Claudia Sheinbaum o cómo “nadar de a muertito” hasta el 2 de junio
Erre que erre

Licenciado en Periodismo y Medios por el Tecnológico de Monterrey y Máster en Teoría de la Cultura y Psicoanálisis por la Universidad Complutense de Madrid, España, país en el que radica actualmente desde hace más de tres años. Editor de La Península Hoy.

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Claudia Sheinbaum o cómo “nadar de a muertito” hasta el 2 de junio
La favorita en las encuestas rumbo a los comicios electorales del próximo 2 de junio no tiene nada de qué preocuparse. Foto: La Hora Nacional

La favorita en las encuestas rumbo a los comicios electorales del próximo 2 de junio no tiene nada de qué preocuparse. Es casi un hecho que será la primera presidenta del país salvo que un verdadero apocalipsis político nos aguarde en las siguientes semanas, lo cual no solo luce descabellado sino totalmente inviable, sobre todo después de lo visto en el debate, que nos confirma lo que ya sabíamos desde la pasada elección presidencial en la que Andrés Manuel López Obrador arrasó: la oposición en México no sólo está extraviada en un infantilismo que da cringe mirar de frente sino que muy probablemente esté muerta.

Víctima no sólo de un desmembramiento a la vista de todos en los últimos años que raya en el exhibicionismo, sino de una meritoria incapacidad de realizar diagnósticos y enmiendas más allá del deseo y los intereses inmediatos de algunos de sus impresentables dirigentes (Los Cortés y Los Alitos en primera línea), quienes se han encargado de aniquilar el futuro político de sus corrientes ideológicas (si las hay) al modo Saturno al devorar a su hijo, al intentar a toda costa perpetuarse en el chronos de la eternamente desfigurada política mexicana, sin permitir que una verdadera alianza política con personajes que medianamente correspondan a la expectativa y la coyuntura social mexicana, pudieran encabezar la candidatura opositora, más allá de pretensiones y ansiedades políticas.

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El desastre lo hemos visto en directo durante el mal llamado debate organizado por el Instituto Nacional Electoral (INE), donde fuimos una vez más espectadores de esa bobalicona manera de hacer política que desde hace algunos años la ‘derecha canapé’ (la misma que crea frentes y organizaciones cada fin de semana que no trascienden del pomposo cóctel de inauguración) ha impuesto como sello en la personalidad de sus representantes y con la que más temprano que tarde la sociedad llega a fastidiarse, sin que esto parezca menguar sus ánimos por repetir las mismas fórmulas discursivas dentro de una burbuja que, como hemos visto, no tienen gran eco en espacios o sectores sociales más amplios y relevantes durante una contienda electoral.

La fallida fórmula (por cansina) de Xóchitl Gálvez para el primer round de los tres pactados ante su adversaria política puso a la vista de todos lo que muchos escépticos de su candidatura temíamos: lo limitado de los argumentos de la candidata del Frente Amplio para al menos esbozar de manera seria el cómo hacer frente a los graves problemas del país, y su incapacidad manifiesta para romper con un guion -de por sí endeble- en los momentos que fuese necesario para expresar o elaborar ideas.

Todas estas flaqueas mostró Gálvez pese a tener unos adversarios “a modo”, a quienes bien pudo arrinconar desde el primer minuto con señalamientos puntuales y preguntas incisivas que los exhibieran de cuerpo completo (sobre todo a la candidata del oficialismo obradorista, la rival a vencer), y darse la oportunidad de lucir ante millones de mexicanos -bastante escépticos y hartos de la política- como una real aspirante a la silla presidencial, y no como lo que pareció confirmar: una candidata improvisada por una oposición que, en su deseo por aniquilarse a sí misma, no pudo escoger entre su escueta caballada una mejor aspirante al máximo cargo del país gracias a su incapacidad de alcanzar acuerdos.

De más está recordar que el formato que ofreció el ejercicio convocado y organizado por el INE -que de debate tuvo casi nada- hizo que ante la falta de inteligencia de los contendientes y sus decenas de asesores, lo único que nos ofrecieron fue una repetición de lo que hemos venido escuchando durante esta dantesca tortura auditiva y visual que algunos malintencionados y monótonos nos venden como campañas políticas, sin reparar en la deficiente planeación del formato y la producción del evento que no hizo más que ahondar la frustración de millones de televidentes, quienes difícilmente darán una segunda oportunidad tras el pobre espectáculo argumentativo y reflexivo sobre la realidad de un país que no asoma por la imaginación ni la consciencia de ninguno de los candidatos.

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Para Xóchitl Gálvez fue una oportunidad de oro perdida que le permitió a Claudia Sheinbaum “nadar de a muertito” en ese primer encuentro y posiblemente, de aquí hasta el 2 de junio, pues no tiene que hacer absolutamente nada para vencer a sus adversarios en las urnas, ni mucho menos preocuparse por algún destello o viraje en la estrategia de estos (en el debate demostraron que han alcanzado su respectivo techo) que en algún momento pudiera comprometer su tan cacareada victoria desde el oficialismo y decenas de encuestas sino solo dejarse llevar por la inercia de un proceso electoral que parece ya estar decidido.

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