de la Ciudad de México, nunca le tomó el gusto a este género. Cuando logró superarse, estudiar y salir de ahí, ese sonido le recordaba a todo lo que vivió en su juventud. Yo crecí en un ambiente muy lejano a donde él se desarrolló, pero en la sangre heredé el gusto nato por ese ritmo de origen colombiano. 

La cumbia fue mi punk en la adolescencia, se convirtió en causa de grandes batallas con mi papá, como cuando ponía la Del monte a un alto volumen en mi cuarto. Poco a poco fuimos conciliando el tema, pero nunca estuvo tan de acuerdo con mi gusto musical. ¿De dónde heredé el amor por esta música? No lo sé, tal vez fue algo que traía en las venas como muchos de los latinoamericanos. ¿Este género se puede convertir en una herramienta de protesta o identidad? Seguramente sí. 

La propagación de la cumbia en todo Latinoamérica sirvió como un instrumento de expresión para cada nación y cada una la hizo a su manera. Este sonido originario de Colombia llegó a México, Perú, Bolivia, Chile y hasta Argentina; en los últimos dos países mencionados se convirtió en un arma de lucha contra las políticas gubernamentales y la desigualdad social en los 90. 

En el caso de México, los sonideros fueron parte importante para la promoción de la cumbia. La toma de espacios públicos fue una batalla que fueron ganando poco a poco, al colocar sus grandes bocinas sobre las calles y cerrar avenidas para el disfrute popular. Incluso, este género musical sirvió como referente en el norte del país, donde un grupo de regios lo hizo suyo con una nueva manera de escucharlo (más rebajado) y con una nueva forma de bailar. 

Este ritmo musical sirvió también como revolución sexual, en la década de los años 70 la Sonora Dinamita causó polémica al estrenar Tu cucu, una referencia explícita a la sexualización de la mujer. Hay que tomar en cuenta que en ese tiempo no había la lucha por la perspectiva de género que hay ahora, en aquel entonces se tomó como un atrevimiento que pocos podían hacer. 

La cumbia se volvió un instrumento para contar parte de la historia de la sociedad, ¿se acuerdan del impacto que tuvo el VIH en los 80? Pues se compuso la cumbia del sida, incluso en el 2020 hubo quien le dedicó una melodía con este ritmo al coronavirus. Todo ello sin dejar de lado que, también sirvió para consagrar a los pobres, al monte, a las iglesias, al amor, al ferrocarril, al sol y muchos elementos más. 

El sonido de las trompetas, los trombones y las percusiones de este género sirvieron de inspiración para muchas bandas de rock en los 90, a través de esta sinergia varias bandas de ska logaron su sonido particular, quienes dedicaron muchas de sus letras para hablar de la pobreza, la desigualdad y cosas típicas del barrio. 

Durante los últimos años, la cumbia tomó una mayor fuerza entre la clase media gracias a los arreglos sinfónicos que han hecho grupos como los Ángeles Azules, Cañaveral o Yaguarú. Sin embargo, no hay que olvidar con todo y la industrialización de este género musical que sigue siendo una herramienta de resistencia, protesta e identidad para los sectores más desiguales.

La cumbia les pertenece a todos, cada uno la hace suya a su manera, pero siempre llevará en su ADN los alaridos de crítica y algarabía con que fue hecha durante la época colonial por los indígenas y africanos del Caribe Colombiano. ¡Que viva la cumbia y el pueblo latinoamericano! 

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