Más Salud México: ¿avance tecnológico o privatización disfrazada?

Lunes 5 de mayo de 2025

Ingrid Motta
Ingrid Motta

Doctora en Comunicación y Pensamiento Estratégico. Dirige su empresa BrainGame Central. Consultoría en comunicación y mercadotecnia digital, especializada en tecnología y telecomunicaciones. Miembro del International Women’s Forum.

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Más Salud México: ¿avance tecnológico o privatización disfrazada?

La fórmula es clara: consultas desde $70 pesos, diagnósticos rápidos, medicamentos genéricos en sitio, y seguimiento digital.

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La salud digital en México ha crecido en paralelo con las brechas estructurales del sistema público.

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Foto: Grupo Salinas/Facebook.

En los últimos años, la salud digital se ha convertido en un terreno fértil para grandes empresarios, particularmente en México y América Latina. Con iniciativas como “Más Salud México”, el nuevo proyecto de Grupo Salinas, la tecnología médica promete resolver una de las crisis más urgentes del país: el acceso limitado a servicios de salud de calidad. Sin embargo, esta aparente solución plantea una pregunta fundamental: ¿estamos ante una innovación necesaria o frente a una privatización encubierta del sistema de salud público?

La salud digital en México ha crecido en paralelo con las brechas estructurales del sistema público. Lo que antes eran consultorios de farmacia hoy evolucionan hacia clínicas digitales con inteligencia artificial médica, telemedicina, y expedientes electrónicos. “Más Salud México”, impulsado por Ricardo Salinas Pliego, ofrece un modelo híbrido: módulos instalados en tiendas Elektra, con enfermera local y médico remoto, conectados por IA y soporte tecnológico. La fórmula es clara: consultas desde $70 pesos, diagnósticos rápidos, medicamentos genéricos en sitio, y seguimiento digital. Es decir, promete accesibilidad, eficiencia, y conveniencia.

El fenómeno no es exclusivo de México. A nivel global, gigantes como Amazon, con One Medical en Estados Unidos, Babylon Health en Reino Unido, y Ping An con Good Doctor en China han mostrado cómo el emprendimiento digital en salud puede transformar (o trastocar) los sistemas existentes. Amazon integró telemedicina con clínicas físicas y farmacia online, buscando crear una experiencia 100% digital y directa al consumidor. En China, Ping An lo hizo diferente: integrando IA médica, clínicas automatizadas y respaldo estatal. En cambio, Babylon terminó en quiebra, acusado de sobre prometer con IA y ofrecer atención de baja calidad.

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El patrón es claro: donde hay regulación y colaboración pública, como en China, la salud digital puede fortalecer el sistema. Donde se persigue solo la eficiencia del mercado, como en Reino Unido con Babylon, los resultados pueden ser caóticos o incluso peligrosos cuando se cuestiona si se trata de innovación accesible o dependencia privada.Más Salud México” entra de lleno en el centro de esta discusión. En lo positivo, ofrece servicios rápidos y baratos en zonas donde el sistema público de salud está rebasado o ausente. Gracias a la infraestructura de Elektra y Totalplay, puede escalar rápidamente a nivel nacional. Su uso de IA médica para diagnóstico, consultas por video y seguimiento digital del paciente sugiere un modelo moderno y eficiente.

Sin embargo, hasta el momento no se han dado a conocer detalles sobre cómo se integrará con el sistema de salud pública existente. No es claro si Más Salud México compartirá datos clínicos con el IMSS o ISSSTE en caso de una urgencia; si crearán un puente operativo con hospitales públicos o simplemente funcionará como un sistema paralelo y desvinculado.

Pero hay riesgos evidentes. Al captar a millones de pacientes sin seguridad social, el proyecto puede desplazar aún más al sistema público, legitimando su abandono. También preocupa la privacidad de los datos médicos que quedarán en manos de una empresa que también maneja bancos y medios. Si no existe un puente claro con hospitales públicos o protocolos de interoperabilidad, Más Salud México podría convertirse en un sistema paralelo, sin conexión real con la red sanitaria del país. Además, no hay información pública detallada sobre los protocolos de ciberseguridad ni las políticas específicas de privacidad de Grupo Salinas en el manejo de expedientes clínicos. Sin una ley robusta de protección de datos médicos, el riesgo de explotación con fines comerciales no puede descartarse.

La telemedicina en México tiene un potencial enorme. Puede ampliar la cobertura, agilizar diagnósticos, y fortalecer la medicina preventiva. Pero su despliegue no puede dejarse exclusivamente en manos del sector privado. Sin regulación clara, estándares de calidad, ni integración con el sistema nacional de salud, corremos el riesgo de fragmentar aún más la atención médica. Iniciativas como la de Grupo Salinas deben ser evaluadas críticamente, no solo desde el entusiasmo tecnológico, sino desde su impacto estructural. ¿Complementan al sistema público o lo sustituyen? ¿Empoderan al paciente o lo convierten en cliente?

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México cuenta con la NOM-024-SSA3-2012 sobre sistemas de información en salud, y desde la pandemia se han emitido lineamientos temporales para la operación de la telemedicina. Sin embargo, aún no existe una normativa específica y vinculante que regule integralmente estos servicios. El vacío regulatorio abre la puerta a desigualdades en la calidad de atención.

La salud digital puede ser una herramienta poderosa para democratizar el acceso a la medicina o una excusa sofisticada para retirar al Estado de su responsabilidad sanitaria. La experiencia de países como China muestra que es posible una colaboración virtuosa entre innovación privada y objetivos públicos. El colapso de Babylon recuerda que la salud no puede tratarse como una app más.

En México, estas iniciativas surgen precisamente de las áreas de oportunidad que dejó un Estado incapaz de sacar adelante su propio sistema de salud. Programas como la Farmacia del Bienestar, pensados como solución pública, han sido hasta ahora un fracaso visible, generando más dudas que resultados. Ese vacío –admitido incluso por los empresarios– es el que ahora busca llenar Ricardo Salinas Pliego. En la presentación de Más Salud México, lo dijo sin rodeos: “Si no lo hacía yo… ¿quién?”

Esto abre una discusión de fondo: ¿es aceptable que el acceso a la salud quede en manos de quien tiene los recursos para intervenir, aunque no necesariamente los valores del interés público? México debe decidir si su futuro médico estará guiado por una visión pública con apoyo tecnológico, o por un mercado sin controles reales. El avance digital en salud es inevitable; lo que está en juego es quién lo dirige, con qué fines y para beneficio de quién.

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