El exitoso fracaso anticipado del INE
El exitoso fracaso anticipado del INE. Foto: Wikipedia

A pesar de sus errores, a nadie le conviene la debilidad del árbitro electoral a la que apuestan distintos grupos de poder. La sucesión adelantada de uno de los presidentes más populares de América Latina, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ha desgastado y exhibido al Instituto Nacional Electoral (INE), órgano autónomo constitucional encargado de organizar las próximas elecciones pero, más importante, de dotar de certidumbre y legitimidad a un proceso cada vez más viciado.

Para muchos, la crisis institucional comenzó cuando el anterior presidente consejero del INE, Lorenzo Córdova, decidió confrontarse directamente con AMLO y su partido MORENA en pro de la democracia. ¿Sirvió de algo la inmolación del ahora académico? A la luz del tiempo pareciera que no. Y aunque para un sector era una obligación dar la batalla en contra de acciones abiertamente antidemocráticas por parte del gobierno, las formas y el tono de Córdova y su fiel escudero Ciro Murayama son discutibles.

Aún no comienza de manera legal el proceso por el cual se elegirá al próximo presidente de México y el INE parece haber fracasado de manera anticipada. Pero dicho estatus no es gratuito y pareciera incluso ser parte del objetivo de algunos grupos de poder que, sin entender las graves consecuencias, apuestan por un árbitro pisoteado y humillado en medio de la disputa por el poder.

Sería injusto señalar que la condición del Instituto es exclusiva de sus pifias, pues el deterioro institucional y la falta de legalidad que prevalecen en el país se han ido imponiendo en los rincones burocráticos menos imaginados. Se trata de una penosa nueva cultura organizacional de la cual el órgano autónomo constitucional no es ajeno.

Sin embargo, a eso se le suma que la nueva consejera presidenta, beneficiaria de la tómbola para acceder al cargo, Guadalupe Taddei, es incapaz de reunir consenso, ya no digamos para alinear en proyecto y narrativa a todas la Consejería del INE rumbo al proceso electoral del 2024 sino también para nombrar a posiciones estratégicas como los titulares de la Secretaría Ejecutiva, la Secretaría de Finanzas o la Dirección General de Comunicación Social. Abundan los encargados de despacho sin facultades legales óptimas para el reto en puerta.

Más allá de la tensión interna de la cual no ha salido bien librada la nueva presidenta consejera, en términos de opinión pública, el árbitro del partido más importante de México está de rodillas. Los equipos a competir violaron los candados y asaltaron la cancha. Cada quien establece sus reglas, se autoasigna presupuestos, diseña su propio cronograma, reúne firmas de simpatizantes, califica resultados, diseña preguntas para encuestas.

Golpeado por el presidente y su partido, por la oposición reunida en el Frente Amplio por México, por medios de comunicación privados, por multimillonarios como el magnate Ricardo Salinas Pliego, por los medios públicos y por aquellos personajes a los que el sistema de partidos dejó fuera, el INE se alista para ser parte de una simulación del proceso electoral.

Da la impresión de que el INE ya aceptó su nuevo rol. Aquellos que lo atacan, tanto de un lado como del otro, pueden tener la certeza inmediata de que sus estragos son efectivos en términos prácticos: pueden seguir violando la Ley.

Sin embargo, el riesgo de tener un árbitro disminuido es que, una vez terminado el partido, nadie esté de acuerdo con los resultados de la jornada. Parece poco, pero detrás de esa falta de certeza se esconde la ingobernabilidad. Más valdría que los jugadores centren sus estrategias en ganar el partido que en derrotar juntos al INE.

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El exitoso fracaso anticipado del INE.
Foto: Envato Elements

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