Es un periodista especializado en el análisis de medios y elecciones. Tiene posgrado en Derecho y TIC, obtuvo el premio alemán de periodismo Walter Reuter en 2007, fue conductor en IMER y durante 12 años asesor electoral en el IFE e INE, editor, articulista y comentarista invitado en diversos diarios, revistas y espacios informativos. Twitter: @lmcarriedo
El INE cambia en abril
En abril próximo el INE tendrá cambio, se toca, pero en algo que legalmente es saludable.
En abril próximo el INE tendrá cambio, se toca, pero en algo que legalmente es saludable.
Están en puerta cambios al Instituto Nacional Electoral, porque con o sin reformas constitucionales o planes b que modifiquen legalmente su diseño, en abril de 2023 habrá renovación para cuatro de once consejeras y consejeros que lo integran actualmente.
No es una sorpresa, el cambio estaba previsto desde hace casi nueve años, responde a que concluye el periodo para el que fueron designada y designados el actual presidente del instituto, Lorenzo Córdova; Ciro Murayama, Adriana Favela y José Roberto Ruiz, la última generación de consejeras y consejeros del primer INE, que con lógica de escalonamiento periódico va rotando integrantes.
La reforma constitucional de 2014 refrendó que el instituto debía ser autónomo y conformarse por un órgano colegiado, no unipersonal, como máximo órgano de dirección en su gestión cotidiana. Las y los integrantes necesitan el respaldo de dos terceras partes de las y los diputados para llegar al cargo, es decir, aunque suele tener más incidencia el partido que más votos tiene en esas designaciones, es fundamental el acuerdo con otras fuerzas políticas para sumar la mayoría calificada y designar árbitro de amplio consenso.
La falta de acuerdo para designar consejeras y consejeros del otrora IFE, generó que en 2013, en lugar de nueve integrantes que debían integrar su consejo solo había cuatro. La cámara había llegado a un acuerdo de mayoría calificada entonces respecto a los perfiles que se iban a designar y optó por congelar el proceso para nombrar árbitros. Los plazos se cumplieron y quedaron vacantes las sillas de consejerías hasta que finalmente llegó el INE, cambiaron reglas y hubo nueva baraja completa de consejo.
Para evitar que el congreso otra vez incurra en un escenario de no designación de consejeras y consejeras, la reforma de aquel año incluyó un candado que hasta ahora no se ha utilizado, pero implica que una vez que el comité de evaluación de aspirantes a consejerías electorales propone quintetas por cargo a designar, la Junta de Coordinación Política de la Cámara debe elegir de esa baraja, entonces vienen las negociaciones finales antes de subir al pleno los nombres que deben ser votados con dos terceras partes (334 de 500 diputaciones deben aprobar).
En caso de que no haya un acuerdo, la constitución dice que las quintetas se sortean (“insaculación”), es decir, no prevé que si no hay acuerdo sencillamente quedan vacíos los lugares, así que una vez emitida la convocatoria el proceso debe terminar en acuerdo y por método de tómbola, u otro que implique sortear de manera aleatoria.
En 2019, ya en tiempos de mayoría parlamentaria favorable a Morena, no hubo conflicto político con la designación de dos consejeras y dos consejeros que once. En abril próximo el INE tendrá cambio, se toca, pero en algo que legalmente es saludable y esperable (el cambio de mando terminado el periodo de gestión previsto), aunque en lo político, ese momento puede ser punto de inflexión para despresurizar o para aumentar la tensión entre gobierno, oposición y árbitro electoral.