Protege a la niñez migrante, futura presidenta de México
Columnista invitado

Sociólogo por la Universidad Autónoma de Tamaulipas, antropólogo social egresado de El Colegio de Michoacán y actualmente investigador titular en El Colegio de la Frontera Norte, Departamento de Estudios Sociales. Analiza las dinámicas de migración, violencia y crimen organizado en la frontera México-Estados Unidos.

Protege a la niñez migrante, futura presidenta de México
Hoy te escribo a ti, futura presidenta de México, porque el tema de la migración fue abordado en el Tercer Debate Presidencial. Foto: Envato Elements

Hoy te escribo a ti, futura presidenta de México, porque el tema de la migración fue abordado en el Tercer Debate Presidencial. Lo hago porque no sólo es un tema sino también un fenómeno complejo del que nuestro país es corresponsable. Lo abordo porque ustedes, candidatas y candidato, hicieron propuestas generales y, me atrevo a decirlo, hasta ambiguas. Mi mensaje es sobre una subpoblación migrante específica: la niñez migrante, que incluye a niñas, niños y adolescentes de nuestro país y otras latitudes. Me centro en ellas y ellos porque tú, futura presidenta, los pasaste por alto. Hay que reconocerlo, el único que hizo visible el tema fue el candidato al afirmar que “la migración tiene una mirada diferente desde la niñez”. Sólo eso. Por eso mi mensaje es para ti, seas quien seas.

Primero. Toma en cuenta que la migración pasó de ser un tema a un fenómeno preocupante. Decir que México no sólo es país de origen, sino también de tránsito y deportación de migrantes desde los Estados Unidos, se queda corto. Desde hace al menos un lustro, la migración transmutó a una movilidad humana que se caracteriza por los desplazamientos heterogéneos, masivos, fugaces. Desplazamientos que no sólo van de sur a norte –ese norte utópico-, sino también de este a oeste –trayectos distópicos- o a la inversa debido a la disuasión, la deportación o la desesperanza de los migrantes en tiempos de Trump, de AMLO, de los MPP, del “Quédate en México”, de la (pos) pandemia.

Segundo. Considera que la heterogeneidad migratoria incluye a personas adultas, sí, pero también a la niñez migrante, no sólo de México, sino también de Centroamérica, Sudamérica, el Caribe y otras latitudes del mundo que pasan por nuestro país rumbo a los Estados Unidos. Te daré algunas cifras oficiales: en el 2018 se registraron 10,200 menores de entre 12 y 17 años de edad, mexicanos, repatriados de los Estados Unidos. También se registraron 637 menores de 0 a 11 años de edad. En el 2023 fueron 18,234 eventos de menores, también de entre 12 y 17 años de edad, devueltos desde los Estados Unidos. Igualmente se registraron 6,726 menores de 0 a 11 años de edad. Como puedes notar, en un lustro la migración de esta subpoblación se incrementó dramáticamente. Podríamos culpar a los Estados Unidos, pero pregúntate: ¿Las niñas, los niños y los adolescentes migrarían si el Estado mexicano los protegiera, si tuviera interés en ellas y ellos, en sus familias?

Tercero. Te daré más cifras, ahora sobre la niñez extranjera que pasa por nuestro país. En 2018, fueron presentados ante la autoridad migratoria de nuestro gobierno 29,258 menores de edad extranjeros. La mitad tenía entre 12 y 17 años de edad y la otra mitad de 0 a 11 años de edad. Muchos acompañados y otro tanto no acompañados. Si ya te diste cuenta, nuestro país detuvo y devolvió casi el triple de niñas, niños y adolescentes extranjeros, comparado con nuestra niñez mexicana devuelta de los Estados Unidos. Pero ahora chequemos el 2023: más de 113,000 menores de edad extranjeros fueron presentados y devueltos por la autoridad migratoria mexicana. Mucho más menores de 0 a 11 años de edad, que de 12 a 17 años de edad. Mucho más menores que viajaban con sus familias, aunque también solos. La mayoría de países de Sudamérica, después de Centroamérica y finalmente de Islas del Caribe.

Cuarto. Contempla que los motivos de la migración infantil son variopintos. Con salvedades, hay coincidencias entre los de la niñez mexicana y la niñez extranjera: la reunificación familiar, el deseo de estudiar, la necesidad de trabajar, o una mezcla de todos. Pero no te dejes engañar: también hay una línea delgada entre causas estructurales y necesidades personales. Se trata de proyectos familiares y proyectos individuales, a veces estos últimos subsumidos en los primeros, pero la niñez no migra por mero gusto. La investigación social sobre estos temas ha hecho grandes aportes y ha dado pistas para diseñar políticas sociales y migratorias afines; tómalo en cuenta.

Quinto. Ten en mente que la niñez migrante no es vulnerable. Sí, leíste bien, no es vulnerable, más bien es vulnerada. Ellas y ellos no tienen una condición de fragilidad per natura. Hemos romantizado esta idea para obnubilar la violencia que emana de estructuras políticas y socioeconómicas, de personas en instituciones y personas en grupos delictivos que la vulneran, haciendo su tránsito o retorno de más riesgo o peligro al no respetar sus derechos humanos. Y sí, parte de la niñez migrante muere por esta vulneración. Te comparto un dato: el Proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), afirma que, desde 2014 hasta enero de 2023, murieron 55 menores de edad en la frontera México-Estados Unidos. Una revisión hemerográfica que yo hice, con casos de 2018 a 2022, muestra que en esta frontera la niñez migrante muere por calor y deshidratación, por enfermedad, por ahogamiento, por asfixia, hasta por homicidio doloso. Mueren en el desierto de Sonora, en el río Bravo, en centros de detención, en vagones de tren y en cajas de tráiler. Mueren los nuestros y los extranjeros.

Sexto. Recuerda que no sólo la frontera sur está controlada por la delincuencia, también la frontera norte. Que hay tráfico de mercancías o de personas, eso ya se sabe, pero ahora te diré algo más: en las ciudades fronterizas algunas niñas, niños y adolescentes migrantes, de México y Centroamérica, son reclutados por grupos delictivos para el trasiego de drogas, el tráfico de personas o la vigilancia clandestina. Institucionalmente les llaman “menores de circuito”, pero coloquialmente se conocen como “coyotitos”, “polleritos”, “muleritos” y “halconcitos”. Son reclutados por la fuerza o por la seducción del dinero que tiene cabida ante la violencia estructural, el abandono del Estado. Son reclutados porque tienen minoría de edad, porque son inimputables y desechables.

Séptimo. Sobre estas niñas, niños y adolescentes reclutados, te comparto que ha habido intentos por desligarlos de los grupos delictivos. Un ejemplo fue el “Programa del Centro de Seguimiento y Monitoreo de Niñas, Niños y Adolescentes de Circuito”, instrumentado en un albergue de Ciudad Juárez durante la administración 2013-2016. Otro ejemplo es el programa: “Mis pies sobre nuestras raíces”, implementado por el DIF Matamoros en un Centro de Atención a Menores Fronterizos (CAMEF) en el 2021. En el Valle de Texas, la Patrulla Fronteriza también ejecutó un programa en el 2014 (Juvenile Referral Process), manteniendo a adolescentes migrantes más tiempo detenidos para separarlos “del ciclo del contrabando”. Y a pesar de dichos programas, en México o en Estados Unidos, el reclutamiento continúa. Este es el reto que tienes.

No tengo más espacio, futura presidenta de México, y aún no te he hablado de la niñez mexicana, mestiza e indígena, que para sobrevivir debe trabajar como jornalera en otros estados de nuestro país; tampoco te he contado sobre aquella niñez que vive el desplazamiento forzado junto a sus familias; mucho menos te hablé sobre los dreamers ni de las niñas, niños y adolescentes migrantes extranjeros que viven en albergues de la frontera mientras sus padres esperan asilo en los Estados Unidos. Finalizaré mi mensaje diciéndote esto: garantiza el interés superior de la niñez, haz cumplir sus derechos humanos. Sólo así traspasarás la insensibilidad e ineficiencia de gobiernos pasados.

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