Los priistas timoratos y el Tribunal Electoral

Analista y consultor político. Por más de 12 años, creador de estrategias de comunicación para el sector público y privado. Licenciado en comunicación y periodismo por la UNAM y maestro en gobierno por el Instituto Ortega y Gasset. Observador del uso de las nuevas tecnologías y su impacto en la democracia.

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Los priistas timoratos y el Tribunal Electoral Los priistas timoratos y el Tribunal Electoral
Alito Moreno. Foto: PRI

La cultura política mexicana tiene en la oposición –si es que se le puede llamar así– un nuevo capítulo con la reelección de Alito Moreno en el PRI. ¿Por qué el Consejo Político le abrió la puerta para un nuevo periodo de 4 años? La explicación parece no tener mayor ciencia. Su “líder” los mantiene en sumisión gracias a dos tácticas arcaicas pero efectivas: prebendas y, por otro lado, la amenaza de que sus corruptelas y actos “en favor” del partido –pero en detrimento del país– salgan a la luz. Un indigno círculo vicioso que tiene en el centro a hombres y mujeres serviles.

La reelección de Moreno nada tiene que ver con democracia, sino con un sombrío recordatorio de cómo el PRI sigue siendo rehén de sus peores vicios. La complacencia de sus miembros es una manifestación de la decadencia moral que ha consumido a dicho instituto político que gobernó México por más de 70 años. La posibilidad de renovación o autocrítica es inexistente porque los pocos que se quedaron –y que no se mimetizaron con el oficialismo– prefieren esconderse en las sombras, temerosos de que su oscuro pasado sea expuesto… por su propio partido.

Alito no es más que el reflejo de un PRI que ha perdido toda conexión con los ideales revolucionarios que alguna vez proclamó. Ahora, es un club para aquellos que están dispuestos a sacrificar cualquier principio en aras de mantener los “privilegios” que puede otorgar un partido intrascendente en el mapa político. La complicidad silenciosa de sus correligionarios no es un accidente, sino una estrategia calculada para perpetuar un sistema corrupto en el que todos tienen las manos sucias.

El estatus del partido es tan deprimente y patético que tiene a Aurelio Nuño como el principal vocero de quienes se oponen a Alito Moreno. Un chiste de mal gusto del cual incluso el propio Alito hace mofa cuando habla de sus “opositores” al interior de la franquicia que comanda. ¿Puede un ex Secretario de Educación que fue corregido en su dicción por una niña de 3ro de primaria y que “gastó” en 16 meses de gestión 1 mil 687 millones de pesos en publicidad confrontar a Moreno? Con esos “contrincantes” tiene razón Alito en tener el mejor estado de ánimo desde cualquiera de sus mansiones.

Lo que estamos presenciando no es solo la reelección de un presidente del PRI, sino la consagración de un modus operandi que no es nuevo y más bien atiende la tradición del sistema de partidos mexicano: la lealtad se compra y el silencio se recompensa. En este PRI, como en el del pasado, no hay lugar para la disidencia ni para el debate. La verdadera tragedia no es que Alito Moreno intente perpetuarse a partir de prebendas y amenazas, sino que lo haga solapado por el andamiaje institucional del Estado mexicano.

¿De verdad el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) considera la reelección de Moreno un acto democrático? El argumento para ignorar las impugnaciones y no entrar al fondo del asunto porque supuestamente se trata de la vida interna del partido político está orientado a engañar a la ciudadanía y también a evadir su responsabilidad de otorgar integridad, legitimidad y justicia a un proceso como este. Seguir en esa sintonía no sería tan relevante si México no estuviera por entrar a un proceso legislativo sin precedentes en donde el oficialismo busca, a través de reformas constitucionales, sentar las bases de un régimen autoritario que, paradójicamente, promueve el achicamiento del Estado para mayor control. Un régimen centralizado… como en el viejo PRI.

¿Cómo va a operar Alito Moreno y sus bancadas priistas en Cámara de Diputados y en el Senado dichas reformas que busca imponer Morena si el Tribunal Electoral desdeña su obligación de ponerle un alto? ¿Hasta qué punto le conviene al oficialismo… y al Tribunal Electoral sostener y validar el endeble proceso mediante el cual se reeligió el presidente del PRI? Son algunas de las preguntas de fondo que comienzan a permear entre los principales círculos.

Las respuestas, aunque más adelante no lleguen por los canales oficiales, podrán estar a la vista de todos en el mediano plazo. De momento, ya sabemos de los priistas: que son timoratos por ser corruptos o son corruptos por ser timoratos y serviles. En su mayoría y con rarísimas excepciones. Sin embargo, aún queda pendiente ver si los integrantes del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación entran en ese mismo paquete.

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