No todo es blanco o negro

Sábado 25 de octubre de 2025

Adriana Sarur Torre
Adriana Sarur Torre

Es política y líder de opinión. Se ha desempeñado como diputada Federal en las Legislaturas LXI y LXIII. Cuenta con más de 20 años de experiencia en análisis político mexicano e internacional. Actualmente se desempeña como empresaria, líder de opinión y columnista en diversos medios de prensa y televisión. X: @asarur IG: @adrianasarur

No todo es blanco o negro

América Latina no puede resignarse a que sus Estados soberanos sean campos de maniobra de estrategias externas sin rendición de cuentas.

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La postura de Donald Trump de por un lado “pacificar al mundo” y por el otro intervenir militar o mediante agencias de seguridad, solo nos pueden recordar al beligerante siglo XX.

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EFE

La postura de Donald Trump de por un lado “pacificar al mundo” y por el otro intervenir militar o mediante agencias de seguridad, solo nos pueden recordar al beligerante siglo XX. Su presión hacia Netanyahu sirvió -al menos una horas- para poner alto al fuego en Gaza; con Putin no puede, por lo que se irá a “convencer” a Zelenski. Pero en América Latina las amenazas de intervención son constantes, México, Colombia, Argentina y Venezuela han estado en sus más recientes pensamientos intervencionistas.

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No se puede ignorar que el presidente Nicolás Maduro gobierna un régimen profundamente autoritario, con restricciones de libertades y una ausencia evidente de mecanismos democráticos confiables. Pero esta realidad no justifica que otro país vulnere la soberanía nacional para imponer sus propios intereses (o que la ganadora del Nobel de la paz pida bombardeos en Miraflores).

América Latina no puede resignarse a que sus Estados soberanos sean campos de maniobra de estrategias externas sin rendición de cuentas. Al mismo tiempo, los pueblos latinoamericanos deben seguir señalando la deriva autoritaria de gobiernos como el de Maduro y exigir mecanismos civiles de supervisión y derechos humanos. No todo es blanco o negro, criticar la dictadura no significa justificar la ruptura de la soberanía nacional.

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Así, la amenaza de que la CIA llevará más operaciones encubiertas en Venezuela (porque ya se aceptó que lo hicieron antes) reabre un debate sobre la soberanía latinoamericana y la injerencia de potencias externas. Más allá de los argumentos pocos transparentes que se presentan -la lucha contra el narcotráfico, el supuesto vaciamiento de cárceles venezolanas o devolver la democracia al pueblo venezolano-, lo que está en juego es la gravedad de permitir -otra vez- una intervención sin control ni legitimidad democrática.

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