Los expedientes secretos y congelados entre México-Ecuador
Zona de silencio

Periodista especializado en crimen organizado y seguridad pública. Ganador del Premio Periodismo Judicial y el Premio Género y Justicia. Guionista del documental "Una Jauría Llamada Ernesto" y convencido de que la paz de las calles se consigue pacificando las prisiones.

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Los expedientes secretos y congelados entre México-Ecuador
Los gobiernos de México y Ecuador mantienen un conflicto que escaló a la ruptura de relaciones diplomáticas. Ilustración: La Lista/Samantha Guerrero.

A finales de enero de este año el gobierno de Ecuador, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, envió una nota diplomática al gobierno mexicano para plantear una misión conjunta y de la mayor discreción: que se creara un grupo compacto de alto nivel para investigar los nexos entre población privada de la libertad en México y los líderes de las pandillas carcelarias de la nación sudamericana.

Habían pasado apenas tres semanas desde que las pandillas renombradas grupos terroristas desafiaron al presidente Daniel Noboa con el secuestro masivo de celadores, ataques a universidades y amagos de asesinar civiles inocentes, si el gobierno ecuatoriano no les permitía manejar las cárceles a su antojo para convertirlas en sus centros de operaciones.

Esa explosión de violencia destapó los análisis de inteligencia criminal que estuvieron guardados en los cajones de la burocracia por cinco años, cuando autoridades ecuatorianas identificaron que los delincuentes de su país habían aprendido las técnicas de control territorial, cooptación de autoridades y violencia extrema del Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación.

El planteamiento del gobierno de Daniel Noboa era simple: que autoridades mexicanas identificaran en prisiones de Sinaloa, Jalisco, Nuevo León, Michoacán y Estado de México a los líderes de las estancias que se desempeñan como “cancilleres”, es decir, embajadores de sus cárteles y con facultad para autorizar tratos internacionales, como trasiego de drogas y armas.

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La escucha de sus conversaciones en México, y su posterior reporte a los homólogos a 3 mil 130 kilómetros al sur del continente, permitiría al “noboísmo” aprovechar la fase posterior al Estado de excepción que decretó desde el 8 de enero y que se extendió por 90 días para hacer arrestos veloces y estratégicos que debilitaran al crimen organizado.

Una fuente de alto nivel consultada por LA-LISTA aseguró que el gobierno mexicano estaba resistente a ofrecer tal ayuda debido a que no sabían con qué secrecía se manejarían esos datos personales en Ecuador: ¿tenían la capacidad para blindar esas transcripciones de los ojos de pandillas como Los Lobos o Los Choneros? ¿Podían confiar en que no se filtrarían a la prensa local otros datos, por ejemplo, sobre el dominio de los cárteles y sus acuerdos de supervivencia?

A pesar de las dudas, el gobierno mexicano respondió afirmativamente. Incluso, prometió que revisaría el mejor mecanismo para proveerles datos de inteligencia criminal que no vulnerara derechos humanos ni pusiera en manos de un gobierno extranjero información de carácter nacional y sensible.

Por primera vez, se abrió un expediente con el objetivo exclusivo de conocer, desde las cárceles de ambos países, la relación criminal entre México y Ecuador. Nombres, alias, tratos, transacciones, pero especialmente los contactos dentro y fuera del hampa que les ayudaban. Una maniobra histórica. Un eventual ejemplo de cooperación binacional.

El expediente apenas acumuló unas cuantas hojas. Cuando la información parecía que fluiría con rapidez, el gobierno de Ecuador violó la inmunidad diplomática de la embajada mexicana en Quito y con violencia armada extrajo al exvicepresidente Jorge Glas, acusado de peculado, pero también considerado un refugiado político. Horas más tarde, el mandatario Andrés Manuel López Obrador ordenó la ruptura de relaciones entre ambos países y la luz se apagó.

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En la oscuridad se quedó el expediente secreto que prometía demoler —o, al menos, golpear con dureza— la ruta narcótica y de armas entre México y Ecuador.  Nunca sabremos lo que se hubiera encontrado. O más importante aún: quiénes están detrás de esa red criminal.

GRITO. Ecuador es el tercer país del mundo con mayores decomisos de cocaína en el mundo. Sin cooperación con México, el crimen organizado es el mayor ganador.

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