MI DIOS ES CARROÑA…
MI DIOS ES CHICANO…
MI DIOS ES GHETTO–Poema de Raúl Zurita que escribió en el cielo de Nueva York en 1982
En marzo de 2020, Casa del Lago, ese espacio ubicado entre el Lago Mayor del Bosque de Chapultepec y Paseo de la Reforma, cerró sus puertas debido a la pandemia y se mudó por completo al plano digital.
Es así que al ingresar a casadellago.unam.mx/encasa/, lo que vemos es una réplica del inmueble inaugurado en 1908 como el Club del Automóvil, representación que a golpe de clics en los dados verdes colocados en distintos puntos de la casa, ha permitido visualizar más de un centenar de actividades durante más de un año y siguen sumando.
Si vamos al edificio anexo lo que se despliega es la cartelera de la Sala Lumiére, versión en línea del cineclub que ha contado con programas distintos como el ciclo “El brillo del sol se nos perdió ese día”, selección de cintas a cargo de Arantxa Luna, otro más de “Cyberpunk”, curado por Francisco Calleja, hasta funciones especiales de la mano de Shorts México o Cuórum Morelia; si nos ubicamos en el área del Espacio Sonoro Virtual lo que tocará será afinar el oído para descubrir las sesiones Electroacústicas del mundo, pero también el FemLab y Dunkelkammer Sessions, iniciativas vinculadas a la música y sus múltiples posibilidades, en el jardín, justo donde cada fin de semana se podía ver a jóvenes y adultos de distintas épocas jugando ajedrez.
También se habilitó una zona en línea, con lo que se mantiene el espíritu de aquella primera etapa de la Casa del Lago, cuando la Universidad Nacional Autónoma de México recuperó el inmueble de estilo francés para crear el primer centro cultural extramuros, corría el año de 1959 y fue el escritor Juan José Arreola el encargado de coordinar esa primera etapa, fue tal la pompa de la inauguración el 10 de mayo que se presentó una exposición con obras de Durero, José de Ribera, El Greco y Pisanello, hubo mariachis y un ballet folclórico sobre el Lago en una tarima flotante, recitales y una vida pujante que se ha buscado mantener a pesar del confinamiento.
Bajo la premisa de no solo brindar actividades para que los días en el calendario no pasen así nomás, sino que incluso generen a pesar de la distancia y falta de contacto, un sentido de comunidad entre los participantes, Casa del Lago se voló la barda al ponerse por misión tomar el cielo como lienzo, justo como el poeta chileno Raúl Zurita tuvo a bien hacer en 1982 al intervenir el firmamento del Bronx, en Nueva York con sus poemas, acción que no podría generarse con avionetas como sucedió en la gran manzana, así que se ideo una estrategia para hacerlo con drones en distintos puntos de la ciudad en colaboración con la Fiesta del Libro y la Rosa y la embajada de Chile en México, evento con el que también se celebra el Día Internacional del Libro el próximo 23 de abril.
Para este ejercicio se invitó a la poeta mexicana Maricela Guerrero, quien creo el texto “Ax-kan kerma/Así mero”, texto que rinde homenaje y respeto a activistas, defensores de la tierra y los recursos naturales que tanto hemos explotado y agotado, otra de las convocadas es Ruperta Bautista, el propio Raúl Zurita y Luis Felipe Fabre, autores que tuvieron que adaptar sus versos para ocupar un fragmento del cielo durante 15 minutos, perfomances que se planearon en distintos puntos de la Ciudad de México para que así ya sea en la zona de Buenavista, Santa María la Ribera se pudiera visualizar, pero también en los alrededores de la preparatoria 6, en Coyoacán, en la segunda sección del Bosque de Chapultepec y en la zona del CCH Vallejo, denominada como “escritura en el cielo: poemas dibujados con luces en el cielo nocturno de la Ciudad de México”.
La primera cita se pacto este 17 de abril a las 20:00 horas, anuncio que sin duda provoco curiosidad e ilusión, sin embargo por cuestiones técnicas esa primera intervención que colocaría a Maricela Guerrero en la categoría de poeta interestelar, no pudo concretarse, será hasta el siguiente sábado cuando se intente alzar el vuelo y lograr así que todxs alcemos la cabeza y miremos más allá de los poemas la posibilidad de nuevas esperanzas, esas que logren o no hacer posible lo que parece imposible.