![De Emilia Pérez a Trump: o de cómo los liberales le funcionan al fascismo De Emilia Pérez a Trump: o de cómo los liberales le funcionan al fascismo](https://i0.wp.com/la-lista.com/wp-content/uploads/2024/03/Jose-Angel-Bazan-Sanchez.png?fit=800%2C450&ssl=1)
Estudió Relaciones Internacionales en el Colegio de México. Sus estudios se concentran en la política exterior, su intersección con los fenómenos de seguridad, las políticas drogas y los impactos diferenciados en poblaciones racializadas. Chilango, enamorado de la ciudad y de su gente. Ahora apoya en incidencia y análisis político en RacismoMX.
En todos lados: @Monsieur_jabs
De Emilia Pérez a Trump: o de cómo los liberales le funcionan al fascismo
El gran problema de la película es que detrás de su fachada de inclusión liberal se encuentra una narrativa funcional a Trump y sus allegados.
![De <i>Emilia Pérez</i> a Trump: o de cómo los liberales le funcionan al fascismo De <i>Emilia Pérez</i> a Trump: o de cómo los liberales le funcionan al fascismo](https://i0.wp.com/la-lista.com/wp-content/uploads/2025/02/emilia-perez-donald-trump.jpeg?fit=1000%2C617&ssl=1)
![De <i>Emilia Pérez</i> a Trump: o de cómo los liberales le funcionan al fascismo De <i>Emilia Pérez</i> a Trump: o de cómo los liberales le funcionan al fascismo](https://i0.wp.com/la-lista.com/wp-content/uploads/2025/02/emilia-perez-donald-trump.jpeg?fit=700%2C432&ssl=1)
El gran problema de la película es que detrás de su fachada de inclusión liberal se encuentra una narrativa funcional a Trump y sus allegados.
Hoy en día es difícil pensar en un tema que logre unificar ambos lados del espectro político. Si bien la polarización del discurso puede parecer un fenómeno endémico de algunos lados del atlántico, no lo es. Las discusiones culturales, particularmente, tienden a reflejar entonces las consecuencias más viscerales de dicha separación ideológica. Es por tanto una sorpresa que algo, más aún una película, logre avasallar tanto la opinión pública hacia un lado.
Luego, llegó Emilia Pérez.
La película retrata lo que parece ser una narrativa que podría ser polarizante desde un inicio. Un violento narcotraficante decide comenzar su proceso de transición de género. Como consecuencia de esta nueva vida arrastra a una mujer abogada, racializada, y acaban haciendo una oenege juntas que se dedica a buscar desaparecidxs.
La narrativa que plantea la película llama la atención por la argumentación que en apariencia propone un argumento liberal. Centra en su historia a un cuarteto de mujeres, una mujer trans y tres mujeres racializadas. Además, plantea como narrativa central la lógica del cambio. ¿Alguien que fue responsable de muchísimas atrocidades puede mejorar?
El gran problema que enfrenta la película es que la respuesta que propone va en contradicción directa de la apariencia liberal que plantea. Lo que podría parecer una película buena onda, liberal, progre, en realidad presenta una narrativa que acaba siendo funcional para los intereses de figuras fascistas como trump. Puesto que su respuesta a la pregunta, la del cambio, no es otra sino que no. Un no rotundo, un no desde la ignorancia y un no desde el poder. Un no que nos habla de los males de perspectivas liberales que ignoran las lógicas de opresión estructural en favor de valores de inclusión superficial.
Ahora, entre Gascón y Audiard; mejor nadota.
El diluvio de controversias que ha enfrentado esta película ha tenido un par de rostros constantes. El del director Jacques Audiard y el de la titular, Karla Sofía Gascón. Desde su presumible ignorancia sobre los males que aquejan a México, hasta el levantamiento de acusaciones a diestra y siniestra de un “mal oscuro” que esgrime racismo a la inversa en contra de los pobres artistas del norte global (???). Ambos han sido el centro de atención, en toda latinoamérica prácticamente, de las controversias que han aquejado este filme en la temporada de premios. Sin embargo, vale la pena recalcar que limitar la crítica al filme a sus palabrerías es limitar el entendimiento del daño que hace la película una visión miope de la realidad.
El gran problema de la película no es que los protagonistas no se sepan callar, sino que el filme en sí mismo es sintomático del norte global y los males que nos imponen. Donde un hombre, cisgenero, blanco, europeo, se siente con la capacidad de producir y presumir una película, por más oposición que encuentre de los activismos locales y las personas que retrata. Película que en consecuencia acaba reafirmando los valores en común que comparte con Trump y otros fascistas. Dónde las mujeres trans son hombres disfrazados buscando ejercer violencia, o donde los hombres racializados son violentos en tanto son racializados y en disposición de purificarse en tanto acepten la blanquitud.
El gran problema de la película es que detrás de su fachada de inclusión liberal se encuentra una narrativa funcional a Trump y sus allegados. Al priorizar la representación superficial de sus sujetos, sin mayor investigación del trasfondo que incumbe o mayor interés por las perspectivas que retrata, la película acaba legitimando ideas protofascistas. Por tanto es, en todo caso, un ejemplo perfecto de como el liberalismo bien intencionado pero superficial, agrava las desigualdades al ignorar lo estructural. La película es sintomática del problema más amplio del racismo, la transfobia y la exclusión del sur global. Emilia Pérez, lejos de desafiar estos estigmas, los reafirma y legítima.