Luego de que en enero de 2020 se diera a conocer un caso muy sospechoso en Hong Kong, las alarmas empezaron a sonar por el arribo de lo que podría ser un nuevo coronavirus, aquel que se había previsto que llegaría como parte de un ciclo que el mundo suele vivir y que es prácticamente invariable.
Y es que desde finales del año anterior empezó a hablarse de la posible aparición de un nuevo coronavirus en China, aunque en realidad la información disponible era realmente escasa. Finalmente, fue el 11 de marzo de 2020 que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia por COVID-19.
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Sin duda, la irrupción de esta pandemia ha sido una de las pruebas más difíciles que le ha tocado sortear a la Humanidad, pues solo bastaría recordar algunas de las escenas que durante varios meses eran transmitidas alrededor del mundo para volver a vivir una de las mayores incertidumbres que cualquiera de nosotros ha vivido. Fue tal la magnitud de este problema, que de acuerdo con diversas estadísticas esta pandemia pudo producir más de 20 millones de decesos.
Son incontables los ángulos desde los cuáles hoy se puede realizar una reflexión de todo lo que dejó al descubierto esta pandemia, empezando por el hecho de que fue muy notoria la falta de coordinación existente entre los países y la OMS. Esta ha sido una de las principales razones por las que al día de hoy este organismo se encuentra en una de sus mayores crisis en la historia por hechos que van desde cuestionamientos a su credibilidad, hasta otros relacionados con su financiamiento.
Asimismo, los sistemas de salud de todos los países se encontraron sometidos a presiones sin precedentes y a que quedaran expuestas buena parte de sus carencias. El hecho de que esta pandemia se abordara de forma tan heterogénea dependiendo del país del que se tratara se debió no solo a la falta de coordinación ya comentada, sino también a la disponibilidad de recursos dependiendo el lugar e, incluso, a las ideas de quienes tomaban las decisiones.
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Entre otras cosas, la carencia de liderazgos fue clara y el gran volumen de desinformación acrecentó esa crisis. Prácticamente la pandemia dio el banderazo de salida de la gran cantidad de desinformación en que hoy estamos inmersos.
A pesar de lo anterior, es de destacar que a 5 años de la llegada de este parteaguas para la Humanidad, ésta logró a pesar de las diversas complejidades asumir de manera civilizada las distintas restricciones a sus libertades; reinventar la forma en que sus integrantes socializamos, trabajamos o estudiamos; lograr combatir la pandemia a partir de la innovación en tiempos récord y; finalmente, haber guardado la fe en una época oscura y sin pronósticos claros.
Hoy el mundo debe homenajearse a sí mismo.