Esto oculta la hipócrita prohibición de TikTok en EU

Analista y consultor político. Por más de 12 años, creador de estrategias de comunicación para el sector público y privado. Licenciado en comunicación y periodismo por la UNAM y maestro en gobierno por el Instituto Ortega y Gasset. Observador del uso de las nuevas tecnologías y su impacto en la democracia.

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Esto oculta la hipócrita prohibición de TikTok en EU
Mientras el gobierno estadounidense argumenta seguridad nacional para bloquear la plataforma, por ser de origen chino, renueva una ley que lo faculta para seguir espiando a todo el mundo con ayuda de sus ‘big techs’. Foto: Solen Feyissa

El gobierno chino podría estar teniendo acceso a datos de millones estadounidenses por la vía de TikTok. Es, en principio, el principal argumento con el que Joe Biden busca implantar la prohibición de la plataforma en todo el territorio estadounidense bajo la premisa de seguridad nacional. El curioso nombre del proyecto es “Ley de Protección de Aplicaciones Controladas por Adversarios Extranjeros”. Esta misma semana podría el Senado aprobar dicha Ley que obliga a la empresa china ByteDance a vender TikTok o, de lo contrario, será bloqueada la red social.

La expectativa es enorme y las posturas son diversas. Si bien existe preocupación por los indicios que sugieren las prácticas del gobierno chino para espiar y manipular información por la vía de sus empresas tecnológicas, esta medida también es vista por un sector –incluso por algunos demócratas– como una acción desproporcionada que atenta contra la libertad de expresión. Para algunos, la acción proteccionista de vetar TikTok se traduciría en un precedente peligroso de censura.

Es decir, lo que está en juego y que puede impactar no solo en la sociedad estadounidense, al ser un parteaguas en la región, es cómo los países/Estados conceptualizan, operan y defienden —enmarcados por el nuevo entorno digital— la seguridad nacional, la privacidad y las libertades civiles, siendo estos pilares fundamentales para cualquier sociedad pero que, al mismo tiempo, lucen cada vez más irreconciliables a consecuencia de la disrupción digital.

Pero no se queda ahí la discusión, que de por sí es crucial, sino también lo que exhibe este debate es el doble estándar y la actitud hipócrita de una de las principales potencias mundiales en medio de un reacomodo geopolítico que tiene como común denominador la administración, control y uso de las nuevas tecnologías como herramientas para disminuir a sus contrincantes.

Lo relevante y el trasfondo en medio de esta disputa, no es si China espía a estadounidenses, sino quién tiene el monopolio de espionaje sobre su población… y la del mundo. Tan solo hay que recordar que en 2013, Edward Snowden desencadenó un escándalo al revelar que el enorme aparato de espionaje estadounidense intervenía comunicaciones y recolectaba datos de personas de todo el mundo, desde simples publicaciones en redes sociales hasta llamadas de la entonces canciller alemana Angela Merkel.

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Mientras la nube mediática se ciñe en Estados Unidos sobre la propuesta de Ley para obligar a ByteDance a vender TikTok, o de lo contrario, ser baneada; el Senado aprobó en la madrugada del sábado la renovación de la sección 702 de la Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera (también conocida como Fisa) por dos años más, justo cuando estaba a punto de expirar y misma que permite al su gobierno rastrear las comunicaciones electrónicas de “terroristas, espías y piratas informáticos” en el extranjero.

La aprobación de esta Ley prendió las alertas, no solo entre los especialistas y activistas, sino también entre los congresistas –tanto demócratas como republicanos– quienes expresaron las preocupaciones por el poderoso alcance, sin mediación judicial, con el que se faculta a su gobierno la intervención y obtención de datos de millones de usuarios extranjeros con fines de inteligencia.

Mientras el gobierno de Joe Biden dice estar preocupado por la posible interferencia del gobierno chino sobre TikTok, se frota las manos para continuar con un esquema de sobrevigilancia global que, de la mano de sus corporativos como Google, AT&T y Verizon, violan la privacidad de millones de personas de todo el mundo; ciudadanos que sin ser sus gobernados podrán estar bajo escrutinio de las distintas agencias de inteligencia estadounidenses.

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La ampliación de los poderes de vigilancia con recolección de datos sin una orden judicial, la reducción de supervisión y transparencia de dichas actividades, la expansión de la vigilancia a comunicaciones extranjeras, representan parte de los desafíos primordiales de la comunidad internacional. ¿Acaso sólo EU se puede quejar de que lo espían, pero ningún otro país puede alzar la voz ante su invasiva política que, además de instaurar en el plano global, viola las libertades civiles?

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