Mis dudas sobre el “duro golpe” al “Mayo” Zambada

La tarde del 14 de abril, varios reporteros que cubrimos temas relacionados con crimen organizado recibimos en nuestros teléfonos la alerta de un golpe histórico contra una de las leyendas del narcotráfico en México: a la facción de Ismael “El Mayo” Zambada le habían tendido un operativo secreto y simultáneo en Nuevo León y Sinaloa que acabó en el decomiso de más de 120 toneladas de precursores químicos para elaborar metanfetaminas.

El origen de la noticia era la Secretaría de Marina y la Fuerza Civil de Nuevo León en conjunto con la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios. Las imágenes que acompañaban la noticia explicaban el involucramiento de la agencia sanitaria: la incautación se llevó a cabo en laboratorios y bodegas de empresas fachada que operaban como proveedores para farmacéuticas.

Para agrandar el operativo, los redactores añadieron un cálculo arbitrario del supuesto valor callejero de las 120 toneladas de precursores: el golpe, presumieron, era el equivalente a quitarle a la gente del “Mayo” Zambada unos 87 millones de pesos o unos 5.1 millones de dólares. A primera vista, un mazazo demoledor.

Sin embargo, hay que ver más allá del mensaje oficial para probar que el “duro golpe” es, en realidad, un “blando fracaso”.

En 2007, el Centro Nacional de Inteligencia sobre las Drogas del Departamento de Justicia de Estados Unidos calculó que el tráfico de metanfetaminas entre la Unión Americana y México vale 1.9 mil millones de dólares. Se trata de un cálculo de hace 17 años, los inicios de la “guerra contra el narco”, así que es seguro asumir que el valor actual de ese mercado es mayor. Mucho mayor.

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Incluso usando ese cálculo conservador, el “duro golpe” a la facción histórica del Cártel de Sinaloa apenas representa el 0.2% de lo que cada año ganan los cárteles sólo de metanfetaminas. Si se añade cocaína, heroína, marihuana y fentanilo, el valor se cae centésimas de dólar, es decir, centavos en el cenicero del auto del narcotráfico mexicano.

Enseguida, resalta que la comunicación oficial no informa sobre personas detenidas. Horas después, trascendió el arresto de un velador, pero hasta ahora no se ha confirmado. De cualquier modo es, por lo menos, sospechoso que el crimen organizado tuviera 120 toneladas de precursores químicos resguardados bajo la mirada de nadie.

Si una narcotiendita suele tener una parvada de halcones armados alrededor, ¿por qué no una bodega de millonario contenido?

Finalmente, en el mensaje enviado a los medios faltó —convenientemente— cómo llegaron las autoridades a esos depósitos secretos. Apuesto a que omitieron esos datos porque no querían usar la mentira clásica en estos casos: un falso operativo derivado de arduas labores de inteligencia criminal. ¿Cómo respaldarían esa aseveración, si alguien pedía pruebas?

Mis dudas están basadas en años de experiencia cubriendo este tipo de montajes: el crimen organizado no perdió ese cargamento, sino que lo entregó voluntariamente como un seguro de vida barato —0.2% de lo que puede ganar cada año— a cambio de protección o ayudas futuras. La falta de detenidos y explicaciones respaldan las sospechas. El silencio posterior otorga validez a la suspicacia.

Una obra que ya hemos visto mucho los mexicanos y que se llama “Te ayudo ahora, tú ayúdame después”.

GRITO. La duda más importante: ¿a cambio de qué la gente del “Mayo” Zambada entregó un regalito a la policía de Samuel García en medio de una crisis de seguridad en Nuevo León?

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