Xóchitl Gálvez: cómo perder dignamente

Antes del segundo y tercer debate, Xóchitl Gálvez debe plantear una nueva ruta de su campaña: cómo perder dignamente. 

Para ello, necesita ganar los dos debates y “mandar al carajo muchas cosas”, como ella misma dijo: si quiere usar su huipil, que lo use. Si quiere decir groserías, que las diga. Lo importante es convencer que en verdad el actual gobierno ya se agotó.  

Aunque ganar los dos debates que vienen no significará para nada ganar la elección, Gálvez puede construir en sí misma y desde ahora una segunda oportunidad para 2030. 

En estas pocas semanas -que ya son insuficientes para poder ganar el 2 de junio- Xóchitl debe dejar de hablarle solo a su electorado, para comenzarle a hablar en el oído a los indecisos y a los fastidiados de Morena, que en este sexenio podrían no ser tantos, pero que seguro en seis años serán más.

Gálvez debe sacudirse también el lastre de los partidos políticos que la postularon: en seis años, no me imagino a “Alito” Moreno o a Marko Cortés o a Jesús Zambrano como dirigentes. Debe haber una renovación en los tres institutos que no provoque lo que está pasando ahora: cada que se sacan una foto los dirigentes con la candidata, estos parecen más una carga que una ayuda.

Xóchitl puede, desde ya, pavimentar su camino como líder opositora, en el que antes no había trabajado porque apenas hasta mediados del año pasado se planteó en serio llegar a la Presidencia.

Como parte de este trayecto, el 2 de junio debe reconocer, en cuanto tenga los datos, la derrota y desearle “éxito” a Claudia Sheinbaum por el “bien del país”.

Si la oposición quiere ser tomada en serio, debe construir desde ahora una candidatura fuerte de la mano de Xóchitl Gálvez, para reclamar todo lo que no se cumpla en el sexenio de Sheinbaum, quien no tendrá consigo el carisma de López Obrador, como para volver a convencer a millones que aunque “vayamos mal” el presidente nos “cae bien”.

Esta nueva ruta es algo que no se planteó hace seis años Ricardo Anaya y que provocó que actualmente su liderazgo prácticamente desapareciera, aunque ya esté apuntado para reaparecer como plurinominal en el próximo Congreso.

Xóchitl Gálvez puede sobrevivir 6 años más, consolidando su figura de opositora, bajando sus negativos y poniéndole seriedad al discurso para la gente que la sigue viendo como un chiste.

La oposición, que no tiene mucho de dónde escoger, no debería soltarla este año ni culparla a ella del fracaso. O en cinco-seis años tendrá que comenzar de nuevo la construcción de otra figura, con el resultado ya esperado en esta elección.

Si López Obrador pudo a la tercera, ¿por qué Xóchitl no podría tener una segunda oportunidad? Esto, claro, si el resultado de este año no es un “tres a uno”, como quiere Sheinbaum, sino una derrota que no pase de 15-19%. Porque, eso sí, una derrota estrepitosa sepultaría cualquier posibilidad de que Xóchitl repita como candidata.

Espejos rotos: Santiago Taboada está más cerca de ganarle a Clara Brugada, que Xóchitl de arrebatarle el triunfo a Sheibaum. ¿Será que ahora todos los recursos y fuerzas se redirigirán a la CDMX?