Harvard: la libertad académica en medio del fuego

Jueves 15 de mayo de 2025

Marco Antonio Zeind Chávez
Marco Antonio Zeind Chávez

Académico de la Facultad de Derecho de la UNAM, socio de la firma Zeind & Zeind y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

X: @antoniozeind

Harvard: la libertad académica en medio del fuego

Harvard es el epicentro de diversas manifestaciones que se intensificaron debido al conflicto más reciente en la Franja de Gaza.

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La Escuela de Negocios de Harvard.

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Foto: Grace DuVal/Harvard University.

Sin duda el principal baluarte de cualquier institución de educación superior es la libertad académica, ya que es a partir de que éstas cuentan con ella, que pueden desenvolver de manera íntegra sus capacidades generando un ambiente propicio en su interior para que la deliberación democrática sea una realidad en la vida cotidiana de sus comunidades. Cabe recordar que esta libertad conlleva la coexistencia de la libertad de cátedra, de la libertad de investigación, de la libre discusión de las ideas y del libre examen.

Alrededor del mundo la libertad académica ha sido una conquista de las personas universitarias y de las sociedades, debiéndose ésta a lugares y momentos específicos en los que diversas batallas se han librado. En momento alguno el ejercicio correcto de esta libertad ha sido resultado de un acto de gracia o de una dádiva surgido desde el poder, sino más bien su reconocimiento ha llegado a partir de la exigencia de una academia libre en la que se puedan discutir todas las ideologías y en la que cada una de las personas que la integran puedan adscribirse a la que mejor le parezca.

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En cada uno de esos lugares la libertad académica se ha ejercido de diversas maneras, siendo que en el caso de algunos países se trata de una costumbre democrática atribuirle a estas instituciones esta libertad y en otros, como es el caso de México y de otros países de Latinoamérica, se ha precisado de elevar a rango de sus normas constitucionales la conocida como autonomía universitaria. Finalmente, la libertad académica es una aspiración legítima y generalizada de cualquiera de ellas, ya sea que se trate de una institución pública o ya sea que se hable de una institución privada.

Quizás el día de hoy el más álgido debate en torno al papel de las universidades en la discusión pública se está dando en los Estados Unidos, país en el que las posiciones asumidas por ellas y por el gobierno del presidente Trump se han radicalizado a tal nivel que actualmente en algunas de ellas se está viviendo un enfrentamiento.

El mejor ejemplo de lo anterior es Harvard (la universidad más prestigiosa en ese país y en el mundo), pues lleva meses siendo el epicentro de diversas manifestaciones que se intensificaron debido al conflicto más reciente en la Franja de Gaza y a la exigencia por parte de diversos sectores de sus comunidades y de la sociedad de que asumieran una posición clara respecto de este.

Aunado a lo anterior, la llegada al poder del presidente Trump supuso un importante incremento en esa presión pues ha llegado al punto de congelar más de 2000 millones de dólares de fondos federales y amenazar con dejar de exentarla del pago de impuestos federales a los ingresos para obligarla a implementar cambios interno que indudablemente son inadmisibles si se pretende seguir ejerciendo la indispensable libertad académica que ha puesto a esta institución en el importante lugar que hoy ocupa.

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La respuesta de Harvard no se ha hecho esperar y ha sido contundente, descartando la posibilidad de ceder a esas presiones con los perniciosos efectos que esta clara intromisión del gobierno traería para su vida interna y, desde luego, la afectación negativa que causaría al prestigio que la reviste.

Sin embargo, estas presiones no solo las está padeciendo Harvard sino un buen número de universidades también prestigiosas, pero con un patrimonio que, a diferencia del patrimonio de Harvard, posiblemente no les permita seguir cumpliendo con su tarea en caso de que les sean negados los fondos federales.

En un mundo polarizado en el que la crisis de la democracia es una realidad, desde la academia deberemos observar y manifestarnos sobre la crisis a la que en distintos lugares se quiere llevar a las universidades pues, como polos de desarrollo que son, estas instituciones necesitan de todas y de todos no solo para subsistir, sino para seguir contribuyendo a los mejores causas ideadas por el ser humano.

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