Escucho con asombro la nueva canción de una cantante famosa.
Observo sorprendida el apoyo que tiene de miles de personas que defienden la igualdad, la compasión,el desarrollo de la inteligencia emocional o la evolución de la conciencia y que aplauden raudamente todo lo que dice su letra sin cuestionar nada.
Entiendo que en un primer nivel de lectura esta canción parezca un manifiesto de liberación, un discurso de mujer superada, un estandarte de loba vengativa que se planta frente al ‘hombre traidor’, pero tenemos que ir más allá, bucear en otros espacios de comprensión.
Queridos lectores y lectoras: ¡es hora de ir más allá!
En la superficie las frases, el ritmo y la música de baja vibración apela a emociones básicas en los consumidores, pero más profundamente hay un mundo simbólico que nos llena de mensajes subliminales entrelineas.
La canción es la punta del iceberg, lo que importa es lo que flota abajo, lo que produce en el inconsciente colectivo.
La canción en sí misma no es el problema, el gran asunto es cómo refleja burdamente nuestro lugar como humanidad, nuestros valores, lo que consideramos importante, las prioridades que nos inspiran.
Venganza, despecho, envidia, rabia, agresión, falta de empatía por doquier.
Vibraciones en baja frecuencia que van a contramano de lo que estamos buscando en esta nueva era de interconexión y apertura.
Otra vez, esta canción es una más de millones de temas de cantantes famosos que vuelven siempre a un lenguaje anquilosado, pegado con el bien y el mal, desligado de responsabilidad propia, siempre señalando al otro como el responsable de su felicidad o amargura, poniendo en el afuera las ‘culpas’ de lo que se vive, impulsando estados de desconexión y promoviendo más de lo mismo: celos, envidias, comparaciones sórdidas, furia, avaricia y una larga lista de delirios mentales o ‘mind delusions’.
Para muestra les comparto algunas estrofas de la canción y abro preguntas para que podamos salir de la cajita cuadrada, activar la lectura entrelíneas, el pensamiento crítico, el despertar de otros niveles de conciencia en donde dejamos de consumir robóticamente y empezamos a elegir nuestra nutrición.
Aquí les va
Comparaciones
Comparación de la calidad humana con marcas más caras o baratas. “Cambiaste un Ferrari por un Twingo, cambiaste un Rolex por un Casio”, ¿Eres más o menos valioso según lo que cueste tu auto o tu reloj?, ¿Cómo se siente si no se puede consumir productos de lujo?, ¿Es directamente proporcional el precio de lo que usas con lo que vales como persona?
Competencia
Competencia violenta entre mujeres por la edad, “Yo valgo por dos de 22". ¿Eres menos querible, deseable, mirable si estás en tu madurez y siempre las más jóvenes son un ‘peligro’ que va a robarte a tu pareja?
Prohibido llorar
Negación de cualquier manifestación de inteligencia emocional, de expresión del dolor y la pérdida, “las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”. ¿Eres débil y poco decidida si se te ocurre llorar por lo que sientes y la fortaleza se demuestra siendo una máquina de producir y facturar?
Venganza
Deseos de que el otro sufra y viva miserable “esto es pa’ que te mortifique’, mastique’ y trague’, trague’ y mastique”. ¿Eres ‘rara’ si no sientes deseos de venganza y al mismo tiempo reconoces que las relaciones se hacen entre dos y que no hay uno ‘bueno’ y otro ‘malo’ o uno ‘victimario’ y otro ‘pobre víctima’?
Todo el tema está plagado de estas estrofas que ingresan en el cerebro de forma subliminal y van afirmando sistemas de creencias en donde hay que victimizarse para ganar simpatía y en donde la vulnerabilidad de contar lo que siente el corazón se tapona con palabras duras y agresivas.
En todos los caminos espirituales, en cualquier proceso de despertar interior, en toda práctica de mindfulness, de cultivo del momento presente, la mirada sobre la venganza, las comparaciones viles, la demonización de la “competencia”, son velos que hay que descorrer, espacios que hay que sanar, transformaciones que deben suceder lo antes posible.
Lo que escuchas, la música que eliges es tan importante como el aire que respiras.
Afecta tu ritmo cardiaco y tus ondas cerebrales, modifica tus emociones y te predispone hacia un lado de alta vibración o todo lo contrario.
La música es tu medicina.
Elige bien lo que entra por tus oídos.