Menos pobreza, pero más carencias
Con lupa de género

Trabaja en el área de economía de IMCO, en los temas de mercado laboral y comercio exterior, principalmente. Además, contribuye con el monitoreo y análisis continuo de indicadores sobre empleo, comercio, inversión, consumo e inflación. Antes trabajó en el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural. Tiene maestría en Economía Aplicada con Mención en Estudios Regionales por la Universidad Católica del Norte en Chile (UCN) y estudiÓ Economía en la UNAM. Twitter: @Nataly_Hdez_

Menos pobreza, pero más carencias Menos pobreza, pero más carencias
Foto: EFE

México es hoy un país con menos pobreza. Sin duda, esta es una buena noticia. De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en los últimos seis años 5.4 millones de personas salieron de la pobreza y actualmente 36% de la población está en esa condición; la proporción más baja desde 2016. Desafortunadamente, hay un gran “pero” que opaca la buena noticia.

Si bien hubo personas que salieron de la pobreza, también aumentó la cantidad de quienes no tienen acceso a derechos sociales. Tal como se mide en México, la pobreza contempla los ingresos insuficientes y la existencia de carencias sociales, como el acceso a la alimentación nutritiva, a la salud o a la educación. En este sentido, desde 2016 más de 7 millones de personas se volvieron vulnerables por la falta de alguno de estos derechos fundamentales, con lo que corren el riesgo de incurrir en pobreza.

En particular, la falta de acceso a los servicios de salud se agravó drásticamente, pues en 2022 hubo 31.6 millones de personas más con esta carencia que en 2016. Hoy, 39% de la población vive sin acceso a una institución que le permita cuidar su salud. Al parecer, la transición del Seguro Popular al Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) en 2018 y el incremento insuficiente de personal médico, hospitales o medicamentos, provocaron la disminución de la cobertura del servicio público de salud, que pasó de atender a cuatro de cada diez mexicanos, a solo uno en cuatro años. 

Cada vez más gente ha tenido que atenderse en consultorios o farmacias privadas asumiendo, por supuesto, el mayor costo que ello implica. Y si bien esta es una situación que afecta el bolsillo de la población en general, las mujeres representaron más de la mitad de quienes dejaron de tener acceso a los servicios de salud desde 2018.

La Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos (ENIGH) 2022 del Inegi, reveló que los mexicanos gastan actualmente 37% más en salud que en 2018. Pero el aumento es incluso mayor en ciertos productos y servicios utilizados específicamente por las mujeres, como los servicios médicos durante el parto, en los que hoy se gasta 41% más. 

El deterioro en la cobertura y la calidad del servicio público de salud limita y compromete el avance en el combate a la pobreza, pues no toda la gente que salió de la pobreza dejó de tener carencias. Además, hoy hay más personas con la necesidad básica de la salud insatisfecha –principalmente mujeres– que son más propensas a caer en pobreza ante un accidente o enfermedad que reduzca su ingreso disponible.

Por ello, es urgente corregir la mala planeación del sistema público de salud y que las autoridades correspondientes comprendan que nuestra aspiración como sociedad no es sustituir la pobreza por la vulnerabilidad sino lograr que cada vez más gente salga de ambas condiciones y que el progreso económico sea más inclusivo.

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