El esnobismo se los va a tragar

Jueves 28 de agosto de 2025

Carlos Celis
Carlos Celis

Como crítico de cine y música tiene más de 30 años en medios. Ha colaborado en Cine Premiere, Rolling Stone, Rock 101, Chilango, Time Out, Quién, Dónde Ir, El Heraldo de México, Reforma y Televisa. Titular del programa Lo Más por Imagen Radio. X: @carloscelis_

El esnobismo se los va a tragar

#LadyCineteca armó un escándalo porque le pidieron varias veces que dejara de hablar mientras se proyectaba la película.

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Una joven fue apodada #LadyCineteca por no guardar silencio en la Cineteca Nacional.

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Captura de pantalla

El fin de semana pasado ocurrió algo muy desafortunado en la Cineteca Nacional. Uno de esos pleitos que se vuelven virales en las redes pero que estábamos acostumbrados a ver en lugares un tanto más populares, como tiendas de autoservicio, pizzerías o incluso cadenas de cine, pero no en un espacio de nicho como la Cineteca.

Una chica, que inmediatamente fue bautizada como #LadyCineteca, armó un escándalo porque le pidieron varias veces que dejara de hablar mientras se proyectaba la película, y la volvieron a enfrentar cuando la función había terminado. Por lo que alcanzamos a ver en esos videos, y según cuentan algunos de los presentes, la chica perdió el control y reaccionó violentamente contra unas mujeres que la regañaban.

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“¡Aprende a convivir (o) lárgate!”, gritó ella en respuesta y esta es la frase que no ha dejado de dar vueltas en mi cabeza… ¿será que tiene razón? “Nos arruinas a todos la película”, es el único argumento de quienes no dejaron de llamarla loca a la cara, a pesar de que sus acompañantes pidieron repetidamente que ya dejaran de provocarla.

“Nos arruinas a todos la película”... no lo sé… es un argumento que por muchos años parecía válido pero que ya no estoy seguro de que siga siéndolo. Y no me malinterpreten, que yo estoy a favor de la etiqueta en el cine pero también me gusta escuchar argumentos inteligentes, no este tipo de poses de cinéfilo “mamador” que ya tenemos tan asumidas.

Recuerdo perfectamente cuándo cambió mi perspectiva sobre la experiencia colectiva de acudir al cine y fue hace casi 30 años, durante mi primer viaje a la ciudad de Nueva York. Allá aún existe un pequeño complejo de cines enfocado, de manera similar a la Cineteca, a proyectar principalmente cine de arte: las clásicas salas del Angelika Film Center.

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El incidente de Lady Cineteca ocurrió en una de las salas de la Cineteca Nacional. / Carlos Celis

Si la memoria no me falla, la película fue Summer of Sam de Spike Lee, y dado que gran parte de los espectadores eran afroamericanos, la función se volvió algo muy divertido, con personas hablando todo el tiempo entre ellos, gritándole a la pantalla, diciendo las cosas más graciosas y la sala entera riendo. Puedo decir, sin temor a equivocarme, que esa ha sido una de las mejores visitas al cine de toda mi vida.

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En otra ocasión, también en Nueva York, viví la experiencia opuesta. Entré a una función nocturna en un complejo cualquiera, con pocas personas. Detrás de mí estaba una mujer rubia, sola, que parecía venir del trabajo pues vestía un traje sastre. Y en las filas de más atrás estaba una pareja muy joven, un chico y una chica latinos, que no dejaban de hablar. En algún momento, la mujer blanca se volteó hacia ellos con el típico “¡Shhh!” autoritario, y lo que obtuvo de parte del chico fue un “¨¡Cállate tú, perra! No te metas donde no te llaman”.

Estoy hablando de cosas que sucedieron hace más de 20 años y, desde entonces, la comunicación entre las personas -no se diga la experiencia de ir al cine- ha seguido evolucionando. Pretender vivir en ese limbo, en esa burbuja de tiempo donde nada cambia, me parece una actitud más ignorante. El esnobismo de quien claramente no ha vivido otro tipo de experiencias colectivas, pero se le hace fácil llamar “nacos” a los demás, es una de las actitudes más pretenciosas y más clasistas del nicho de los autonombrados “cinéfilos”.

Afortunadamente para mí, yo tengo una columna de opinión donde puedo desahogarme, y aquí es donde me he quejado del “festival” de cine organizado por Mubi, que parece una kermesse donde lo que menos importa es el cine o, más recientemente, compartí lo mucho que me desespera que las personas no miren la pantalla porque cualquier cosa los distrae. Pero “hablar en el cine” es algo que viene sucediendo desde siempre, y me parece que a estas alturas, con la introducción de los teléfonos inteligentes, internet y las redes sociales, ya tendríamos que entenderlo de otra manera.

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Por ejemplo, uno de mis amigos más queridos tiene TDAH, y desde que lo conozco me acostumbré a que no deja de hablar cuando vamos al cine. Pero es una persona tan simpática que, lejos de molestarme, disfruto mucho cuando voy con él. Pero claro, lo que siempre he intentado es elegir horarios poco concurridos y asientos separados de las demás personas, aunque incluso cuando no se puede, jamás nos han venido a callar, quizá porque las demás personas también tienen sus propias interacciones y están en lo suyo. ¿Es esto a lo que #LadyCineteca se refiere con aprender a convivir?

Ir al cine no tiene por qué ser ese acto solemne del que se han convencido los cinéfilos “mamadores”. No sé si ya se dieron cuenta, pero desde hace mucho tiempo el reel de bienvenida de Cinépolis y Cinemex ya no tiene esa actitud regañona hacia los espectadores, y ahora la petición de “no hablar” y “apagar los celulares” se ha convertido más en una sugerencia que en una imposición.

Quizá por esto, algunas distribuidoras de cine han comenzado a agregar sus propios letreros al inicio de sus películas, donde piden al público guardar silencio para no interferir con la experiencia de los demás. Solamente la Cineteca conserva su propio reel animado, donde es precisamente el personaje de un cinéfilo mamador quien se la pasa callando a todas las personas y, seamos honestos, nadie quiere ser él.

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