Con espanglish y un gran sentido nacionalista, la presidenta Claudia Sheinbaum presentó el 18 de diciembre el “Himno migrante”, con motivo del día internacional de las personas que cambian de residencia. Esta canción, a ritmo de un tololoche bien marcado, exalta a los mexicanos que radican en Estados Unidos, así como las maravillas de su nacionalidad a pesar de radicar en otro país.
¿Realmente necesitamos un himno migrante? ¿Se requiere de una canción nacionalista que nos prepare para alguna amenaza? Es cierto que este himno se presenta ante los amagos del próximo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por endurecer las medidas migratorias. Pero esta melodía es tan útil como enterrar un cuchillo en la tierra para que deje de llover.
Es mil veces más moralizante la rola “Somos más americanos” de Los Tigres del Norte que esta pieza auspiciada por el gobierno federal. Y con ello no quiero señalar que son malos los músicos que participaron en este himno, o que carece de talento quien escribió la letra. Por el contrario, tiene un gran ritmo que es pegajoso y se nota la calidad musical, pero el trasfondo de esta canción es tan opaco como las aguas del Río Bravo.
“Yo no crucé la frontera, la frontera me cruzó”, ese verso que cantan Los Tigres es tan poderoso y cierto. La migración es un proceso humano y ancestral, tan viejo como nuestro mismo origen. Aunque hay que aceptar que un gran catalizador en las últimas décadas ha sido la violencia, el narcotráfico y las consecuencias del capitalismo tardío, como la pobreza. Pero eso no cambia que contamos con el derecho fundamental de desplazarnos como sea necesario.
Ante las amenazas trumpianas de afectar a los connacionales en EU, el himno esta muy lejos de fortalecer la moral o hacer un contrapeso. Ya no estamos en la época vasconseliana post revolucionaria como para buscar un sentimiento de unificación nacional. Por el contrario, esta melodía es hipócrita para con los miles de migrantes centroamericanos y latinos que buscan cruzar nuestro país en busca del sueño americano.
Tan sólo el último reporte anual de Amnistía Internacional dice que durante este año 141,053 personas solicitaron asilo en México, en su mayoría originarias de Haití, Honduras, Cuba, Guatemala y El Salvador. Sin embargo, el reporte también acota que las autoridades mexicanas no protegieron su derecho a la vida ni a la seguridad. Y muestra de ello fue el incendio del 28 de marzo en el centro de detención migratoria de Ciudad Juárez, Chihuahua, donde al menos 40 personas resultados muertas y 29 hospitalizadas.
Los mexicanos no necesitamos que el gobierno federal se dedique a componer canciones, sino a hacer las gestiones necesarias para que las personas no se vean en la necesidad de migrar por cuestiones de violencia, así como garantizar la seguridad de los extranjeros que transitan por nuestro país para lograr su sueño americano.
Es cierto que Donald Trump es una amenaza que preocupa a muchos, y seguramente varios civiles no tenemos idea de cómo hacerle frente. Pero por algo se postuló el 2 de junio y se convirtió en la primera presidenta de la historia de México, ojalá que los resultados no se limiten a una canción muy pegajosa.